Una
de las cosas que más cansa a los ciudadanos de mi país, es
la cantidad de palabras huecas que utiliza todo el mundo,
empezando por el gobierno y que hay que oír todos los
días. Nadie puede decir en TV “yo”, sino “mi persona” y
las frases para conversar de lo mas mínimo, parece que
estuvieran hechas para declarar ante un imaginario jurado
gringo, con arenga de abogado y todo. No sé quiénes son
peores, si los políticos o los funcionarios públicos, pero
una de las taras que sufrimos como pueblo es ser dirigidos
por ignorantes en la materia, quiero decir en la
aplicación práctica del gobierno. Así que uno tiene que
aguantar diariamente los continuos “inventamos y erramos”.
Una de las últimas expresiones de este problema criollo
fue la expresión del Presidente de la República de:
“pongan un policía en cada buseta”. A lo que contestó un
líder transportista, que para cuidar Petare haría falta
más efectivos que policías tiene Baruta, por ejemplo.
Bueno, “corrigieron” y
entonces hablaron de colocar en cada autobús o camioneta,
donde se perpetran diariamente los asesinatos y robos que
ocasionaron la protesta masiva de los choferes, un GN con
FAL y todo, además de la última modalidad creativa de “
montar a “alguien “de la Reserva”.
Al día siguiente, los
ladrones, pendientes y mosca, chequearon y como vieron que
la cosa era mentira, de una sola vez y como escarmiento,
solo en Caracas asaltaron en un día a 16 busetas.
Ahora, amigos míos, que ustedes se montan en camioneticas
y yo también. ¿Cual es la principal característica de los
buses, busetas, camioneticas, etc, etc, en las grandes
ciudades a hora pico? Que no cabe un alma. Intente usted
irse de Valencia, abordando un bus hacia el terminal de
pasajeros, denominado Big Low (vean como yo también le
meto al palabreo hueco) en cualquier parada de la avenida
Bolívar, a las seis de la tarde para que usted vea.
Primero hay que pegar una carrera de casi ochocientos
metros para alcanzarlos porque los choferes se paran donde
quieren y si uno los alcanza, hay que ir guindando de la
puerta o meterse a codazo limpio, aguantando todo tipo de
arrimes inocentes y de los otros.
¿Donde cabe un policía o GN
allí y menos con FAL? ¿ y cuando el chofer frene de
repente y termine el efectivo sentado encima de una señora
en estado con el FAL de sombrero?
Bueno, eso con los autobuses
grandes. Con las camioneticas o busetas, se ve que ni el
Presidente ni El Troudi se han montado en ninguna desde
hace años. Con el asunto de sacar mas platica para los
repuestos, se han multiplicado los asientos pero no el
espacio. Así que las rodillas tienen que ser de niña de
doce años para que quepan y la gente hace dos colas, una
de sentados y otra de parados para poder subir en ellas.
Los parados van enroscados cual congorochos en los
espacios, poquísimos que quedan. Inclusive sentados en el
piso o agachados. El guardia no cabe. Bueno, vamos a decir
que sí cabe, que no importa que vaya doblado y que pongan
a ese pobre hombre doce horas a hacer un congelado salto
de rana de la avenida Urdaneta a Chacao, pero ¿Y el FAL?
Resulta que si usted ve los
honorables soldados de la GN por la calle, los ve haciendo
esfuerzos para cargar su FAL, casi que no pueden con él.
Imagínenselo tratando de maniobrar dentro del espacio
camionetístico para detener a un malandro. Me lo imagino
cual cheerleader intentando darle vuelta. Y no se diga si
tiene que disparar aquello o intenta darle a alguien que
vaya delante. Con la puntería de que hacen gala para
enfrentar a los malandros (no agarran a ninguno) me
imagino que los superhuecos se los harán a la camionetica
que vaya delante y a la humanidad de los pasajeros que van
ídem o “in situ”.
Y siento muchísimo que a
muchos se los vayan a quitar, porque los malandros si
están entrenadísimos en todos estos espacios ciudadanos
mínimos.
Yo, preferiría no montarme con
ellos.
A menos que se camuflen como
la inspectora que cosió a balazos a los malandros en la
Laguna de Catia, que por lo que sé llevaba su pistola
escondida, porque si se la encuentran no lo estuviera
contando.
En cuanto a la Reserva.
Posiblemente algunos de mis lectores se acuerdan que mi
imagen icono es la de la señora que iba vendiendo pinturas
y maquillaje al mismo tiempo que cumplía con su función de
reservista, como ascensorista provisional en el edificio
donde vivo, es decir, para “matar un tigre”. Ella no se
veía para nada entrenada en repeler al hampa. Y los demás,
que veo todos los días, no lo parecen tampoco. Algunos
llevan unos rolos, otros no son la estampa del policía o
guardia entrenado. Se metieron en la reserva para ganarse
alguito y no gastar en ropa. No les vayan a hacer ese daño
de meterlos a matar malandros, porque se los comen vivos.
Pobrecitos.
No descarto que alguien me
diga que yo no quiero nada. Que el Presidente me da
seguridad y yo sigo erre que erre, adversando por adversar.
No, lo que quiero es que no hable de cosas que no sabe.
Los planes de seguridad de sectores tan sensibles como el
transporte y “mi persona” deben dejárselo a los expertos y
a las víctimas, no “ al como vaya viniendo vamos viendo”.
lucgomnt@yahoo.es