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Armas de doble filo
por Elizabeth Burgos
viernes, 23 mayo 2008


El legado de Raúl Reyes se ha convertido en un arma de doble filo y simboliza el “desarrollo desigual y combinado”, - como lo percibió y definió Trotsky -, de América Latina que no cesa de oscilar entre modernidad y atraso. Las técnicas más modernas de archivaje y de comunicación, las FARC las puso al servicio de un proyecto obsoleto y conservador, que al caer en manos de su enemigo se transforman en armas en contra de sus aliados. Pero allí no termina la paradoja. Nadie imaginó las consecuencias que acarrearía el material documental almacenado en los ordenadores de Raúl Reyes, que hoy cobran el valor de certeras armas de combate, que pueden ser letales, no sólo, contra quienes están dirigidas, sino también para aquellos que las empuñan; y esa es una de las originalidades del conflicto que enfrenta hoy la región. Se trata de un arma de doble filo y el desarrollo que Colombia le ha estado dando a la internacionalización por voluntad de sus vecinos, de la guerra interna que la afecta, es el dato más interesante del conflicto y significa un verdadero aporte al arte de la guerra.

Nunca como ahora se cuenta con los elementos necesarios para incluir al gobierno de Venezuela en la lista de gobiernos terroristas. Nunca como ahora, se cuenta con pruebas que obligan a quienes simpatizan por razones ideológicas, o atraídos por el atractivo de su chequera, a tomar sus distancias con el teniente coronel venezolano. Nunca como ahora Washington cuenta con la posibilidad de tomar sanciones contra el gobierno de Venezuela, puesto que ya el señor Insulza está imposibilitado de declarar, como lo hizo ante el Senado estadounidense, que “no existía ninguna relación entre Chávez y las FARC”. No obstante, Washington enfrenta un dilema insoluble que Georges W. Bush esperaba zanjar en su reciente viaje a Arabia Saudita, pues abrigaba la esperanza de que el rey Abdallah lo ayudara a salir del entuerto aceptando aumentar la producción de petróleo seguramente con la idea de sustituir el millón y medio de barriles que provee Venezuela a la economía mundial, en particular a la de Estados Unidos, - y de paso, lograr rebajar el precio del barril de crudo - que dada la crisis energética por la cual atraviesa el mundo industrializado, al cual se ha sumado la glotona China, seria suicida privarse.

Se ve poco probable que en semejantes condiciones Estados Unidos declare terrorista a un gobierno y lo incluya en la misma lista que Ben Laden y continúe comprándole su petróleo. Es poco probable que en estas condiciones Estados Unidos aproveche la oportunidad que se le brinda y obtenga el logro de Rómulo Betancourt que al presentar ante la OEA las pruebas de la intromisión cubana en Venezuela, obtuvo la exclusión de Cuba de la OEA y la ruptura de relaciones diplomáticas de casi todos los países latino-americanos con la isla.

Por cierto que al proyecto continental de Hugo Chávez le convendría la expulsión de Venezuela de la OEA. Desde el punto de vista de la opinión publica, le granjearía la solidaridad de las corrientes antiamericanas más radicales. Y desde el punto de vista de su proyecto, lo liberaría definitivamente del estorbo que le significan las normas internacionales de la diplomacia, lo que le permitiría actuar impunemente y con toda comodidad, imponiendo su propia ley: esa mezcla de talante mafioso y de piratería que son las bases ideológicas del castrismo. De allí su interés en generar proyectos de integración y de suscribir pactos militares entre los países latino americanos, que podrían aplaudirse de no ser porque sólo son pretextos para imponer un régimen militar-político-económico continental cuyo liderazgo lo detentaría él, en donde no habría cabida para protocolos democráticos ni de derechos humanos tal y como se les entiende.

La decisión de la constitución de la Unión de Naciones suramericanas (Unasur), es la fachada que disimula su verdadero cometido: la prioridad a lo militar. No es pues casual que el primer punto que tiene prevista la agenda sea la creación del Consejo Suramericano de Defensa que deberá coordinar los ejércitos del continente. De cobrar realidad este organismo, se realizará el proyecto del Bloque militar bolivariano con el que soñaba el sociólogo argentino, Norberto Ceresole, consejero de Hugo Chávez desde los primeros tiempos de su reinado, y de quien lo reemplazo en ese menester, Heinz Dieterich, que por el momento, parece estar alejado de Miraflores.

Aunque la iniciativa de su creación proviene del gobierno brasileño, el Consejo Suramericano de Defensa se inscribe en el proyecto pretoriano del Socialismo del siglo XXI, por lo que no es casual que Evo Morales, tras un rápido viaje a La Habana, acudiera a Caracas la víspera de la cumbre de Unisur y suscribiera un tratado de cooperación militar con Venezuela que entrará en vigor de forma inmediata, demostrando así que la agenda de estos dos países difiere de la del Brasil.

