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Hace 40 años: entre Apollo 11 y el subdesarrollo permanente
por Elizabeth Burgos
jueves, 23 julio 2009


Desde aquel 20 de julio de 1969, cuando la misión espacial del Apolo 11 depositó en la superficie de la luna a Neil Armstron, Edwin Aldrin y Michael Collins, - el acontecimiento histórico de mayor audacia y trascendencia desde el descubrimiento de América - marcó uno de los mayores hitos científicos de nuestra era. Bastaría establecer una cronología comparativa de los logros científico-técnicos realizados desde entonces entre Europa, Estados- Unidos, China, Japón, la India, Brasil y los países latinoamericanos, para realizar un diagnóstico de su situación en relación al resto del mundo.

El fracaso de Estados-Unidos en Playa Girón significó un simple incidente que no obstaculizó para nada el avance científico-técnico del país y su propósito de imponer su liderazgo sobre la URSS. En cambio en Cuba, enfrascada en un retroceso de su historia, dedicada a la producción de imágenes y de propaganda, Playa Girón se convirtió en una razón de ser.

Por su lado, Japón lograba éxitos excepcionales en materia tecnológica; la India se convertía en el mayor productor de tecnología informática y de ingenieros, y la mayor productora en materia de industria cinematográfica; la China abandonaba el comunismo en materia económica y está en vías de convertirse en el la mayor potencia industrial del planeta, relegando al comunismo para uso interno del control de la población; el Brasil, exporta aviones, armamento, ha conquistado espacio de mercado a nivel mundial y está a la cabeza de la producción de bio – combustibles y goza de una democracia estable.

Mientras estos países realizaban esas proezas, América Latina se sumergía en las pautas que le marcaba el delirio mesiánico de Fidel Castro que confunde su proyecto individual con los intereses de la sociedad. Los latinoamericanos y sus elites, adiestrados a escuchar y a actuar impulsados bajo la influencia de los caudillos carismáticos y la promesa del remedio milagroso que les propone el populismo y las utopías manipuladoras, se sumergían en las luchas guerrilleras.

A partir del año 1969 se impuso la acción motivada por la venganza de la muerte del Che. En lugar de analizar el fracaso de quien representaba el emblema del dogma de la lucha armada, Bolivia reincidía en la lucha guerrillera en Teoponte, cuyo saldo significó la muerte de la elite universitaria del país. En el Uruguay, el terrorismo de los Tupamaros, propició un golpe de Estado en un país modelo de democracia; en la Argentina, la lucha armada y el asesinato de generales condujeron al terrorismo de Estado; los miles de muertos causados por las guerras de Centro América, no condujeron a nada puesto que Fidel Castro ordenó se detuvieran atendiendo al cambio del panorama soviético que desembocó en la Perestroika.

Hoy, debemos constatar, que en lugar de competir en el mundo científico técnico y en el mundo de las ideas, América Latina está sumergida en la seducción del discurso del castrismo. Un modo de comunicación que ha derivado en la población en un cuadro patológico de tipo esquizofrénico; modo de comunicación que el antropólogo Gregory Bateson de la Escuela de Palo Alto definió como “double bind”.

El “double bind” consiste en el dilema que se crea cuando se conmina a obedecer a dos exhortaciones opuestas; la obligación de cumplir con una, anula a la otra, convirtiendo la situación en insoluble. Por ejemplo, en el seno de la familia el niño sometido a dos exigencias opresoras, entra en conflicto, se ve acorralado en una situación imposible: “si lo haces estás condenado, no sobrevivirás, no encontrarás la seguridad, ni el placer, si no lo haces también”. El estudio científico de este mecanismo perturbador, desembocó en una teoría de las causas de la esquizofrenia.

Bateson atribuye un papel patógeno al “double bind” (mensaje contradictorios que se anulan) como modo de comunicación y es el síntoma que más se observa entre los niños aquejados de esquizofrenia en su relación con la madre. El carácter patógeno reside en el hecho de que el niño no está capacitado para rechazar o anular cuando la madre le emite mensajes contradictorio. El niño está imposibilitado de dar una respuesta adecuada, puesto que en cualquier caso saldrá perdiendo. Si demuestra afecto a las manifestaciones de afecto de la madre y esta no lo soporta y lo rechaza; o si él responde con hostilidad, ella lo rechazará también. Según Bateson, ello imposibilita al niño de inscribir el valor simbólico del mecanismo de comunicación y le impide distinguir el sentido metafórico del sentido literal de las mensajes, y esa anomalía es un rasgo específico de la psicosis.

