Después de una semana de
continuas revelaciones en un juicio mayamero, que puso a
los operadores políticos y de seguridad del gobierno
venezolano en la lista de los mas buscados, debido a su
relación con la introducción ilegal de divisas en
Argentina y el financiamiento chavista a la campaña de
Cristina Kirchner, el gobierno venezolano respondió
llamando a los rusos para que hagan una performance de
guerra fría en El Caribe, en lo que se constituyó en un
ensayo de doble propósito: le sirvió al gobierno de Putin
para responder por las intervenciones gringas no
solicitadas en el Cáucaso y de paso, complacer a su mejor
cliente latinoamericano.
No conforme con la respuesta
que agarró titulares en toda la prensa local, gozosa con
las fotos de los Tupolev, dado que las revelaciones del
juicio ya iban por la embarrada total al ministro de
Energía, Rafael Ramírez y al recién designado ministro del
Interior y Justicia, Tarek El Aissami, el gobierno decidió
subir la parada y ni corto ni perezoso, el candidato y
hombre de TV, Mario Silva “ilustró” un mensaje de youtube
con las caras de unos conspiradores ad hoc, en su programa
La Hojilla, prueba enjundiosa con la cual Chávez se
declaró ¡otra vez! objetivo de intento de magnicidio.
Cómicamente, han empezado a perseguir fantasmas que según
el general Gregorio González González, jefe del Comando
Operacional estratégico de las FAN, en una interpelación
parlamentaria son unos conspiradores pero menores, algo
así como “cuatro gatos que ya tienen su perro” (textual).
Bien, el gobierno venezolano,
que quiere a toda costa ser perseguido por la planta
insolente del extranjero, siguió subiendo la apuesta y
expulsó al embajador gringo, Patrick Duddy, quién por las
dudas, ante el performance, hace cuatro días había salido
del país. Pues bien, el departamento del Tesoro
norteamericano, reaccionó a su vez, metiendo en el Index
al superministro rescatista Ramón Rodríguez Chacín, y los
directores de la DIM y la DISIP, Hugo Carvajal Barrios y
Henry Rangel Silva. Simultáneamente, el Departamento de
Estado, sacó por los pelos al embajador Bernardo Alvarez y
mostró foticos tomadas de cerca de la avanzada rusa, como
para decir: “están pillaos, si los fotografío, los tumbo
cuando me de la gana”.
¿Que hacen los venezolanos?
¿Corren a los refugios antiaéreos? (además no existen),
¿van a comprar comida?, ¿se asustan todos? ¿Hacen
campamento en los subterráneos del Metro, esperando los
bombardeos norteamericanos? ¿Los chavistas se van en masa
a defender a su presidente en Miraflores?.
No. Los venezolanos se calan
ordenadamente y con cara de fastidio sus tres cadenas del
día de la crisis, no colman las paradas, ni van a los
supermercados, porque no es quincena sino el lunes y no
les han depositado las cuatro lochas, oyen como quién oye
llover a los políticos esforzándose por explicarles que
para la semana que viene seguro sí tendrán todos los
candidatos unitarios listos. Cero colas, cero rollos,
atención al zaperocón boliviano para llevar la cuenta de
los muertos. Los ladrones salen a trabajar con ahínco para
pasar el fin de semana cómodamente. La derecha endógena y
la de la oposición continúan haciendo sus negocios. Los
vecinos de Puerto Cabello se divierten haciendo turismo,
yendo a ver los Tupolev de Palo Negro para retratarlos con
el teléfono y a ver si ven algún ruso. En la Cancillería
advierten que la crisis es seria, pero que Venezuela no
dejará de venderle petróleo a los Estados Unidos.
En conclusión, fuego de
utilería. Los serios aquí son los bolivianos. En las
calles de Caracas, bostezos y cotidianidad. Ni los
chavistas se creen las declaraciones de peligro. “¡Que van
a matar a nadie, hombre!, irán a botar a los cubanos que
lo cuidan. Esos están demasiado cómodos aquí”. Otra crisis
de mentirijillas. ¿Cuántas van?
lucgomnt@yahoo.es