Los
recuerdos de abril son pesados para muchos, incluyéndome.
Horas de tensión, muerte, de lucha y de profunda tristeza
en la época del golpe y los asesinatos del centro de
Caracas hace 5 años.
Absorto en su tarea de hacer olvidar la historia reciente,
el gobierno ha decretado día de júbilo oficial las fechas
en que se le dio el golpe a Chávez y resucitó de entre los
muertos, como el mismo ha dicho que se consideraba.
Pero así como para él, es un evidente alivio haber podido
regresar, su alegría y sus mítines chocan y entristecen
por lo menos a la mitad de los venezolanos que vieron a un
pueblo inerme marchar a Miraflores y regresar lleno de
duelo.
Aquellos a quiénes mataron en las calles, los 19 de los
dos bandos, merecen respeto, igual que sus familias. Por
eso no me puedo sentir contenta en estos días. No
solamente porque no sea partidaria del Presidente, sino
porque como ser humano se me revuelve algo en el cuerpo
cuando veo a jóvenes bailar en las calles sobre los
cadáveres de otros venezolanos, sin saber que les espera y
si a ellos les pasará en algún momento lo mismo.
Son títeres de una cultura roja donde se repiten slogans
como ese de la "jornada con-memorativa de la victoria
popular", se los ve entregados al fraccionalismo, al
sectarismo, ala exclusión y como ellos mismos repiten, a
la opción de la muerte si no se les permite su socialismo.
Una única opción, un único camino político, un único y
verdadero desierto ideológico, donde errar es lo
cotidiano, ante la reglamentación de la invención,
característica indeseable del individualismo. Plegarse,
obedecer, no discutir, levantar toda la mano, inclinarse
todos ante el poder. Que malos recuerdos seguirá generando
abril.
lucgomnt@yahoo.es