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Los felicitadores del siglo XXI
por Lucy Gómez  
sábado, 18 agosto 2007


El actor daba vueltas por el hemiciclo, convencido que si hubiese competido por el Oscar, lo hubiese ganado con su interpretación de Simón Bolívar. Lucía post cuarentón, caminando vestido de gorguera y sedas, cambiando de chaqueta de vez en cuando y declamando con voz gritona. Me imagino que salió del escenario creyendo que se la había "comido" , cuando el Presidente le enrostró en cadena nacional dos fallas principales: primero, que el Libertador tenía 22 años cuando hizo el juramento del Monte Sacro y luego, que no había dicho de memoria todo el monólogo, tal y como el lo recuerda, sino que se raspó una de las partes mas importantes. No contento con llegar una hora después de lo previsto a la Asamblea Nacional, para presentar su propuesta de reforma constitucional, Chávez se tardó una hora mas en declamar la parte que le interesaba del juramento bolivariano que repitió ante el Samán de Güere y en reprochar que la representación que se incluyó a última hora para honrar la historia de su conspiración e igualarla con la epopeya de Bolívar, no hubiera incluido las palabras del Libertador agonizante en San Pedro Alejandrino.

Entonces empezó a presentar su larguísima e incompleta propuesta de reforma de 33 artículos de la Constitución, salteada mil veces de personalismos como " cuando a ni se me ocurra". Alocución jaloneada de aplausos que todo el hemiciclo producía de pie, en una especie de ola. Quien no se incorporase y aplaudiese, no quería a Chávez. Alusiones personales como siempre al alcalde Mayor de Caracas, Juan Barreto y su desastrosa gestión, o a la presencia de gobernadores como Tarek Williams o Acosta Carlez, hacía que los aludidos compitieran en risitas, guiños y señales de adhesión. Puños sobre el pecho, puños al aire, batidas de pelo, locas carcajadas y miradas cómplices, azotaban el aire.

La competencia por parecerle mas chavista al Presidente, mas incondicional no se detuvo entre sus partidarios. Comentarios sobre las asesorías de la madrugada anterior no despeinaron al Fiscal General de la República, Isaías Rodríguez, ni a la presidenta de la Asamblea Nacional, Cilia Flores, a quiénes les leyeron los 33 artículos completicos y les pidieron parecer menos de 24 horas antes del maratón parlamentario. Mas bien, el comentario iluminó la cara de los consultados, que han debido pasar una noche negra con las reiteraciones, errores e imprecisiones del Presidente, quien dejó artículos con "normas en evolución", propuso decenas de vicepresidentes, que al parecer se reproducirán en el futuro asimbióticamente y presentó un borrador del cual corrigió hasta última hora a mano la redacción y la ortografía. Por supuesto, el desastre no les detuvo la sonrisa, menos pensar que uno representa a la vindicta pública y la otra es representante de todos los votantes venezolanos, chavistas, opositores y ni ni.

No solamente ellos, todos los representantes de los poderes públicos compitieron en sometimiento, aclamación y humilde subordinación. La norma era la celebración, la sonrisa, el aplauso entusiasta y acrítico.

Tras cinco horas de entronización del yo de Hugo Chávez Frías, que terminó por meterse en el bolsillo las reservas internacionales en los últimos cinco minutos de alocución, quedó para la historia una imagen más precisa de nuestros felicitadores del Siglo XXI. Una muestra mas de que el servilismo y la jaladera forman parte irreductible de nuestro ser republicano.

lucgomnt@yahoo.es

 
 

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