“A
lo ancho de nuestra nación ya se escucha un clamor de cambio”, dijo con voz
firme y muy sonora el candidato demócrata John Kerry. Y el presidente Bush
parece que comenzó a temblar y balbucear mas de lo corriente. De inmediato, los
medios de comunicación norteamericanos comenzaron a detectar una millonaria
campaña de Bush y de su partido republicano, orientada a desprestigiar a Kerry.
Es que Kerry es un candidato fuerte y se
ha impuesto precisamente porque el electorado cree que es capaz de derrotar al
presidente Bush, que, estando en el poder, siempre dispone de algunas ventajas,
que, conociendo su estilo político, sabrá aprovecharlas muy bien.
Fue ésta certidumbre - la fortaleza de
Kerry frente a Bush -, la que pesó fundamentalmente para que en el momento de
decidirse entre una docena de aspirantes a la candidatura demócrata, finalmente
se impuso el senador por Massachussets.
Fue como en la famosa obra teatral de
Agatha Christie, “Ten Little Indians”. Uno a uno, los otros doce pre
candidatos fueron retirándose, ya sea por falta de apoyo popular y falta de
recursos económicos, ya que el dinero determina el curso de la política
norteamericana. Pero, en general fue porque con su perfil tipo Abraham Licoln -
alto, delgado y de rasgos agudos y aguileños - como expliqué en artículo previo
(John Kerry, se proyecta como candidato anit-Bush),
Kerry avanzaba pisando fuerte y criticando claramente la gestión de Bush. Es
cuestión de imagen, en una sociedad de mentalidad hollywoodense, donde la simple
imagen pesa mucho.
Como lo explicó el cineasta Michael
Moore, un activo comunicador, salido de filas sindicales y acérrimo critico de
Bush, que en principio apoyaba al general Wesley Clark; “Cuando llegue el
momento de elegir, la gente tendrá que optar entre un héroe de guerra y un
desertor”, aludiendo a la experiencia de Kerry como soldado en Vietnam, de
donde salió condecorado, y a las piruetas que hizo Bush para evitar tener que
cumplir con su deber militar en tiempo de guerra, asunto muy debatido
últimamente y en el que Bush, pese a una variedad de dudosos certificados, no
pudo convencer de su falla con el servicio militar que en USA es un deber
sagrado, especialmente en tiempo de guerra.
Aunque la convención que proclamará a la
candidatura del partido Demócrata se realizará en julio, ya no hay duda de que
el candidato presidencial es Kerry. Falta saber quien será el compañero de
fórmula. La prensa ha comenzado hoy mismo las especulaciones, comenzando por
mencionar al senador por Carolina del Norte John Edwards. Quien se proyectó
nacionalmente por su campaña en las primarias y ha demostrado ser un dinámico
político del Sur, lo que puede agregarle muchos votos a Kerry.
También se han mencionado los nombres de
Dick Gerphardt, de mucho arrastre en la clase trabajadora, y el de la senadora
Hillary Clinton.
Y éste jueves 4 de marzo, el NY times
sorprendió al publicar un artículo del catedrático de leyes Stephen Gillers,
distinguido constitucionalista de la NY University quien sugiere que el mejor
compañero de fórmula de Kerry pudiera ser nada menos que el ex-presidente Bill
Clinton. Gillers dice que no existe impedimento legal, pues la enmienda 22,
aplicada desde 1951 especifica que una misma persona no puede ser elegida para
presidente mas de dos veces y, en éste caso, Clinton iría para vice, no para
presi.
Además de también arrastrar el Sur,
Clinton tiene en su haber el éxito económico de su gestión presidencial, que
dejó un superávit que Bush dilapidó y sigue siendo uno de los políticos mas
destacados de EE.UU. ¿Se imaginan un debate entre los dos candidatos
vicepresidenciales?, comento con ironía el profesor Gillers.
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