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Mi estimada forense 
por Lucy Gómez  
sábado, 7 abril 2007


Hola doctora. Le escribo desde Venezuela, un lugar privilegiado para usted y para los de su oficio. No se imagina que paraíso es para una médico forense de EEUU o de Europa venir aquí. Venezuela es un sitio donde desde 1986 hay mas de veinte asesinatos por semana en cualquier gran ciudad. En el caso de nosotros, hay 5 ciudades con más de un millón de personas.

No recurro a sus colegas criollos, porque no se animarían tanto como usted, por la costumbre y por la falta de recursos. No solamente nuestros médicos forenses están en proporción desfavorable al número de asesinatos, sino que no tienen el fabuloso aparataje que según la TV usan ustedes. Y además, no investigan lo que quieren, sino lo que pueden.

Los detalles de las muertes, seguramente que le interesarían muchísimo. Figúrese, que por ejemplo, tenemos el caso de un fiscal de competencia nacional que eliminaron con una bomba hace dos años, y a aún no se conoce la naturaleza del explosivo, porque aunque se consumió el cadáver en la forma característica de la deflagración de los incendiarios, la Fiscalía todo el tiempo ha insistido en que se trata de la detonación de C-4. No importa que el vehículo haya quedado incólume, que no haya volado, que el cadáver se haya consumido pegado al volante, con la mueca característica del calcinado.

¿Se imagina que delicia? Y además, este Danilo no era ningún gafo. Era el fiscal emblemático del gobierno, era la persona tan amada, tan querida del régimen, que el mismo Fiscal General de la República, Isaías Rodríguez, propuso que al muerto se le hiciera una estatua en el patio de la misma Fiscalía.. Dijo públicamente, además, que lo amaba más que a su madre. Todo esto está grabado y bien grabado.

No sé si la estatua de marras existe hoy, pero lo cierto es que el testigo principal del asunto, que le fue a contar confiadamente al fiscal quiénes eran los asesinos, acaba de ser puesto preso en la frontera con Colombia al lado de una joven de 22 años, armada. Según él esperaban a un familiar. Ahora, a pesar de su franqueza frente al fiscal, parece ser el centro de una pelea entre instituciones, el Ministerio Público y la Guardia Nacional venezolana. Y por supuesto, no se sabe todavía quién mató al fiscal Anderson. Yo creo que usted solita, protagonizaría una serie completa de CSI con este asunto.


Pero dejémonos de antiguallas noticiosas. Hoy, en Venezuela, sigue muriendo la gente en forma bien interesante y abundante. Por ejemplo, el caso de los asesinos en serie. Este es el país de los serial killers. Me parece haber leído que las mujeres asesinas son mas bien raras en EE UU y Europa. Pero no es nuestro caso. Imagínese que aquí una peluquera decidió deshacerse de sus maridos, porque continuamente se equivocaba con sus parejas y decidió corregir a posteriori. Mató a tres antes de que alguien sospechase de ella.

Con la ayuda de uno, mataba al anterior. Uno por año. Lo logró con 3 esposos.
Tenía tal presencia de ánimo, que cumplía con su trabajo, cortando y secando pelo, de manera ejemplar. Sus hijos, que la veían todos los días salir a peinar, nunca entendieron que su empeño correspondía a enormes compromisos de disimulo.

Yo no soy forense, sino periodista. Pero igual me gusta el asesinato. La manera febril, innovadora, masiva, en la que de repente, por ejemplo, empiezan a matar a indigentes en Venezuela, no tiene parangón. A razón de uno por lo menos al mes. Usted se imagina, que maravilla. Casi siempre con el mismo patrón. Los encuentran solos y los asesinan a golpes, con objetos contundentes. Después de un año variaron el modus operandi. Me imagino que lo de las piedras se puso gravoso cuando eran más de tres. Y desde navidades pasadas, usan los tiros. Alguien se dijo. ¿Y porqué no a balazos? Hoy aparecen fríos de cualquiera de los dos “modus”. Los asesinos, siguen en libertad, sin ninguna cortapisa. Los policías no se meten mucho, porque usted comprende. Eso es en su país, que estarían interesadísimos en el asunto, aunque fueran indigentes. Aquí no. Que sean pobres basta para que los vean y los recojan como unos perritos.

Yo creo que la innovación del último año son las muertes de mototaxistas. No se sabe porqué, pero le están ganando a los muertos mendigos. Los acaban donde sea, aún si van con sus esposas embarazadas de paseo en su moto.

Hay tan pocos recursos en Venezuela, que por ejemplo, (para que usted me entienda porqué no investigan asesinatos en serie) que cuando en las carreteras se muere alguien, tardan muchísimo tiempo en aparecer, no solo los paramédicos, sino los médicos y los forenses. Lo mas probable es que en aquellas perdidas carreteras nuestras no lleguen sino al siguiente día los auxilios, así que el que estaba medio muerto, se acaba de morir rapidito. Y por supuesto, nadie sabe si se trató de un accidente de verdad, si fue un asesinato por encargo, o si el muerto se murió de mengua. Si la familia inicia un proceso, empieza un juicio y a los dos años, probablemente, le hacen las pruebas de alcoholemia y de consumo de drogas al chofer. ¿Que tal? (Ojo, la familia inicia el proceso, si tiene mucho dinero)

Le escribo a usted, mi admirada forense de la TV, porque este país es lo que se llama un terreno virgen, lleno de mafias organizadas, de asesinatos sin asesino, de delincuentes sin castigo, de fiscales con tres mil casos, ¿Se imagina usted que éxito? Esto está perfecto para hacer toneladas de libros: estudios sobre la mentalidad criminal de los criminales, de los fiscales, del gobierno que permite el asunto, de nosotros mismos, que convivimos con todas las mafias tan tranquilos. Perfecto para hacer diez mil libretos y mil series para la TV.

¿Que mas le puedo decir?

Estoy segura que a estas alturas ya estará tan entusiasmada como yo.

Le saluda, atentamente

Lucy

lucgomnt@yahoo.es    

 
 

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