El
legado de Raúl Reyes se ha convertido en un arma de doble
filo y simboliza el “desarrollo desigual y combinado”, -
como lo percibió y definió Trotsky -, de América Latina que
no cesa de oscilar entre modernidad y atraso. Las técnicas
más modernas de archivaje y de comunicación, las FARC las
puso al servicio de un proyecto obsoleto y conservador, que
al caer en manos de su enemigo se transforman en armas en
contra de sus aliados. Pero allí no termina la paradoja.
Nadie imaginó las consecuencias que acarrearía el material
documental almacenado en los ordenadores de Raúl Reyes, que
hoy cobran el valor de certeras armas de combate, que pueden
ser letales, no sólo, contra quienes están dirigidas, sino
también para aquellos que las empuñan; y esa es una de las
originalidades del conflicto que enfrenta hoy la región. Se
trata de un arma de doble filo y el desarrollo que Colombia
le ha estado dando a la internacionalización por voluntad de
sus vecinos, de la guerra interna que la afecta, es el dato
más interesante del conflicto y significa un verdadero
aporte al arte de la guerra.
Nunca como ahora se cuenta con
los elementos necesarios para incluir al gobierno de
Venezuela en la lista de gobiernos terroristas. Nunca como
ahora, se cuenta con pruebas que obligan a quienes
simpatizan por razones ideológicas, o atraídos por el
atractivo de su chequera, a tomar sus distancias con el
teniente coronel venezolano. Nunca como ahora Washington
cuenta con la posibilidad de tomar sanciones contra el
gobierno de Venezuela, puesto que ya el señor Insulza está
imposibilitado de declarar, como lo hizo ante el Senado
estadounidense, que “no existía ninguna relación entre
Chávez y las FARC”. No obstante, Washington enfrenta un
dilema insoluble que Georges W. Bush esperaba zanjar en su
reciente viaje a Arabia Saudita, pues abrigaba la esperanza
de que el rey Abdallah lo ayudara a salir del entuerto
aceptando aumentar la producción de petróleo seguramente con
la idea de sustituir el millón y medio de barriles que
provee Venezuela a la economía mundial, en particular a la
de Estados Unidos, - y de paso, lograr rebajar el precio del
barril de crudo - que dada la crisis energética por la cual
atraviesa el mundo industrializado, al cual se ha sumado la
glotona China, seria suicida privarse.
Se ve poco probable que en
semejantes condiciones Estados Unidos declare terrorista a
un gobierno y lo incluya en la misma lista que Ben Laden y
continúe comprándole su petróleo. Es poco probable que en
estas condiciones Estados Unidos aproveche la oportunidad
que se le brinda y obtenga el logro de Rómulo Betancourt que
al presentar ante la OEA las pruebas de la intromisión
cubana en Venezuela, obtuvo la exclusión de Cuba de la OEA y
la ruptura de relaciones diplomáticas de casi todos los
países latino-americanos con la isla.
Por cierto que al proyecto
continental de Hugo Chávez le convendría la expulsión de
Venezuela de la OEA. Desde el punto de vista de la opinión
publica, le granjearía la solidaridad de las corrientes
antiamericanas más radicales. Y desde el punto de vista de
su proyecto, lo liberaría definitivamente del estorbo que le
significan las normas internacionales de la diplomacia, lo
que le permitiría actuar impunemente y con toda comodidad,
imponiendo su propia ley: esa mezcla de talante mafioso y de
piratería que son las bases ideológicas del castrismo. De
allí su interés en generar proyectos de integración y de
suscribir pactos militares entre los países latino
americanos, que podrían aplaudirse de no ser porque sólo son
pretextos para imponer un régimen militar-político-económico
continental cuyo liderazgo lo detentaría él, en donde no
habría cabida para protocolos democráticos ni de derechos
humanos tal y como se les entiende.
La decisión de la constitución
de la Unión de Naciones suramericanas (Unasur), es la
fachada que disimula su verdadero cometido: la prioridad a
lo militar. No es pues casual que el primer punto que tiene
prevista la agenda sea la creación del Consejo Suramericano
de Defensa que deberá coordinar los ejércitos del
continente. De cobrar realidad este organismo, se realizará
el proyecto del Bloque militar bolivariano con el que soñaba
el sociólogo argentino, Norberto Ceresole, consejero de Hugo
Chávez desde los primeros tiempos de su reinado, y de quien
lo reemplazo en ese menester, Heinz Dieterich, que por el
momento, parece estar alejado de Miraflores.
Aunque la iniciativa de su
creación proviene del gobierno brasileño, el Consejo
Suramericano de Defensa se inscribe en el proyecto
pretoriano del Socialismo del siglo XXI, por lo que no es
casual que Evo Morales, tras un rápido viaje a La Habana,
acudiera a Caracas la víspera de la cumbre de Unisur y
suscribiera un tratado de cooperación militar con Venezuela
que entrará en vigor de forma inmediata, demostrando así que
la agenda de estos dos países difiere de la del Brasil.
