El
discurso de la diputada oficialista Iris Varela, en el que
se quejó amargamente porque su propio partido le aplicó la
aplanadora y encima no le dejaron siquiera el gusto de ver
publicada la votación de la plenaria de la AN en donde fue
aplastada, brinda la oportunidad de revisar la estructura
de la promoción, uso y descarte de los dirigentes del
chavismo.
Dos de los mejores ejemplos son los diputados por el MVR
Táchira, Iris Varela y Luis Tascón, pareja política que se
arregla y desarregla con frecuencia, pero que en esta ulti-ma
semana ha votado unida y solidaria.
Varela, es famosa por haber dicho cuando se quería
modificar el reglamento parlamentario interno, en la época
en que en la Asamblea Nacional había parlamentarios de
oposición, que como el MVR tenía los votos estaba
justificado hacer "lo que les diera la gana". Y así fue,
incluyendo la mudanza de la sede, el azuzamiento de las
palizas y lin-chamiento moral de los opositores, por los
chavistas de la “esquina caliente” y los malabarismos con
el uso de los suplentes, entre otras menudencias.
Tascón capitalizó los réditos políticos de su lista
macartista, de votantes anti Chávez, colocándola en su
página Web. La lista tomó su nombre y es aún hoy, la guía
telefónica de la exclusión, utilizada por toda la
administración pública y empresas relacionadas en
Venezuela para negar el trabajo a miles de ciudadanos, por
haber votado en alguna oportunidad contra Chávez. Estaba
mal cuando lo hizo el senador MacCarthy contra los
norteamericanos comunistas o simplemente opositores a la
política oficial, pero es bueno cuando lo hacen en Caracas
contra los que votaron a favor de revocar la presidencia
al comandante.
En esos momentos clave de su actuación política, los dos
diputados tenían bien lejos las normas de participación
democrática a cuya aplicación tienen derecho todos los
nacionales y que ambos, electos por el voto popular,
estaban obligados a preservar de acuerdo a la Constitución
vigente que juraron.
Se trataba para ellos de sacar
del juego a «enemigos políticos", sin importar su condición,
su aptitud, su experiencia. Y en general, sus derechos
adquiridos.
El Presidente mismo reconoció los efectos ilegales de la
lista cuando en uno de sus discursos, después de recordar
que había sido útil alguna vez, decretó "¡Entiérrese la
lista de Tascón!” que se había convertido en un símbolo
odiado, ya que su uso declarado le restaba glamour a su
administración y a su campaña electoral.
Hoy ese diputado, que ha tenido una agitada vida política
dentro del MVR, incluyendo acusaciones de fraccionalismo,
volvió su veta antipersonal contra los altos funcionarios
de la administración actual en la denuncia de sus altos
sueldos incluyendo a la registra-dora Gisela Rangel Avalos,
hija del ex vicepresidente de la República, precisamente
en los días de la remoción de su padre.
El presidente Chávez “adoptó” a los pocos días la idea y
después de lanzada, se convirtió en una orden sin
discusión para toda la administración pública. Así son los
dardos que usa para sacar de escena a sus ministros
quemados, para cambiar el ritmo de la administración. Lo
mismo que pasó con la lista de opositores, ocurre hoy con
los sueldos de los jerarcas del gobierno, todos corren a
rebajárselo, para no caer en desgracia.
La misma técnica sirvió también para reconvertir el
discurso de Rafael Ramírez, presidente de Pdvsa. Luego que
el Presidente se entusiasmó con el “Rojo, Rojito” con el
que el ministro definió el estado de biodiversidad
política interna de la empresa petrolera, toda la
administración se volvió oficialmente ídem, con pancartas,
botones y todo.
Pero ser la punta de lanza presidencial no vacuna contra
el olvido.
Cuando al gobierno le convino el sectarismo belicoso de
Iris Varela para hostilizar groseramente a la oposición,
ella disfrutó de aprobación generalizada en las altas esferas.
Hoy, lograda la unanimidad monocorde y fastidiosa y el
propósito de convertir a la Asamblea Nacional venezolana
en un organismo aprobatorio y laudatorio, que no discute
ni convenios internacionales ni las leyes que le llegan de
Miraflores, a Varela le fastidia la falta de acción e
irrumpe con la idea de darle a la oposición un día de
discusión política, para que actúe una vez mas de comparsa
y represente a la disidencia que con-valida al régimen.
También quiere marcar el ritmo de acción de los diputados
que por fin, soñolientos, han dejado cómodamente de ser un
poder.
Pues ahora le aplican a ella el mismo ácido. Como la
presidenta de la AN ahora es quién tiene los votos,
también puede hacer “lo que le dé la gana”. No vale por
supuesto que ahora nos salgan los verdugos de la libertad
de opinión dentro de la Asamblea Nacional, con que ellos
creían que este no era un proceso autoritario. Tragarse la
propaganda propia resulta por lo menos en indigestión. En
los casos graves, se sufre de infarto político fulminante.
lucgomnt@yahoo.es