Hugo Chávez y
la estupidez globalizada -
por Luis DE LION
miércoles, 13 octubre 2004
Francamente
Hugo Chávez, avanzaría mucho más en su revolución, obtendría más
logros, si guardara silencio. Por ejemplo, estoy seguro que hace
rato hubiera podido apoderarse del Banco Central si no se hubiese
empeñado en hacer pública y notoria su pretensión. Igualmente en
esa onda de incontinencia bolivariana, en el mas reciente Aló
presidente, pudo habernos ahorrado, su magnifico aporte en
vísperas al 12 de octubre. El día de la “resistencia indígena”,
sin duda que para pensar así habría que haberse desayunado con un
plato de Fororo piche, de lo contrario no encuentro hoy en el 2004
otra explicación.
Políticamente la estupidez
de cogerla con Cristóbal Colón, es más que inoportuna. Y si le
agregamos que estamos en período electoral, la estupidez se
multiplica, o será que los estúpidos somos nosotros, los que
hacemos oposición, creyendo que de verdad estamos en época pre-electoral,
cuando todo parece estar arreglado. Como quiera que sea, en el
mundo de hoy, ya hay bastante confrontación y malos entendidos,
para que Hugo Chávez pretenda subsumir a nuestra región, en una
calichosa historia de choque de civilizaciones.
Nadie dice las cosas, por
muy presidente petrolero que se sea con barril a 50, así
impunemente. Política e históricamente esas cosas se pagan.
No será un presidente
inculto e intelectualmente tapa amarilla, quien a través de su
micrófono y su ritual onanismo por las cámaras, quien va a cambiar
la historia, ni el nombre mismo del país; porque si tuviera lógica
su discurso, la piccola Venezia, debería dejar de llamarse
Venezuela por decreto presidencial. Facilito, como quien pretende
prohibir las varices, o el dolor de cabeza a través de un decreto.
Carajo pero qué daño
hicieron todos aquéllos intelectuales venezolanos que les dio por
peregrinar a Yare. Pequeños burgueses letrados todos, de esos que
les encanta pasar vacaciones en España, comprar libros en Madrid,
comer jamón Serrano y caerse a cañas; para luego vomitarse sobre
las referencias históricas, culturales y sociales que heredamos de
la tierra de Cervantes.
OK de acuerdo, que si la
resistencia indígena, y toda la paja loca que viene incluida por
el mismo precio; que si el imperialismo español de ayer, y el
imperialismo de Bush de hoy; que si la lucha en solitario del
soldado Fidel Castro contra un embargo injusto, que si el camarada
Mao y sus herederos nuevos ricos, que si el tovarish Putin y sus
helicópteros chatarra. En fin, todas esas y otras, disyuntivas de
existencialismo político, no son el trabajo ni la tarea, asignada
al presidente de la República. No puede un estadista, tener todo
el tiempo una visión histórica puramente caricatural, las
consecuencias de dicha conducta serían la promoción de la
intolerancia, del oscurantismo, y del nacionalismo en su versión
mas militar y retrograda posible. Lo sucedido en Caracas con la
estatua de Colón, es un signo inequívoco de por donde vienen los
tiros.
Todo presidente debe ser
modesto, en especial con las estupideces reduccionistas, un hobbie
practicado por muchos líderes. El trabajo de un presidente como
Hugo Chávez, no es el de competir de igual a igual, con los
movimientos de la estupidez globalizada que llevan adelante los
grupos antimundialización. A dichos grupos, principalmente
europeos y norteamericanos, es decir de niños ricos, les encanta
desfilar por las calles de París, blandiendo afiches de Ben Laden,
para mostrar de esa manera su descontento con Bush. En Londres, el
año pasado los mismos grupos derribaron una estatua de Bush,
erigida en anime, un acto escenificado en la céntrica y concurrida
plaza de Trafalgar Square. Son actos, que la prensa de dichos
países banaliza, y prácticamente no reseña. Sin embargo, cuando
actos por el estilo se producen en el mundo subdesarrollado, los
palangristas europeos y newyorkinos, saltan y escriben páginas
enteras, mostrando su encanto, por las supuestas bondades del
Robin Hood petrolero que Hugo Chávez personifica a los ojos, o al
bolsillo de dicha prensa.
Dicho esto, cabría
preguntarse si ¿tiene hoy la sociedad venezolana la capacidad y la
fortaleza necesaria, como para sacudirse de la estupidez global
que la tiene acogotada?
Aunque, muchos de los
problemas que hoy padecen los venezolanos, no son más que los
daños colaterales, de aquélla gran estupidez cometida por una
mayoría que decidió votar en diciembre del 98 por un militar
golpista y confeso.
Los liderazgos emergentes,
las nacientes asociaciones de ciudadanos, entre otros movimientos
de la llamada sociedad civil, a pesar de su avanzado estado
comatorio, tienen la palabra; no esperemos a que Chávez en vez de
juramentarse sobre la ahora moribunda constitución bolivariana, se
termine juramentando en nombre de la Pachamama.
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