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Fantasmas políticos
por Lucy Gómez  
sábado, 16 diciembre 2006



La desaparición de los partidos venezolanos que dominaron la escena política desde 1945, está casi cumplida.

Su proceso de autodestrucción comenzó hace más de veinte años, cuando la desconfianza en la política y en los políticos nos tomó por completo. Ellos lograron que la mayoría del pueblo venezolano prefiriese en el 98 a un líder autoritario que dijo que iba a acabarlos, debido a la corrupción que prohijaron y a su olvido prepotente de las mayorías empobrecidas, aún cuando en términos de obras cumplidas, hayan sido más solventes que el chavismo.

Los cascarones de AD, Copei, el MAS, terminan hoy de volverse polvo y decenas de opciones más pequeñas se sepultan inevitablemente. Los partidos minúsculos en votos caen por una pendiente mortal: cada vez obtienen menos fondos y menos militantes para subsistir.

Por supuesto, oímos los llantos de los fantasmas. De los que no saben que están muertos. Proclaman que entre todos los partidos minoritarios obtuvieron una tercera parte del voto de la oposición, tomando como las otras dos terceras partes las de Nuevo Tiempo y Primero Justicia.

Pero lo que de verdad deberían hacer sus dirigentes, es dejar que se desvanezcan esas viejas estructuras. Por eso veo un poco inútiles esas respiraciones de boca a boca que quieren practicar el ex diputado Alfonso Marquina y el ex candidato presidencial Manuel Cova para revivir AD o Luis Ignacio Planas, en Copei. Tal como me parecen lastimeras las convocatorias del MAS y de otros cuantas organizaciones tratando de portarse como si fueran importantes, cuando en realidad. simplemente han sido sustituidos en la intención de voto del venezolano, por lo menos en el de oposición.

La razón es clara. Los partidos políticos que una vez consiguieron a sus militantes por medio de recorridos por todo el país, formando a dirigentes, haciendo mítines, organizando círculos de estudio, han sido sustituidos por organizaciones que usan métodos nuevos de convocatoria. En las grandes ciudades, el comunicador por excelencia es la TV. Los actos como mítines, marchas, concentraciones se hacen mediáticamente, llevando militantes de aquí para allá, convocando por los medios de comunicación. Sostener un partido cuesta muchísimo dinero, mucho tiempo y mucho esfuerzo. El acceso a los medios no es constante, conseguir militantes para hacer el trabajo en los sectores empobrecidos de Venezuela, donde está la mayoría de los votantes, tampoco. No sólo se necesita dinero, sino valor personal, decisión y capacidad de organización.

En un país más pequeño numéricamente hablando no fue fácil tampoco para Betancourt y Caldera construir organizaciones de millones de votantes. Ahora vivimos en ciudades exigentes y peligrosas. Para convencer a sus habitantes, se necesita algo más de lo que le han dado decenas de políticos, unos bienintencionadamente y otros no. Han vivido amarrados a sus escritorios, a sus reuniones de CEN y CDN, a sus actos internos, a sus pequeñas peleas y a sus convocatorias por los programas de opinión.

Hace tiempo que los fantasmas políticos dejaron los barrios, los centros comerciales de las ciudades, las calles y los verdaderos problemas de la gente.

Uno de los motivos más graves de manifestaciones en los últimos años, el de la repulsa a la delincuencia por el aumento de los homicidios, contó con la expresa petición de los organizadores, en su mayoría universitarios, de que no acudiesen políticos. No les prohibieron ir, pero tampoco se presentaron en las vigilias de los desesperados que piden casa frente a Miraflores, frente a Conavi, en El Rosal. No van a acompañar a los desesperados de las cárceles, a los golpeados en las minas de Bolívar, a los damnificados.

Es una actitud digna de lo que son, unos fantasmas. Así como no se aparecen para echar una mano en los problemas diarios, no llegan tampoco a la mente ni a la mano votante. Ahora les toca darse cuenta de su muerte, para que puedan irse en paz.

lucgomnt@yahoo.es    

 
 

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