¿Que
nos interesa de los episodios de violencia política que se
repiten en Venezuela?
Lo mismo que nos importa del
alza de los precios de la leche. Que no retrocede. Que la
violencia no disminuye sino que se incrementa y se
enriquece, que la leche se convierte en un bien cada vez
más caro.
Un ejemplo: mis últimos potes
de leche (mientras no se decida suprimir su venta a los
contrarios al régimen) los conseguí en el mercado de
Quinta Crespo, después de un programa con La Bicha en RCTV,
a 20.000 bolívares el pote, en plena acera, entre carro y
carro. No había podido comprarla desde hacía tres semanas.
Hoy está a 26.000, bolívares,
a menos que usted quiera hacer una cola con otras 200
personas en la madrugada, en las cercanías de algún Mercal
o comprar la leche de sus hijos de un saco sospechoso,
parecido a los sacos de cemento, que puede muy bien haber
estado mezclada con harina o arroz molido en los mejores
casos. Usted no sabe que mano la embolsa ni si está limpia
la bolsa en la despachan.
La violencia como la leche, en
Venezuela, sube y sube y todo el mundo pregunta hasta
cuando y hasta donde.
¿Que cree usted? Que el pueblo
venezolano es un ejemplo de negociación de conflictos para
la ONU o que vamos a comenzar a conmovernos cuando pasemos
de los insultos y las narices fracturadas a un tiro en la
espalda o al cementerio de políticos, que dio aviso de que
llegaba la masacre generalizada a Argentina, Colombia o
Centroamérica.
No insistamos en que este es
un pueblo gentil. Democrático y amable. Que hay un
venezolano conversador, amistoso, tolerante, capaz de
sentarse a debatir con un opositor y brindarle un café
aunque adverse mortalmente al otro en el campo de las
ideas, Eso se acabó. Convénzanse.
Podrá existir, pero muy en el
fondo de un país desolado por diez años de división.
Mientras tanto, una paliza a un líder de la oposición, que
hoy se llame Yon Goicochea o Pompeyo Márquez, es solo el
primer acto. Decida usted de cual ópera.
lucgomnt@yahoo.es