Dos
sucesos de febrero caracterizan la escalada violenta de
manifestaciones y otras protestas comunitarias que se
están produciendo en Venezuela en los últimos días. Se
pasa de esperar inútilmente en la puerta de una oficina
para que nos atiendan, a quedarnos a dormir en las afueras
durante meses, casi formando parte del paisaje. Hacemos
cola pacientemente para conseguir comida y de pronto, a
alguien se le ocurre hacer una manifestación pacífica, a
ver si nos atienden mas rápido. Nada fuera de lo normal en
los últimos años.
Pero pasan los días y los
meses y ocurre como en Barinas. Allí, a causa de la
inseguridad se produjo también una semana de protestas mas
o menos pacíficas y al final, quinientos vecinos de
Sabaneta, necesitados no sólo de seguridad, sino de
comida, asaltaron un Megamercal y se llevaron todo lo que
había.
Aníbal Chávez, el alcalde
hermano del Presidente sólo atinó a decir, después que
llegaron 200 guardias nacionales y policías a poner el
orden, que el responsable del asunto era el gobierno de
los Estados Unidos y “ sus secuaces”.
Otro saqueo protagonizado por
200 personas una semana más tarde en el Mercal Lago Azul ,
ubicado en Haticos por Arriba, en Maracaibo, dejó sin
leche a 155 casas de alimentación del programa de
gobierno.
Se llevaron mil 800 kilos de
leche en paquetes de kilo, azúcar, pasta larga, pan,
harina precocida, cajas de mortadela y bultos de
merengada. También desvalijaron las máquinas montacargas y
equipos utilizados en el manejo de los despachos y
procesos administrativos. Cargaron con 150 bultos que era
el inventario a distribuir a las casas de alimentación.
Además, con tres cavas de enfriamiento, equipos que sirven
para la colocación de los alimentos; aires acondicionados
y computadoras.
Se pasa pues de la súplica a
la justificación de la violencia, de la psicología
individual a la de la masas.
En Carabobo, se han producido
también saqueos disfrazados. Uno que otro supermercado
deja que la gente entre “eso sí, pero con orden” cuando
llegan los bultos de leche o de azúcar y que se lleven lo
que quieran. Es mejor que lo hagan a que arrasen con el
negocio. Los gerentes de los supermercados de las zonas de
clase media, en Caracas, tampoco la tienen todas consigo.
El gobierno ha dado permiso de alguna manera para que se
saquee con acusaciones que confunden a empleados y dueños
con los negros demonios del imperio que no quieren que
tengamos comida. Y cada vez que llega leche , café, o
papel toilette y se forma una cola kilométrica, están a
tirito de que alguien se desmande y se forme una turba
incontrolable.
Nada es culpa nuestra, todo es
culpa del imperio, como dice el Presidente. Y la gente, se
divide entre quiénes se lo creen, que cada vez son menos y
los que aprovechan esa absolución oficial para dar rienda
suelta a los excesos de su violencia.
Lo que ocurre es que estos
permisos son un arma de doble filo. A la mitad del país ,
que según los números del gobierno es de oposición, se
está sumando una una cantidad silenciosa de desengañados y
de aprovechados, que ven caerse a su revolución, arrancada
de sus pilares por sus mismos creadores o que se dan
cuenta de que la manguangua o la piñata se están acabando
y que es mejor cambiarse de bando.
Los médicos de Barrio Adentro
protestan frente a Miraflores, los periódicos cuyos
editores apoyan la gestión de Chávez, Ultimas Noticias y
El Mundo, se unen al coro de regañados, degradados y
hostilizados de los medios privados de comunicación. El
puente de la Lecuna está lleno de indigentes, que se
salieron de la misión Negra Hipólita. Quiénes protestan en
las calles vienen de los Consejos Comunales. Un orgullo de
la política de exclusión chavista, Luis Tascón, líder
respetado otrora, ahora es un agente del imperio y un
asesino que programa matar a la ex primera dama. En fin,
la anomia no tiene cabeza, por eso termina atacando
indiscriminadamente, inclusive a sus propulsores, que le
otorgan permisos a la revancha y a la arrechera.
lucgomnt@yahoo.es