El
artículo sobre la reelección continua del Presidente de la
República, propuesto por él mismo, en su anteproyecto de
reforma constitucional hace tres meses, el número 230, fue
el último aprobado en la sesión del jueves 11 pasado, en
la Asamblea Nacional, entre gallos y medianoche.
Mas bulla hicieron en los
periódicos con otros temas relacionados con la reforma,
sancionados antes de la hora en que los periodistas
decidieron recogerse en su casa.
No solamente los medios de
comunicación centraron la discusión en esos temas. La
oposición política, por ejemplo, se centró en si era
provechoso o no llevar a seis horas la jornada de trabajo,
si desaparecía la propiedad privada, si le cambian a
Caracas el nombre por el de Guaraira Repano, o
Warairarepano, si nombran vicepresidente de la Gran Sabana
al casi ex fiscal General de la República, Isaías
Rodríguez, debido a sus merecimientos en defensa de la
revolución chavista, el 11 de abril de 2002, o los que
tuvo al resolver sin dudas quién mató al fiscal Anderson,
a quién quería mas que a su mamá.
Yo insisto en que si el presidente no se reelige, ninguna
de sus propuestas tiene mas valor que el del papel mojado.
Chávez necesita estar continuamente en la silla de
Miraflores, para que se cumpla todo lo que quiere hacer,
tome posesión de todo aquello que quiera, con la gente que
elija, como y cuando la elija y que la pueda botar cuando
quiera. El gobierno absolutista basa su éxito precisamente
en conservar el poder en una sola mano. No en la de
Diosdado Cabello, ni en la de José Vicente Rangel. No, no,
en la de Chávez. Por eso es el único artículo cuya
aprobación debería importarle a chavistas y no chavistas
es el 230.
El asunto había estado claro
desde 1811(1), quiero decir, que dejar el poder en manos
de una misma persona, solo traía desventura. La única
constitución que desde entonces consagra el reinado en
Venezuela, es la que nos viene, la de 2007.
Los parlamentarios gobierneros
de 2007, están mas que contestes sobre sus intereses
inmediatos: Conservar el sueldo, los privilegios y en caso
de jubilación, despido, arrechera u olvido por parte del
jefe, poder acceder a cualquier cargo con sueldo parecido
o prebendas similares. Yo no creo que sus excelencias, que
algunos tienen cargos de profesores titulares de la
Universidad Central, que son jefes de sus respectivas
etnias, con largos años de lucha, o se han batido en
toneladas de elecciones con decenas de ejemplares
políticos de la cuarta y de la quinta, no sepan que están
eligiendo a un gobernante de por vida en un país tropical
con tradición revolucionaria y democrática, como
Venezuela, es decir, que al menor incendio, pafff, se
cambia de sistema. Y se denuncia al que opta por el cargo
de Dios, como rata-demonio, para que pueda optar a una
prisión tipo Noriega en alguna cárcel norteamericana.
Nuestros honorables
parlamentarios están infatuados por algo que se llama el
convencimiento de la verdad de la revolución y el anotarse
a ganador. Dos tradiciones de gran arraigo en el país. La
primera, gracias a la izquierda borbónica venezolana, que
ni aprende ni olvida, asunto que no se admite ni ante los
hijos ni la mujer. Uno les dice corriendito. No, todo fue
chévere. Aunque el jefe te haya embarcado en una reunión
crucial. O te hayan botado en cadena nacional, no pasa
nada. La segunda vía se toma en honor a la tradición
hípica, que indica que el que juega, tiene que apostar a
ganador, aunque el caballo esté enfermo, dopado o sea un
ejemplar por el que apuestan las mafias.
En este caso, aunque el
caballo sea un caballo chavista, hay que apostarle, porque
es El Caballo. Aquí no hay consideraciones éticas
personales del tipo: “¡ que horrible es la dictadura¡”, o
“¿ como vamos a eternizar un dios revolucionario?” o
“¿porque tener a un dictador en Venezuela?”.O el
simple.”¿Porque no soy yo el presidente, que soy mas
inteligente que él?”.
Ya nos dimos cuenta. La
reelección continua fue aprobada por nuestros próceres
chavistas sin discusión y por nuestros jefes políticos de
oposición, también sin discusión. Estamos a la merced del
destino. O del próximo hombre a caballo. Que desgracia.
Nota:
1.- Constitución Federal para
los Estados de Venezuela 1811.
Artículo 188.- Una dilatada continuación en los
principales funcionarios del Poder Ejecutivo, es peligrosa
a la libertad; y esta circunstancia reclama poderosamente
una rotación periódica entre los miembros del referido
Departamento para asegurarla (…)
Dada en el Palacio Federal de Caracas, à veintiuno de
Diciembre del año del Señor mil ochocientos once, primero
de nuestra independencia.
Juan Toro, Presidente. Isidoro Ant. Lopez Mendez. Juan
José de Maya. Nicolas de Castro. Lino de Clemente. José
Maria Ramirez. Domingo de Alvarado. Manuel Placido Maneyro.
Francisco Xavier de Maiz. Antonio Nicolas Brizeño.
Francisco X. Yanes. Manuel Palacio. José de Sata y Bussy.
Jose Ignacio Brizeño. Jose Gabriel de Alcalá. Bartolomé
Blandin. Francisco Policarpo Ortiz. Martin Tovar. Felipe
Fermin Paul. José Luis Cabrera. Francisco Hernadez.
Francisco del Toro. Jose Angel de Alamo. Gabriel Perez de
Pagola. Francisco X. Ustariz. Juan German Roscio. Fernando
Peñalver. Juan Nepomuceno Quintana. Manuel Vicente de
Maya. Juan Antonio Diaz Argote. Francisco de Miranda, Vice-Presidente.
Francisco Isnárdi, Secretario.
lucgomnt@yahoo.es