Cabe entonces preguntarse si en este contexto, admitirá el presidente de Colombia, a pedido de Estados Unidos, engavetar los archivos de Reyes y acepte la propuesta de Rafael Correa, quien ya lanzó la condición para normalizar las relaciones : que “Uribe abandone el uso de los documentos archivados por Raúl Reyes y se comprometa no intervenir más en el en Ecuador”, cuando poco tiempo antes había declarado en coro con el teniente coronel Hugo Chávez, que el “problema de América Latina era Uribe”. Tal parecería que tanto de un lado como del otro, se busca bajarle intensidad a la crisis. Chávez hasta se comportó de manera educada en la cumbre de Lima, incluso llegó a ostentar cierta discreción.

Le tocó el turno a Evo Morales, por ahora no concernido por los documentos de Reyes, salvar el “honor de la revolución bolivariana” protagonizando una crisis de indignación antiimperialista, en el mejor estilo del castrismo: “se acaba la paciencia”, “la paciencia se va a acabar con los conspiradores de Estados Unidos”. Expresiones de impotencia que dan pena, pues si Bolivia está imposibilitada de rescatar por la fuerza su salida al mar, cabe preguntarse cuán eficaz puede ser Bolivia en un enfrentamiento militar contra Estados Unidos, pese al acuerdo de cooperación militar que acaba de suscribir con Venezuela.

El dilema sigue pendiente, y no es de excluir que se estén llevando a cabo diligentes y complejas negociaciones en vistas a neutralizar a Chávez y a imponerle el abandono del papel de ejecutor de las operaciones ilegales que antes se realizaban desde Cuba, y que hoy no tienen cabida en el esquema capitalista-pragmático del “raulismo” , pero que tampoco éste puede abandonar de repente por la necesidad de preservar el equilibrio interno entre las diferentes corrientes que campean en los intersticios de la cúpula del poder castrista y con el propio Fidel Castro que todavía se mantiene alerta ante la actualidad. El esquema que se puede intuir se está desarrollando en Cuba, es el mismo que tuvo lugar cuando Moscú, para deshacerse de los agentes más comprometidos con el periodo estalinista, se deshizo de ellos enviándolos a la isla en el marco de la cooperación técnico-policial. No es difícil prever que de realizarse la creación del Consejo Suramericano de la Defensa, Venezuela se encargará de que los expertos cubanos en arte militar y en contrainteligencia no permanezcan ociosos.

Otra opción que es de esperarse para poner en el segundo plano los archivos de Raúl Reyes, es la llegada del momento en que los rehenes en manos de las FARC vuelvan a cobrar utilidad. Se puede suponer que las FARC – que han observado un silencio absoluto acerca de los archivos de su extinto líder - decidan retribuirle a Chávez la ayuda inmensa que él les ha prestado, y acepten entregarle los rehenes, no sólo a Ingrid Betancourt, sino también a los tres norteamericanos, ayudando así a lavar su imagen. No se debe olvidar que Estados Unidos tiene en sus manos a Simón Trinidad, el único dirigente de las FARC de la envergadura de Raúl Reyes y de Iván Ríos que permanece vivo, extraditado a Estados Unidos en donde es juzgado actualmente, que dada la penuria de liderazgo que atraviesa hoy la organización, en el mercado de los valores del secuestro, éste tiene un valor político real y no simbólico, por lo que a las FARC le seria de gran utilidad recuperarlo para los tiempos que se avecinan, porque tarde o temprano, se impondrá la opción de las negociaciones políticas entre las FARC y el gobierno colombiano. Opción que se ahonda tras el nuevo éxito de Álvaro Uribe sobre las FARC con la entrega de “Karina”, jefe del frente 47 que en sus primeras declaraciones a la prensa, instó a la guerrilla a abandonar la guerra y a negociar. Palabras que deben tener hondo impacto en las bases, por el grado de popularidad de la que gozaba la comandante guerrillera.

No cabe duda que se entra en una fase florentina de negociaciones en la que Colombia bosqueja una modalidad inédita de guerra destinada a evitar la guerra, pues su propósito no consiste en una guerra entre Estados, pues con Venezuela y el Ecuador no se trata de enfrentamientos “esenciales” entre “enemigos esenciales”, según la denominación dada por Carl Schmitt en su teoría de la “guerra civil mundial”. Por el lado de Estados Unidos, privará la geopolítica petrolera, que nos remite de nuevo a Carl Schmitt quien predijo que “la guerra civil mundial será una guerra civil económica y política al mismo tiempo.

Cada día se percibe más que quien más molesta es Hugo Chávez, pero goza de la inmunidad que le depara el petróleo: es su patente de corso.
 

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 Especializada en etnopsicoanálisis e historia, consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia" (1982).
- Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA


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