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Los rehenes de Fidel Castro
por Elizabeth Burgos
lunes, 29 junio 2009


Ante la opinión pública ya es un hecho innegable que las FARC cuentan con el nada glorioso título de  ser los mayores secuestradores del mundo y mantener cautivos el mayor número de personas en condiciones infrahumanas.

Pero existe otro lugar en América Latina que bate el record pues se trata de un régimen que practica el secuestro como política  de Estado y  ese país es Cuba. Pero ello no sólo no escandaliza a la opinión pública, sino que los gobernantes de la ola neofascista latinoamericana, considerados como “democracias de izquierda”, no sólo lo ignoran voluntariamente sino han llegado al extremo de la falta de ética pretender se le pida disculpas al gobierno de La Habana por haber sido expulsada de la OEA. Ninguno de los gobiernos que han llevado a cabo la campaña para que Cuba sea reintegrada a la OEA ha mencionado la ausencia total de democracia del régimen de los hermanos Castro, aún menos, la existencia de un grupo entre los secuestrados del país que lo constituyen los presos políticos, y los hijos o padres de aquellos cubanos que enviados en misiones oficiales al exterior han optado por la libertad, pidiendo asilo político.

Es decisión dramática puesto que quien recurre a ella está condenado a no ver más a sus hijos, padres y demás familiares. El sistema de secuestro que practica el régimen castrista es lo que impide que el número de funcionarios y oficiales, que opten por el asilo sea masivo.

El caso de la doctora Hilda Molina es una demostración de ese sistema perverso, e inhumano. Quince años pasaron antes de que la doctora Molina pudiera abandonar Cuba para reunirse con su hijo exiliado en la Argentina y conocer a sus nietos: el mayor tiene la edad que duró el secuestro de su abuela, quince años.

Si ese ha sido el tratamiento que el régimen le ha dado a alguien que fue persona de su entera confianza, miembro del Partido Comunista, distinguida con todas  las medallas al mérito que otorga el régimen, incluso del Ministerio del Interior, al que sirvió, según la noticia biográfica de la doctora,  durante 20 años qué se puede esperar para el resto de los rehenes. Fundadora del Centro Internacional de Restauración Neurológica (CIREN) y diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular, centro sobre el cual corrían los más variados rumores que ponían gravemente en causa la ética médica, pues se decía que utilizaban fetos vivos, extraídos de jóvenes embarazadas,  para practicar injertos en el cerebro de pacientes aquejados de dolencias neurológicas, en particular el mal de Parkinson, que por cierto fue una de las enfermedades sufridas por Fidel Castro. 

También, profesionales que trabajaron en el equipo del CIREN, hoy en el exilio, han revelado que se practicaban operaciones del tipo de histerotaxia – electrocoagulación de zonas del cerebro – sin autorización previa del paciente, con el objeto de practicar  investigaciones que permitiera avanzar en la búsqueda del centro responsable del mal de Parkinson.

Es muy posible que la razón de retener con tanto ahínco a la doctora Molina en La Habana, impidiéndole reunirse con su hijo, también neurocirujano, radicado en la Argentina, pese a las presiones del gobierno argentino, de Vaclav Havel, del historiador y diputado polaco Bronislaw Geremek,  y del mundo científico, se haya debido a las revelaciones que al respecto la profesional cubana pudiera hacer respecto a las técnicas  reñidas con la ética médica practicadas en el centro que ella dirigía, que a decir de quienes han practicado allí, lo dirigía en realidad Fidel Castro en persona. Según el régimen, el motivo era que el “cerebro de la doctora Molina era patrimonio del país”. Criterio que caracteriza el totalitarismo en el que la individualidad de la persona desaparece y se convierte en propiedad del Estado.

La doctora Molina aduce que su renuncia al CIREN, al Partido comunista y a su estatuto de diputada, fue debido a que el gobierno cubano  transformó el centro en  una empresa comercial dolarizada destinada al turismo médico que tanto auge ha tenido en los últimos tiempos en Cuba.

Hoy la doctora se encuentra al fin reunida con su familia en Buenos Aires. Seguramente no hará grandes revelaciones con respecto a esos rumores, pero lo que si está haciendo, es desmontando el mito de la calidad de la salud pública en Cuba, y la excelencia de sus médicos. En una entrevista realizada a su llegada a Buenos Aires, la doctora Molina reconoce la excelencia de la medicina pública en los países europeos y en algunos de América Latina como en la Argentina y Chile. Reconoce que en “Cuba hay muy buenos profesionales, como hay graduados en la universidad que no saben ni escribir porque depende de la masividad con la que se han graduado.” Dice que los extranjeros van a tratarse en Cuba  lo hacen “por la propaganda demencial, por la cantidad de voceros que tiene el gobierno cubano donde quiera”.

Vale la pena transcribir las palabras de la doctora Molina en una entrevista al diario Perfil  respecto al verdadero nivel del desarrollo médico cubano, que demuestra la impostura, a propósito del centro que dirigió allí no había  “nada que se haya inventado en Cuba. La restauración neurológica es una rama de la neurociencia que surge en el mundo desarrollado para tratar enfermedades incurables del sistema nervioso y darles calidad de vida a los enfermos mediante tratamientos que van desde medicamentos hasta operaciones de mínimo acceso. Hay aspectos que se estaban desarrollando en Japón, otros en Estados Unidos, otros en Canadá y otros en España. ¿Qué hice yo? Estudiando, me doy cuenta de todo esto que está surgiendo y, sin ser nadie, por mi cuenta, les escribí a los científicos que me empezaron a responder y me permitieron armar una bibliografía. Lo que se podía hacer con todo eso era tremendo. Yo era subdirectora del Instituto Neurológico en ese momento; hablé con el director y le dije que iba a hacer un proyecto. Lo hice y lo presenté en el Ministerio. Sin recursos comenzamos en el instituto a desarrollar algunos aspectos junto al director, que era el mejor neurólogo del país. Como los resultados fueron buenos, la prensa comenzó a publicar nuestras investigaciones. Y en ese momento es cuando el señor Fidel Castro se entera de que yo existo. Un día me mandó a buscar para que le contara de qué se trataba todo esto. Y bueno, a partir de ahí el proyecto se aprobó y se hizo el centro. Pero se hizo con el concurso de todos estos científicos que ya eran mis amigos y que viajaron a Cuba gratuitamente para dar su asesoría. Además hicieron donativos de instrumentos y, lo que es más importante, dieron becas para formar en distintas áreas a los jóvenes que iban a trabajar en esto.” Cuba es como cualquier país en vías de desarrollo que necesita importar técnicas de los centros desarrollados. Sólo las mentes subdesarrolladas pueden pretender lo contrario, como es el caso venezolano.

Otra declaración que conmocionó a la Argentina fue que la doctora Molina no se dirigió a las madres de la Plaza de Mayo, porque sabía que no harían nada por ella ante el régimen de Fidel Castro el “cual reverencian”.

No hay que olvidar que la líder más destacada de la organización de las madres de la Plaza de Mayo, Hebe Bonafini, habiéndose encontrado en La Habana el 1 de septiembre 2001, declaró haber brindado de alegría festejando con vino el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York. Fidel Castro, como hombre cauto, prefirió guardar silencio ante el hecho y le dejó a la madre, símbolo de la lucha por los derechos humanos, celebrar uno de los hechos más atroces en materia de asesinato colectivo en el que perecieron miles de jóvenes, como los hijos de las madres que perecieron bajo la dictadura militar en la Argentina.

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 Especializada en etnopsicoanálisis e historia, consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia" (1982).
- Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA


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