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La calle caliente
por Lucy Gómez  
sábado, 3 noviembre 2007


El calentamiento de la calle es obvio. Tenemos por delante por lo menos dos meses de manifestaciones y protestas, cada vez más violentas, a favor y en contra de la Reforma Constitucional, esta vez. De nuevo los jefes de información empezamos a insistir en que todos los reporteros usen máscaras antigas y chalecos antibalas cuando cubran las marchas . Los políticos viejos empezaron a esconderse y a disculparse por no ir a marchar, ni a encadenarse, ni a protestar mucho siquiera, sino por televisión, mientras los jóvenes, entre ellos los estudiantes, se convencen de intensificar sus métodos de lucha.

La gente se desespera cuando oye que los pacifistas duraron años para conseguir con sus métodos la conquista no digamos del poder, sino de una democracia moderna. Algunos ejemplos, Nelson Mandela, Mahatma Gandhi o la birmana que lleva doce años encerrada en su casa por una junta militar, la premio Nobel Aung San Suu Kyi.

Los militares son mas cortoplacistas, porque creen en el asalto final, influenciados por todos los cuentos de guerra, incluyendo las victorias de Napoleón y de Hitler.

En la calle, quiénes no queremos tomar el cielo por asalto, vemos como en un teatro, como quiénes son partidarios del régimen, no cambian nada cuando encarnan al gobierno. Siguen pareciéndose como dos gotas de agua a los opresores y los politiqueros de ayer, llámense adecos, copeyanos, perezjimenistas, gomecistas, crespistas o castristas.

Todo aquél que los adverse es un enemigo del estado y del régimen benefactor del país. Todo el que se niegue a los deseos del jefe es un traidor a la patria y un perro rabioso que muerde la mano que le da de comer. ( En este caso, misiones, etc)

El presidente Chávez, el ministro Elías Jaua, el viceministro de Justicia , el ministro Carreño y otros tantos parlamentarios y autoridades diversas, como el equilibrado rector Vicente Díaz, han sido entre otras linduras, consuetudinarios manifestantes encadenados en las puertas de los rectorados de las universidades de este país, jefes políticos y militares de los encapuchados de los ochenta, golpistas del 4-F, conspiradores en las Fuerzas Armadas por 15 años, secuestradores de Niehous y otros plagiados de la cuarta, han metido un tanque en Miraflores, han ocultado el 11 de abril mediante cadenas ininterrumpidas en los medios de comunicación la masacre del pueblo en la calle, han masacrado a trabajadores en el canal 8, asuntos todos justificadísimos por la revolución. Lo único que no está permitido hoy es pensar diferente y protestar arrodillándose ante una ballena, marchando por las calles de las ciudades venezolanas con las manos en alto o dejarse matar (a propósito, me supongo) por una bala de un carro sin nombre en el Zulia., para convertirse en víctima y hacer ver que el gobierno venezolano es represivo.

No es un caso de olvido, es un problema de doble moral.

Los comunicadores, que fueron periodistas alguna vez, en la Asamblea Nacional, cierran los ojos ante todo lo que les haga pensar que están cometiendo y siendo cómplices de los mismos actos violentos que siempre criticaron cuando se los hacían los adecos y los copeyanos a la izquierda insurgente. Me imagino las pesadillas en algunos de los más pugnaces, todo porque necesitan seguir siendo famosos, poderosos y adinerados.

Por eso tiemblan tanto cuando el piso se calienta, lamentablemente con la sangre.

lucgomnt@yahoo.es    

 
 

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