El discurso del régimen cubano relativo a las relaciones con Estados Unidos, revista las mismas características descritas por Bateson.

En donde impera una comunicación patológica, ese modo de conminar que se nutre de paradojas – estamos enfrentados a Estados Unidos porque de ello depende la salvaguarda de nuestra soberanía nacional, pero al mismo tiempo exigimos el levantamiento del embargo porque “sume al pueblo en la miseria”; ergo, Estados Unidos está en la obligación de asumir el lugar que tuvo la URSS de proveedor de medios para la sobrevivencia de la “revolución.” El régimen cubano, exhibiendo un rasgo de mentalidad colonizada, supedita el advenimiento de la democracia, a las decisiones que tome Estados Unidos con respecto a Cuba, enfrentando a los cubanos a ese dilema permanente y así los convierte en chivo expiatorio que deben asumir dócilmente la versión perversa de una comunicación destinada a la manipulación y a convertirse en su encarnación; en la victima, en el miembro esquizofrénico del sistema: el pueblo de Cuba reducido al desdoblamiento de su personalidad. La aceptación de ese discurso es el mecanismo de defensa que le permite sobrevivir dentro de un contexto que sólo le brinda la imposibilidad, para los cubanos es la condición para que se mantenga la cohesión del grupo; asumiendo las incoherencias del sistema, adoptando como opción el mutismo.

El clímax del “double bind” ha quedado demostrado en las conminaciones por parte de Fidel Castro, de Hugo Chávez y del resto de los integrantes de la mafia del Alba, al presidente Obama para que intervenga en Honduras y derroque el gobierno que desplazó al de Manuel Zelaya del poder. Dicho de otra manera: que Estados Unidos haga lo que siempre Cuba y los “anti imperialistas” le han criticado: que ponga y deponga presidentes.

Se trata de una disposición emocional generada por el resentimiento, rasgo que comparten las personalidades que no se aceptan tal y como son, y que en vez de actuar reaccionan visceralmente. Según Nietzsche, el resentimiento falsea la “visión del universo”, pero es falseando el “sentido de los valores mismos” es que opera su verdadera naturaleza lo que el filosofo denomina “la falsificación del baremo de los valores”.

Los líderes del castrismo los domina una afectividad negativa: odio, celos, envidia, impulsos que responden claramente a un comportamiento patológico.

René Girard, detecta en el comportamiento humano una tendencia a la imitación, que completa la noción del resentimiento nietzscheano, que sería indispensable para el proceso de aprendizaje, pero Girard establece al diferencia entre el mimetismo de aprendizaje y el mimetismo de rivalidad; este último sería la fuente de los conflictos que viven las sociedades en las que vivimos. Por ejemplo, las frustraciones que sufren ciertas categorías de la población generan una rivalidad mimética. Expresan odio por la burguesía, o por Estados Unidos, porque en el fondo quieren suplantar al burgués o imitar a Estados Unidos.

El burgués odiado, es a la vez el modelo que se desea alcanzar. En la rivalidad mimética hay un mediador que es a la vez modelo y rival, lo que revela una insuficiencia del ser frente al otro y su meta es suplantarlo. Girard apunta que el conflicto mimético puede degenerar en un antagonismo generalizado; la guerra de todos contra todos. Aparece entonces la necesidad de un chivo expiatorio para que se opere la unión de la comunidad. Ese es el papel que ha jugado el enfrentamiento alimentado por Fidel Castro, entre Cuba y Estados Unidos y que ha servido de chantaje para mantener a los cubanos en una postura de rehenes dóciles.

Mientras tanto en Venezuela, aquellos que podrían situar al país en la órbita del progreso científico, están abandonando el país que, igual que Cuba, rápidamente se sumergirá en el subdesarrollo crónico.
 

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 Especializada en etnopsicoanálisis e historia, consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia" (1982).
- Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA


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