Populismo, Izquierda y Corrupción
Por
Sergio Muñoz Bata 

Animados por sus triunfos electorales (Venezuela, Chile, Brasil, Argentina y Uruguay entre 1998 y 2005) algunos sectores de la izquierda latinoamericana se excitan imaginando cuánto aumentarán su cosecha en los próximos 18 meses. Entre mayo del 2005 y noviembre del 2006 habrá elecciones presidenciales o parlamentarias en diez países de América Latina y por lo menos en cuatro de ellas (Chile, Venezuela, Nicaragua y México) sería posible que un candidato de izquierda pudiera ganar.

Hablar de la izquierda latinoamericana como si fuera una entidad monolítica es un evidente desatino. Colocar en la misma órbita política al venezolano Hugo Chávez, al chileno Ricardo Lagos, al nicaragüense Daniel Ortega y al brasileño Luiz Inácio Lula da Silva sólo tendría un propósito: ilustrar la ausencia de un común denominador en la izquierda latinoamericana.

La explicación más socorrida para explicar el viraje a la izquierda es que el neoliberalismo fracasó, es decir, las políticas económicas impuestas desde Washington a los países de América Latina resultaron inviables. Basados en el testimonio del jefe de la Agencia Central de Inteligencia, Porter Goss, quien ante un comité del Senado describió algunos de los retos que el país enfrenta y dijo que los comicios electorales en cuatro países latinoamericanos pudieran crear inestabilidad en el hemisferio, se especula que el avance de la izquierda es causa de profunda preocupación en Estados Unidos.

Los dos argumentos son falsos. Los problemas de pobreza y desigualdad en América Latina no los creó el neoliberalismo. Tampoco la corrupción, cuyo historial en el área data de siglos.

Tampoco es cierto que el gobierno de Estados Unidos esté preocupado porque izquierdistas como Lula logren su reelección. En una entrevista reciente, la secretaria de Estado Condoleezza Rice fue explícita al señalar que a Estados Unidos no le importa si en México gana el candidato de la izquierda o de la derecha, siempre y cuando sea electo democráticamente.

El problema no es el neoliberalismo. El reto principal, como dijo Rice, es cómo hacer para que los gobiernos democráticos cumplan mejor con sus pueblos; cómo hacer para que la asistencia para el desarrollo le gane a la corrupción, que es básicamente un impuesto contra los pobres; cómo resolver la brecha educacional y de salud y cómo construir mejores sistemas de rendición de cuentas. La brecha entre las economías que crecen y las condiciones de vida de la población en el hemisferio es la que ha creado un campo fértil para el populismo en América Latina.

La amenaza son organizaciones criminales como las FARC colombianas, que escudadas en la bandera del izquierdismo trafican droga, secuestran gente y siembran el terror en Colombia, Paraguay, Venezuela, Ecuador, Honduras, Nicaragua y Panamá.

Los retos que enfrenta la región son el resurgimiento del populismo a la antigua, el desorden y la imposición de los intereses de un grupo sobre el resto de la comunidad. El descarado asalto al poder judicial desde el poder ejecutivo y la promulgación de leyes que amordazan a la prensa libre. La amenaza a la seguridad continental no es la izquierda democrática que respeta la ley y participa y gana elecciones. Sólo en el marco democrático del estado de derecho puede haber progreso.
 

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 Artículo publicado en el diario El Nuevo Herald, 30 de marzo 2005

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   Manuel "Tirofijo" Marulanda

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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