Cabe entonces preguntarse si en
este contexto, admitirá el presidente de Colombia, a pedido
de Estados Unidos, engavetar los archivos de Reyes y acepte
la propuesta de Rafael Correa, quien ya lanzó la condición
para normalizar las relaciones : que “Uribe abandone el uso
de los documentos archivados por Raúl Reyes y se comprometa
no intervenir más en el en Ecuador”, cuando poco tiempo
antes había declarado en coro con el teniente coronel Hugo
Chávez, que el “problema de América Latina era Uribe”. Tal
parecería que tanto de un lado como del otro, se busca
bajarle intensidad a la crisis. Chávez hasta se comportó de
manera educada en la cumbre de Lima, incluso llegó a
ostentar cierta discreción.
Le tocó el turno a Evo Morales,
por ahora no concernido por los documentos de Reyes, salvar
el “honor de la revolución bolivariana” protagonizando una
crisis de indignación antiimperialista, en el mejor estilo
del castrismo: “se acaba la paciencia”, “la paciencia se va
a acabar con los conspiradores de Estados Unidos”.
Expresiones de impotencia que dan pena, pues si Bolivia está
imposibilitada de rescatar por la fuerza su salida al mar,
cabe preguntarse cuán eficaz puede ser Bolivia en un
enfrentamiento militar contra Estados Unidos, pese al
acuerdo de cooperación militar que acaba de suscribir con
Venezuela.
El dilema sigue pendiente, y no
es de excluir que se estén llevando a cabo diligentes y
complejas negociaciones en vistas a neutralizar a Chávez y a
imponerle el abandono del papel de ejecutor de las
operaciones ilegales que antes se realizaban desde Cuba, y
que hoy no tienen cabida en el esquema
capitalista-pragmático del “raulismo” , pero que tampoco
éste puede abandonar de repente por la necesidad de
preservar el equilibrio interno entre las diferentes
corrientes que campean en los intersticios de la cúpula del
poder castrista y con el propio Fidel Castro que todavía se
mantiene alerta ante la actualidad. El esquema que se puede
intuir se está desarrollando en Cuba, es el mismo que tuvo
lugar cuando Moscú, para deshacerse de los agentes más
comprometidos con el periodo estalinista, se deshizo de
ellos enviándolos a la isla en el marco de la cooperación
técnico-policial. No es difícil prever que de realizarse la
creación del Consejo Suramericano de la Defensa, Venezuela
se encargará de que los expertos cubanos en arte militar y
en contrainteligencia no permanezcan ociosos.
Otra opción que es de esperarse
para poner en el segundo plano los archivos de Raúl Reyes,
es la llegada del momento en que los rehenes en manos de las
FARC vuelvan a cobrar utilidad. Se puede suponer que las
FARC – que han observado un silencio absoluto acerca de los
archivos de su extinto líder - decidan retribuirle a Chávez
la ayuda inmensa que él les ha prestado, y acepten
entregarle los rehenes, no sólo a Ingrid Betancourt, sino
también a los tres norteamericanos, ayudando así a lavar su
imagen. No se debe olvidar que Estados Unidos tiene en sus
manos a Simón Trinidad, el único dirigente de las FARC de la
envergadura de Raúl Reyes y de Iván Ríos que permanece vivo,
extraditado a Estados Unidos en donde es juzgado
actualmente, que dada la penuria de liderazgo que atraviesa
hoy la organización, en el mercado de los valores del
secuestro, éste tiene un valor político real y no simbólico,
por lo que a las FARC le seria de gran utilidad recuperarlo
para los tiempos que se avecinan, porque tarde o temprano,
se impondrá la opción de las negociaciones políticas entre
las FARC y el gobierno colombiano. Opción que se ahonda tras
el nuevo éxito de Álvaro Uribe sobre las FARC con la entrega
de “Karina”, jefe del frente 47 que en sus primeras
declaraciones a la prensa, instó a la guerrilla a abandonar
la guerra y a negociar. Palabras que deben tener hondo
impacto en las bases, por el grado de popularidad de la que
gozaba la comandante guerrillera.
No cabe duda que se entra en una
fase florentina de negociaciones en la que Colombia bosqueja
una modalidad inédita de guerra destinada a evitar la
guerra, pues su propósito no consiste en una guerra entre
Estados, pues con Venezuela y el Ecuador no se trata de
enfrentamientos “esenciales” entre “enemigos esenciales”,
según la denominación dada por Carl Schmitt en su teoría de
la “guerra civil mundial”. Por el lado de Estados Unidos,
privará la geopolítica petrolera, que nos remite de nuevo a
Carl Schmitt quien predijo que “la guerra civil mundial será
una guerra civil económica y política al mismo tiempo.
Cada día se percibe más que
quien más molesta es Hugo Chávez, pero goza de la inmunidad
que le depara el petróleo: es su patente de corso.
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Especializada en etnopsicoanálisis e historia,
consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú
y así me nació la conciencia" (1982).
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Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA |