Desde aquel 20 de julio de 1969,
cuando la misión espacial del Apolo 11 depositó en la
superficie de la luna a Neil Armstron, Edwin Aldrin y
Michael Collins, - el acontecimiento histórico de mayor
audacia y trascendencia desde el descubrimiento de América -
marcó uno de los mayores hitos científicos de nuestra era.
Bastaría establecer una cronología comparativa de los logros
científico-técnicos realizados desde entonces entre Europa,
Estados- Unidos, China, Japón, la India, Brasil y los países
latinoamericanos, para realizar un diagnóstico de su
situación en relación al resto del mundo.
El fracaso de Estados-Unidos en Playa Girón significó un
simple incidente que no obstaculizó para nada el avance
científico-técnico del país y su propósito de imponer su
liderazgo sobre la URSS. En cambio en Cuba, enfrascada en un
retroceso de su historia, dedicada a la producción de
imágenes y de propaganda, Playa Girón se convirtió en una
razón de ser.
Por su lado, Japón lograba éxitos excepcionales en materia
tecnológica; la India se convertía en el mayor productor de
tecnología informática y de ingenieros, y la mayor
productora en materia de industria cinematográfica; la China
abandonaba el comunismo en materia económica y está en vías
de convertirse en el la mayor potencia industrial del
planeta, relegando al comunismo para uso interno del control
de la población; el Brasil, exporta aviones, armamento, ha
conquistado espacio de mercado a nivel mundial y está a la
cabeza de la producción de bio – combustibles y goza de una
democracia estable.
Mientras estos países realizaban
esas proezas, América Latina se sumergía en las pautas que
le marcaba el delirio mesiánico de Fidel Castro que confunde
su proyecto individual con los intereses de la sociedad. Los
latinoamericanos y sus elites, adiestrados a escuchar y a
actuar impulsados bajo la influencia de los caudillos
carismáticos y la promesa del remedio milagroso que les
propone el populismo y las utopías manipuladoras, se
sumergían en las luchas guerrilleras.
A partir del año 1969 se impuso la acción motivada por la
venganza de la muerte del Che. En lugar de analizar el
fracaso de quien representaba el emblema del dogma de la
lucha armada, Bolivia reincidía en la lucha guerrillera en
Teoponte, cuyo saldo significó la muerte de la elite
universitaria del país. En el Uruguay, el terrorismo de los
Tupamaros, propició un golpe de Estado en un país modelo de
democracia; en la Argentina, la lucha armada y el asesinato
de generales condujeron al terrorismo de Estado; los miles
de muertos causados por las guerras de Centro América, no
condujeron a nada puesto que Fidel Castro ordenó se
detuvieran atendiendo al cambio del panorama soviético que
desembocó en la Perestroika.
Hoy, debemos constatar, que en lugar de competir en el mundo
científico técnico y en el mundo de las ideas, América
Latina está sumergida en la seducción del discurso del
castrismo. Un modo de comunicación que ha derivado en la
población en un cuadro patológico de tipo esquizofrénico;
modo de comunicación que el antropólogo Gregory Bateson de
la Escuela de Palo Alto definió como “double bind”.
El “double bind” consiste en el dilema que se crea cuando se
conmina a obedecer a dos exhortaciones opuestas; la
obligación de cumplir con una, anula a la otra, convirtiendo
la situación en insoluble. Por ejemplo, en el seno de la
familia el niño sometido a dos exigencias opresoras, entra
en conflicto, se ve acorralado en una situación imposible:
“si lo haces estás condenado, no sobrevivirás, no
encontrarás la seguridad, ni el placer, si no lo haces
también”. El estudio científico de este mecanismo
perturbador, desembocó en una teoría de las causas de la
esquizofrenia.
Bateson atribuye un papel patógeno al “double bind” (mensaje
contradictorios que se anulan) como modo de comunicación y
es el síntoma que más se observa entre los niños aquejados
de esquizofrenia en su relación con la madre. El carácter
patógeno reside en el hecho de que el niño no está
capacitado para rechazar o anular cuando la madre le emite
mensajes contradictorio. El niño está imposibilitado de dar
una respuesta adecuada, puesto que en cualquier caso saldrá
perdiendo. Si demuestra afecto a las manifestaciones de
afecto de la madre y esta no lo soporta y lo rechaza; o si
él responde con hostilidad, ella lo rechazará también. Según
Bateson, ello imposibilita al niño de inscribir el valor
simbólico del mecanismo de comunicación y le impide
distinguir el sentido metafórico del sentido literal de las
mensajes, y esa anomalía es un rasgo específico de la
psicosis.
