El
calentamiento de la calle es obvio. Tenemos por delante
por lo menos dos meses de manifestaciones y protestas,
cada vez más violentas, a favor y en contra de la Reforma
Constitucional, esta vez. De nuevo los jefes de
información empezamos a insistir en que todos los
reporteros usen máscaras antigas y chalecos antibalas
cuando cubran las marchas . Los políticos viejos empezaron
a esconderse y a disculparse por no ir a marchar, ni a
encadenarse, ni a protestar mucho siquiera, sino por
televisión, mientras los jóvenes, entre ellos los
estudiantes, se convencen de intensificar sus métodos de
lucha.
La gente se desespera cuando
oye que los pacifistas duraron años para conseguir con sus
métodos la conquista no digamos del poder, sino de una
democracia moderna. Algunos ejemplos, Nelson Mandela,
Mahatma Gandhi o la birmana que lleva doce años encerrada
en su casa por una junta militar, la premio Nobel Aung San
Suu Kyi.
Los militares son mas
cortoplacistas, porque creen en el asalto final,
influenciados por todos los cuentos de guerra, incluyendo
las victorias de Napoleón y de Hitler.
En la calle, quiénes no
queremos tomar el cielo por asalto, vemos como en un
teatro, como quiénes son partidarios del régimen, no
cambian nada cuando encarnan al gobierno. Siguen
pareciéndose como dos gotas de agua a los opresores y los
politiqueros de ayer, llámense adecos, copeyanos,
perezjimenistas, gomecistas, crespistas o castristas.
Todo aquél que los adverse es
un enemigo del estado y del régimen benefactor del país.
Todo el que se niegue a los deseos del jefe es un traidor
a la patria y un perro rabioso que muerde la mano que le
da de comer. ( En este caso, misiones, etc)
El presidente Chávez, el
ministro Elías Jaua, el viceministro de Justicia , el
ministro Carreño y otros tantos parlamentarios y
autoridades diversas, como el equilibrado rector Vicente
Díaz, han sido entre otras linduras, consuetudinarios
manifestantes encadenados en las puertas de los rectorados
de las universidades de este país, jefes políticos y
militares de los encapuchados de los ochenta, golpistas
del 4-F, conspiradores en las Fuerzas Armadas por 15 años,
secuestradores de Niehous y otros plagiados de la cuarta,
han metido un tanque en Miraflores, han ocultado el 11 de
abril mediante cadenas ininterrumpidas en los medios de
comunicación la masacre del pueblo en la calle, han
masacrado a trabajadores en el canal 8, asuntos todos
justificadísimos por la revolución. Lo único que no está
permitido hoy es pensar diferente y protestar
arrodillándose ante una ballena, marchando por las calles
de las ciudades venezolanas con las manos en alto o
dejarse matar (a propósito, me supongo) por una bala de un
carro sin nombre en el Zulia., para convertirse en víctima
y hacer ver que el gobierno venezolano es represivo.
No es un caso de olvido, es un
problema de doble moral.
Los comunicadores, que fueron
periodistas alguna vez, en la Asamblea Nacional, cierran
los ojos ante todo lo que les haga pensar que están
cometiendo y siendo cómplices de los mismos actos
violentos que siempre criticaron cuando se los hacían los
adecos y los copeyanos a la izquierda insurgente. Me
imagino las pesadillas en algunos de los más pugnaces,
todo porque necesitan seguir siendo famosos, poderosos y
adinerados.
Por eso tiemblan tanto cuando
el piso se calienta, lamentablemente con la sangre.
lucgomnt@yahoo.es