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Manual de uso y descarte
de diputados rojos
por Lucy Gómez  
sábado, 27 enero 2006



El discurso de la diputada oficialista Iris Varela, en el que se quejó amargamente porque su propio partido le aplicó la aplanadora y encima no le dejaron siquiera el gusto de ver publicada la votación de la plenaria de la AN en donde fue aplastada, brinda la oportunidad de revisar la estructura de la promoción, uso y descarte de los dirigentes del chavismo.

Dos de los mejores ejemplos son los diputados por el MVR Táchira, Iris Varela y Luis Tascón, pareja política que se arregla y desarregla con frecuencia, pero que en esta ulti-ma semana ha votado unida y solidaria.

Varela, es famosa por haber dicho cuando se quería modificar el reglamento parlamentario interno, en la época en que en la Asamblea Nacional había parlamentarios de oposición, que como el MVR tenía los votos estaba justificado hacer "lo que les diera la gana". Y así fue, incluyendo la mudanza de la sede, el azuzamiento de las palizas y lin-chamiento moral de los opositores, por los chavistas de la “esquina caliente” y los malabarismos con el uso de los suplentes, entre otras menudencias.

Tascón capitalizó los réditos políticos de su lista macartista, de votantes anti Chávez, colocándola en su página Web. La lista tomó su nombre y es aún hoy, la guía telefónica de la exclusión, utilizada por toda la administración pública y empresas relacionadas en Venezuela para negar el trabajo a miles de ciudadanos, por haber votado en alguna oportunidad contra Chávez. Estaba mal cuando lo hizo el senador MacCarthy contra los norteamericanos comunistas o simplemente opositores a la política oficial, pero es bueno cuando lo hacen en Caracas contra los que votaron a favor de revocar la presidencia al comandante.

En esos momentos clave de su actuación política, los dos diputados tenían bien lejos las normas de participación democrática a cuya aplicación tienen derecho todos los nacionales y que ambos, electos por el voto popular, estaban obligados a preservar de acuerdo a la Constitución vigente que juraron.

Se trataba para ellos de sacar del juego a «enemigos políticos", sin importar su condición, su aptitud, su experiencia. Y en general, sus derechos adquiridos.

El Presidente mismo reconoció los efectos ilegales de la lista cuando en uno de sus discursos, después de recordar que había sido útil alguna vez, decretó "¡Entiérrese la lista de Tascón!” que se había convertido en un símbolo odiado, ya que su uso declarado le restaba glamour a su administración y a su campaña electoral.

Hoy ese diputado, que ha tenido una agitada vida política dentro del MVR, incluyendo acusaciones de fraccionalismo, volvió su veta antipersonal contra los altos funcionarios de la administración actual en la denuncia de sus altos sueldos incluyendo a la registra-dora Gisela Rangel Avalos, hija del ex vicepresidente de la República, precisamente en los días de la remoción de su padre.

El presidente Chávez “adoptó” a los pocos días la idea y después de lanzada, se convirtió en una orden sin discusión para toda la administración pública. Así son los dardos que usa para sacar de escena a sus ministros quemados, para cambiar el ritmo de la administración. Lo mismo que pasó con la lista de opositores, ocurre hoy con los sueldos de los jerarcas del gobierno, todos corren a rebajárselo, para no caer en desgracia.

La misma técnica sirvió también para reconvertir el discurso de Rafael Ramírez, presidente de Pdvsa. Luego que el Presidente se entusiasmó con el “Rojo, Rojito” con el que el ministro definió el estado de biodiversidad política interna de la empresa petrolera, toda la administración se volvió oficialmente ídem, con pancartas, botones y todo.

Pero ser la punta de lanza presidencial no vacuna contra el olvido.

Cuando al gobierno le convino el sectarismo belicoso de Iris Varela para hostilizar groseramente a la oposición, ella disfrutó de aprobación generalizada en las altas esferas.

Hoy, lograda la unanimidad monocorde y fastidiosa y el propósito de convertir a la Asamblea Nacional venezolana en un organismo aprobatorio y laudatorio, que no discute ni convenios internacionales ni las leyes que le llegan de Miraflores, a Varela le fastidia la falta de acción e irrumpe con la idea de darle a la oposición un día de discusión política, para que actúe una vez mas de comparsa y represente a la disidencia que con-valida al régimen. También quiere marcar el ritmo de acción de los diputados que por fin, soñolientos, han dejado cómodamente de ser un poder.

Pues ahora le aplican a ella el mismo ácido. Como la presidenta de la AN ahora es quién tiene los votos, también puede hacer “lo que le dé la gana”. No vale por supuesto que ahora nos salgan los verdugos de la libertad de opinión dentro de la Asamblea Nacional, con que ellos creían que este no era un proceso autoritario. Tragarse la propaganda propia resulta por lo menos en indigestión. En los casos graves, se sufre de infarto político fulminante.

lucgomnt@yahoo.es    

 

 
 

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