Hola
doctora. Le escribo desde Venezuela, un lugar privilegiado
para usted y para los de su oficio. No se imagina que
paraíso es para una médico forense de EEUU o de Europa
venir aquí. Venezuela es un sitio donde desde 1986 hay mas
de veinte asesinatos por semana en cualquier gran ciudad.
En el caso de nosotros, hay 5 ciudades con más de un
millón de personas.
No recurro a sus colegas criollos, porque no se animarían
tanto como usted, por la costumbre y por la falta de
recursos. No solamente nuestros médicos forenses están en
proporción desfavorable al número de asesinatos, sino que
no tienen el fabuloso aparataje que según la TV usan
ustedes. Y además, no investigan lo que quieren, sino lo
que pueden.
Los detalles de las muertes, seguramente que le
interesarían muchísimo. Figúrese, que por ejemplo, tenemos
el caso de un fiscal de competencia nacional que
eliminaron con una bomba hace dos años, y a aún no se
conoce la naturaleza del explosivo, porque aunque se
consumió el cadáver en la forma característica de la
deflagración de los incendiarios, la Fiscalía todo el
tiempo ha insistido en que se trata de la detonación de
C-4. No importa que el vehículo haya quedado incólume, que
no haya volado, que el cadáver se haya consumido pegado al
volante, con la mueca característica del calcinado.
¿Se imagina que delicia? Y además, este Danilo no era
ningún gafo. Era el fiscal emblemático del gobierno, era
la persona tan amada, tan querida del régimen, que el
mismo Fiscal General de la República, Isaías Rodríguez,
propuso que al muerto se le hiciera una estatua en el
patio de la misma Fiscalía.. Dijo públicamente, además,
que lo amaba más que a su madre. Todo esto está grabado y
bien grabado.
No sé si la estatua de marras existe hoy, pero lo cierto
es que el testigo principal del asunto, que le fue a
contar confiadamente al fiscal quiénes eran los asesinos,
acaba de ser puesto preso en la frontera con Colombia al
lado de una joven de 22 años, armada. Según él esperaban a
un familiar. Ahora, a pesar de su franqueza frente al
fiscal, parece ser el centro de una pelea entre
instituciones, el Ministerio Público y la Guardia Nacional
venezolana. Y por supuesto, no se sabe todavía quién mató
al fiscal Anderson. Yo creo que usted solita,
protagonizaría una serie completa de CSI con este asunto.
Pero dejémonos de antiguallas noticiosas. Hoy, en
Venezuela, sigue muriendo la gente en forma bien
interesante y abundante. Por ejemplo, el caso de los
asesinos en serie. Este es el país de los serial killers.
Me parece haber leído que las mujeres asesinas son mas
bien raras en EE UU y Europa. Pero no es nuestro caso.
Imagínese que aquí una peluquera decidió deshacerse de sus
maridos, porque continuamente se equivocaba con sus
parejas y decidió corregir a posteriori. Mató a tres antes
de que alguien sospechase de ella.
Con la ayuda de uno, mataba al anterior. Uno por año. Lo
logró con 3 esposos.
Tenía tal presencia de ánimo, que cumplía con su trabajo,
cortando y secando pelo, de manera ejemplar. Sus hijos,
que la veían todos los días salir a peinar, nunca
entendieron que su empeño correspondía a enormes
compromisos de disimulo.
Yo no soy forense, sino periodista. Pero igual me gusta el
asesinato. La manera febril, innovadora, masiva, en la que
de repente, por ejemplo, empiezan a matar a indigentes en
Venezuela, no tiene parangón. A razón de uno por lo menos
al mes. Usted se imagina, que maravilla. Casi siempre con
el mismo patrón. Los encuentran solos y los asesinan a
golpes, con objetos contundentes. Después de un año
variaron el modus operandi. Me imagino que lo de las
piedras se puso gravoso cuando eran más de tres. Y desde
navidades pasadas, usan los tiros. Alguien se dijo. ¿Y
porqué no a balazos? Hoy aparecen fríos de cualquiera de
los dos “modus”. Los asesinos, siguen en libertad, sin
ninguna cortapisa. Los policías no se meten mucho, porque
usted comprende. Eso es en su país, que estarían
interesadísimos en el asunto, aunque fueran indigentes.
Aquí no. Que sean pobres basta para que los vean y los
recojan como unos perritos.
Yo creo que la innovación del último año son las muertes
de mototaxistas. No se sabe porqué, pero le están ganando
a los muertos mendigos. Los acaban donde sea, aún si van
con sus esposas embarazadas de paseo en su moto.
Hay tan pocos recursos en Venezuela, que por ejemplo,
(para que usted me entienda porqué no investigan
asesinatos en serie) que cuando en las carreteras se muere
alguien, tardan muchísimo tiempo en aparecer, no solo los
paramédicos, sino los médicos y los forenses. Lo mas
probable es que en aquellas perdidas carreteras nuestras
no lleguen sino al siguiente día los auxilios, así que el
que estaba medio muerto, se acaba de morir rapidito. Y por
supuesto, nadie sabe si se trató de un accidente de
verdad, si fue un asesinato por encargo, o si el muerto se
murió de mengua. Si la familia inicia un proceso, empieza
un juicio y a los dos años, probablemente, le hacen las
pruebas de alcoholemia y de consumo de drogas al chofer.
¿Que tal? (Ojo, la familia inicia el proceso, si tiene
mucho dinero)
Le escribo a usted, mi admirada forense de la TV, porque
este país es lo que se llama un terreno virgen, lleno de
mafias organizadas, de asesinatos sin asesino, de
delincuentes sin castigo, de fiscales con tres mil casos,
¿Se imagina usted que éxito? Esto está perfecto para hacer
toneladas de libros: estudios sobre la mentalidad criminal
de los criminales, de los fiscales, del gobierno que
permite el asunto, de nosotros mismos, que convivimos con
todas las mafias tan tranquilos. Perfecto para hacer diez
mil libretos y mil series para la TV.
¿Que mas le puedo decir?
Estoy segura que a estas
alturas ya estará tan entusiasmada como yo.
Le saluda, atentamente
Lucy
lucgomnt@yahoo.es