La
unanimidad de voluntades es difícil de alcanzar en
Venezuela, aunque se tenga a un líder tan carismático como
el Presidente Chávez.
Aun con toda su influencia
política y el esfuerzo de sus fervientes y peleones
militantes, hay por lo menos 4 millones de personas en
Venezuela que han llevado la antipatía por la revolución
bolivariana hasta el extremo de votar públicamente en su
contra a lo largo de múltiples elecciones, hasta la
última, la presidencial de diciembre pasado. Sus votos se
hicieron públicos en varias listas, a disposición de quien
las quisiera usar en la oposición y del gobierno. No voy a
discutir aquí los resultados prácticos de esa exposición
mediática y masiva de votantes.
Lo que me interesa aclarar es
que a partir de allí hay que sumar otras señales de
rechazo a esa unanimidad de criterios en cuanto al proceso
bolivariano, que dan pistas sobre lo distinto que es ganar
elecciones, a convertir a Venezuela rapidito en un país de
partido único, pensamiento único y economía planificada y
controlada totalmente por el gobierno.
Francamente, como me decía un
chavista convencido hace unos años, para el chavismo
hubiera sido mejor que triunfara el golpe y que la clase
media se hubiera ido toda para Miami. En vez de esa
situación idílica, a causa de haber llegado por el voto y
no sobre el tanque que embistió a Miraflores el 4 F, los
dirigentes e ideólogos del gobierno tienen que chuparse
nuestras desviaciones pequeño burguesas y hasta la de sus
propios militantes.
Hay que ver lo que han
fastidiado al régimen los venezolanos chavistas sin casa,
durmiendo por meses en las afueras de La Casona y de
Conavi en Las Mercedes, denunciando que los han engañado
los corruptos y los ineficaces que el Presidente ha mantenido
desde que tomó el poder, en los ministerios del ramo
adjudicando viviendas, de cuyas rubieras el comandante,
siempre engañado, nunca se entera.
Hay que convencer de construir
el partido único socialista chavista, con un tratamiento
de desinflamación de ego adjunto a los líderes aliados del
PPT y Podemos, cuando hubiera sido tan fácil simplemente
desaparecerlos del mundo político de un solo plumazo, sin
derecho a pataleo por la falta gravísima de no cuadrarse
de inmediato con una orden del comandante.
Se ha conquistado a miles de
lumpenproletariat, sin conciencia de clase, que no tienen
escoltas, ni principios revolucionarios, a quienes se les
lleva en manadas a los actos donde participa el
Presidente, no para que intervengan a fin de resolver sus
asuntos personales, sino para que hagan bulto y aplaudan
todo lo que él diga. Son tan osados que hubo que bajar el
audio de la retransmisión de VTV de la juramentación de la
comisión Presidencial para la reforma de la constitución,
en cadena nacional, porque aquello eran gritos y gritos,
diciéndole al Presidente que hasta cuando el gobernador
tal, que el ministro cual es un corrupto, que está mal
rodeado, que le mande un saludo al pueblo X, que les den
casa. Después se empezaron a ir al baño y a buscar agua.
Hay quienes tuvieron el descaro de pedir café y ron, como
que si estuvieran en una convención de AD. Al pasar 5
horas, en vez de hacer como los cadetes de la Escuela
militar, que en actos parecidos, se quedan tiesos hasta
que se desmayan, estos no. Se fueron antes que el Presidente
terminase e inclusive se molestaron cuando los mandó a
sentar y lo mandaron al mismísimo, antes de irse de todos
modos.
En cuanto a los buhoneros de Caracas, hacen
manifestaciones diarias en las calles de la ciudad porque
dicen que el trato para sabotear las manifestaciones de la
oposición, poner música del comandante a todo volumen y
votar por Chávez, era dejarlos vender donde quisieran.
¿Que hacer contra un pueblo
malacostumbrado, respondón, retrechero, violento y pedilón?
Esa va a ser la verdadera tarea revolucionaria, acabar con
el igualitarismo y lograr la unanimidad.
lucgomnt@yahoo.es