El discurso del régimen cubano
relativo a las relaciones con Estados Unidos, revista las
mismas características descritas por Bateson.
En donde impera una comunicación patológica, ese modo de
conminar que se nutre de paradojas – estamos enfrentados a
Estados Unidos porque de ello depende la salvaguarda de
nuestra soberanía nacional, pero al mismo tiempo exigimos el
levantamiento del embargo porque “sume al pueblo en la
miseria”; ergo, Estados Unidos está en la obligación de
asumir el lugar que tuvo la URSS de proveedor de medios para
la sobrevivencia de la “revolución.” El régimen cubano,
exhibiendo un rasgo de mentalidad colonizada, supedita el
advenimiento de la democracia, a las decisiones que tome
Estados Unidos con respecto a Cuba, enfrentando a los
cubanos a ese dilema permanente y así los convierte en chivo
expiatorio que deben asumir dócilmente la versión perversa
de una comunicación destinada a la manipulación y a
convertirse en su encarnación; en la victima, en el miembro
esquizofrénico del sistema: el pueblo de Cuba reducido al
desdoblamiento de su personalidad. La aceptación de ese
discurso es el mecanismo de defensa que le permite
sobrevivir dentro de un contexto que sólo le brinda la
imposibilidad, para los cubanos es la condición para que se
mantenga la cohesión del grupo; asumiendo las incoherencias
del sistema, adoptando como opción el mutismo.
El clímax del “double bind” ha quedado demostrado en las
conminaciones por parte de Fidel Castro, de Hugo Chávez y
del resto de los integrantes de la mafia del Alba, al
presidente Obama para que intervenga en Honduras y derroque
el gobierno que desplazó al de Manuel Zelaya del poder.
Dicho de otra manera: que Estados Unidos haga lo que siempre
Cuba y los “anti imperialistas” le han criticado: que ponga
y deponga presidentes.
Se trata de una disposición emocional generada por el
resentimiento, rasgo que comparten las personalidades que no
se aceptan tal y como son, y que en vez de actuar reaccionan
visceralmente. Según Nietzsche, el resentimiento falsea la
“visión del universo”, pero es falseando el “sentido de los
valores mismos” es que opera su verdadera naturaleza lo que
el filosofo denomina “la falsificación del baremo de los
valores”.
Los líderes del castrismo los
domina una afectividad negativa: odio, celos, envidia,
impulsos que responden claramente a un comportamiento
patológico.
René Girard, detecta en el
comportamiento humano una tendencia a la imitación, que
completa la noción del resentimiento nietzscheano, que sería
indispensable para el proceso de aprendizaje, pero Girard
establece al diferencia entre el mimetismo de aprendizaje y
el mimetismo de rivalidad; este último sería la fuente de
los conflictos que viven las sociedades en las que vivimos.
Por ejemplo, las frustraciones que sufren ciertas categorías
de la población generan una rivalidad mimética. Expresan
odio por la burguesía, o por Estados Unidos, porque en el
fondo quieren suplantar al burgués o imitar a Estados
Unidos.
El burgués odiado, es a la vez
el modelo que se desea alcanzar. En la rivalidad mimética
hay un mediador que es a la vez modelo y rival, lo que
revela una insuficiencia del ser frente al otro y su meta es
suplantarlo. Girard apunta que el conflicto mimético puede
degenerar en un antagonismo generalizado; la guerra de todos
contra todos. Aparece entonces la necesidad de un chivo
expiatorio para que se opere la unión de la comunidad. Ese
es el papel que ha jugado el enfrentamiento alimentado por
Fidel Castro, entre Cuba y Estados Unidos y que ha servido
de chantaje para mantener a los cubanos en una postura de
rehenes dóciles.
Mientras tanto en Venezuela,
aquellos que podrían situar al país en la órbita del
progreso científico, están abandonando el país que, igual
que Cuba, rápidamente se sumergirá en el subdesarrollo
crónico.
* |
Especializada en etnopsicoanálisis e historia,
consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú
y así me nació la conciencia" (1982).
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Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA |