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Periodistas: 1 - Guerra civil: 0
por Lucy Gómez  
sábado, 8 julio 2006



La toma del centro de Caracas, por parte de manifestantes que llenaron cuatro kilómetros de largo por 50 metros de ancho, gente de clase media y trabajadores que enfrentaron las decisiones del gobierno en materia de libertad de expresión y pensamiento, parecía un regreso imposible sin enfrentamiento, choques y odio.

No fue así

Exceptuando algunas pequeñas histerias como un "¡váyanse de aquí! angustiado de una rubia oxigenada pelo corto, en la puerta del INN y algunas amenazas en el camino de la Nunciatura por parte de mínimos grupos de choque del gobierno, que le arrebataron a un militante de un partido político su bandera para quemarla, no hubo rabia, ni montones de banderas o franelas rojas gritando insultos. Tampoco lanzaron bin ladens, ni botellazos como en los al-rededores del CNE cuando el Firmazo. Solo alguno que otro retrato del presidente Chávez montado en algún piso de los pequeños edificios del centro de Caracas, vio con atención aquella marejada de gente que exigía respetar el derecho ciudadano a escoger la televisora que se quiera ver, a decir lo que desee por cualquier medio de comunicación y a algunos otros derechos ciudadanos, como el de la autonomía universitaria y a la divergencia política.

La bandera que más ondeó, fue la de Venezuela y después, la de RCTV. Los militantes de partidos políticos: AD, Copei, Bandera Roja, ABP, Primero Justicia, se apretujaban unos contra otros con la idea de hacer una mancha definida de color que los distinguiera, pero nada. Fueron sobrepasados por las banderas blancas con las letras de la televisora en colores y por las manos blancas de los estudiantes universitarios, quiénes formaban un mar distinto, bullicioso y rotundo.

Como siempre, los trabajadores de las oficinas de la plaza Venezuela, tiraron por las ventanas papel periódico en trocitos y las hojas de papel de sus archivos muertos, saludando a los manifestantes, como lo han hecho cada vez que pasan por debajo de la torre Polar, la torre Capriles y los edificios de alrededor, quiénes protestan contra el gobierno.

Y hasta que no lo vi, no lo creí. Los policías estaban mas que amables con la marcha. Chavistas o no llevaban grandes sonrisas atendiendo a la gente, incluyendo a todas las mujeres que se creen escogidas por alguien para convencer a sus contrincantes. Una, por ejemplo, su-bió frente a la estación de los bomberos del Distrito Federal, abrazando a cada uno de los PM y susurrándoles algo al oído. La reacción era casi de delicia.

Los buhoneros saludaron a su manera. Nada más desembocar en la avenida Baralt, que se colmó en ambos sentidos de gente, se escuchó a todo volumen, provenientes de sus equipos de sonido el último éxito de RCTV, " Un amigo es para siempre".

No solamente no estuvo nadie para insultar, agredir, golpear, amenazar, tirar botellas, sino que ni siquiera los grupos de choque pugnaron con los policías para romper la cadena de seguridad. Al regreso, no había nadie en las autopistas que se cruzan para ir desde Vargas y Ca-tia hacia el este de Caracas. Aquello parecía Semana Santa.

Tampoco se veía ninguna hueste enfranelada de rojo bajando de ningún cerro a defender los espacios del centro de la capital, aquellos "de barrio" a quiénes convocó el Presidente Chávez para masacrar a los centenares de ciudadanos que según dice, paga el presidente de los Estados Unidos para que lo adversen. Hasta ahora, la paz va ganando.

Periodistas 1, Guerra civil 0.

lucgomnt@yahoo.es    

 
 

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