En
Latinoamérica existe un club llamado el Club de los
Catchers, que sólo ha admitido a un solo pitcher: Hugo
Chávez, de Venezuela. Tiene diversos capítulos. En el
capítulo sureño, destaca el presidente de Bolivia, Evo
Morales. No solamente acaba de recibir una inversión de
888 millones de dólares para levantar la producción de
petróleo y gas de su país, sino otros 300 para construir
carreteras, dos plantas procesadoras de maíz y dos de
inyección de plástico por 41 millones de dólares. Además
ha confesado, con impudicia célebre en la región, que
prefiere recibir el dinero directamente en cheques de la
embajada venezolana, que de los préstamos de gobierno a
gobierno, porque así es más rápido y fácil usarlo para lo
que le de la gana.
Notoria ha sido también la
compra de bonos ecuatorianos y argentinos que no quiere
nadie, sólo para salvarle la vida a los Kirchner y al
presidente Correa, pero quizá el caso más fascinante es el
de los diecisiete jefes de estado que han firmado el
acuerdo de Petrocaribe.
Los socios del club son los
líderes de Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Cuba,
Dominica, Granada, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica,
Nicaragua, República Dominicana, San Cristóbal y Nevis,
Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Surinam y
Guatemala. En este momento Costa Rica está pidiendo
entrar.
Y no es para menos. Mientras
el barril de petróleo siga cotizándose por encima de los
cien dólares, los socios de Petrocaribe pagarán solamente
40 % de la deuda a los tres meses y el resto en venticinco
años. Y si el petróleo se pone mas caro, no importa,
mejor, porque entonces se pagaría no 40% sino 30% en tres
meses y el resto en 25 años con dos años de gracia, a uno
por ciento de interés.
Se trata de distribuir 140 mil
barriles diarios de petróleo entre los 17 países, lo que
les ahorra 800 millones de dólares.
Ya el presidente Chávez ha
dicho que cree ignominioso que le critiquen su política,
que además de traer beneficios sin cuento a los
pobladores, según él, le permite intentar controlar la
votación de los miembros de Petrocaribe y de gobiernos
amigos de América Latina, en la OEA y en cuanto escenario
internacional puede, incluyendo el espectáculo del rescate
de rehenes y el favorecimiento de las acciones de los
líderes de las FARC, así como el bono por hacerse los
locos con cuanta iniciativa antidemocrática se produzca en
Venezuela y sea llevada a instancias internacionales.
Pero tal vez eso no es lo
peor. Lo mas grave es que se supondría que los regalos de
Chávez con dinero del contribuyente venezolano deberían
servir para que los costos de energía bajaran por lo menos
a los atribulados pobladores de estos países, tal vez los
mas pobres del continente. Pero resulta que ellos no
refinan en su mayoría el petróleo que les envían. Cuba,
por ejemplo, entre las refinerías Nico López, Díaz y
Cienfuegos, llega sólo a 300.000 barriles diarios. Para
que se hagan una idea, Cardón, la refinería venezolana de
Paraguaná refina 940.000 barriles diarios. Jamaica refina
35.000 barriles, Nicaragua 20.900, Bolivia entre las tres
refinerías de Cochabamba, Santa Cruz y Sucre, no llega a
70.000 barriles diarios.
Eso quiere decir, que igual
hay que vender el petróleo que da Venezuela en el mercado
internacional y obtener un combustible que le llega al
mismo precio a los consumidores, mientras el dinero que
obtienen los gobiernos va directo a sus fondos
particulares.
En Cuba, es casi imposible
tener carro propio y se queman las pestañas, estudiando el
uso de combustibles alternativos. En República Dominicana
pagan uno de los combustibles mas caros del mundo y viven
con quince apagones por día.
¿ Y en Venezuela? La política
de " gran potencia continental" no nos sirve para tener
intercambios comerciales favorables, para que nuestra
gente tenga un mejor nivel de vida, para generar empleo.
Se trata sólo de que la Presidencia se llene la boca con
su supuesta gloria, mientras los cultivadores de mandarina
de Araira, de los mas productivos del país, tienen que
llevar las mandarinas a lomo a los centros de producción,
porque la carretera está inservible. Cuando le pidieron a
la alcaldía que les ayudara, les envió cemento para que
las reparaciones las hicieran ellos mismos y les alcanzó
para tapar sólo treinta y cinco huecos que fueron una
curita en los tres kilómetros de desastre que tienen por
carreteras.
Es decir, los del club de los
catchers, ni mejoran la situación de sus pueblos ni la de
los venezolanos. Todos reciben y uno solo pitchea. Yo no
sé de beisbol, pero me escriben. Los socios serán
recordados por su política de aprovechamiento, distracción
de recursos e irresponsabilidad.
Vaya revolucionarios.
lucgomnt@yahoo.es