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Irán: un ejemplo cercano
por Elizabeth Burgos
lunes, 22 junio 2009


El resultado de las elecciones presidenciales en Irán ha suscitado un rechazo radical de una buena parte de la población ante lo que considera un fraude escandaloso del voto popular. Hecho que seguramente inspirará a Rafael Poleo cuando le de por aconsejar al teniente coronel Hugo Chávez, como suele hacerlo con el sólo propósito de hacerle entrar en razón y evitarle al país tragedias mayores. En lugar de recordar la imagen del simbolismo mussoliniano que tanta polvareda ha levantado entre la oligarquía roja, ahora podrá llamarle la atención acerca de los sucesos de Irán muy cercanos al teniente coronel, por la identidad de regimenes y por las relaciones que los atan. Por lo general, ese tipo de regimenes que actúan por mimetismo, cuando sobreviene el descalabro de uno de ellos, los otros lo siguen en el despeñadero, además de servir de ejemplo a la oposición de los países víctimas de estos mesías milenaristas.

La histeria que despertó el simbolismo mussoliniano tal vez se deba a que los saqueos y linchamientos forman parte de la tradición popular venezolana. Los cuentos de los saqueos a la muerte del general Gómez, formaban parte del repertorio de anécdotas de los abuelos. Los linchamientos de los agentes de la Seguridad Nacional y los saqueos de las mansiones de los perezjimenistas, a manos seguramente del mismo pueblo que antes los aplaudió, son un ejemplo de esa tradición. De allí tal vez el temor que refleja la reacción desmedida que lleva al régimen hasta utilizarla como argumento para justificar el cierre de Globovisión.

No obstante, lo más factible es que en Venezuela, la franja ilustrada de la población - cualidad que nada tiene que ver con la fortuna personal sino simplemente con el grado de modernidad mental – reaccione como lo está haciendo hoy la población iraní, con su 60% de jóvenes de menos de 30 años. Y treinta años precisamente han transcurrido desde que el Ayatolah Jomení se amparó del poder e impuso un Estado teocrático.

Nada más parecido al cuadro político venezolano que el iraní, restándole, por supuesto el elemento religioso. Aspecto que por cierto los jóvenes recusan, pues consideran que el Islam invadió a Irán al igual que lo hizo en España, y que ellos se sienten más cercano de la exquisita cultura clásica persa, de Omar Kayán, que del oscurantismo de los ayatolahs.

En Irán, la juventud y los reformistas modernos están hartos de que el país esté en guerra contra el mundo, de las declaraciones antisemitas del presidente, de la inflación galopante, de la crisis económica que azota al país debido a que el gobierno derrochó la buena racha petrolera alimentando su populismo, de la milicia religiosa que controla la vida privada de la población, de los pasdarán (las milicias bolivarianas de Ahmanideyah) que crean el terror en el pueblo.

Pese a la prohibición oficial de salir a la calle, más de un millón de personas manifestó en Teherán en signo de protesta contra el fraude electoral del que resultó reelecto Ahmadineyad. Durante la manifestación pacífica convocada por Mir Hossein Mousavi, el candidato reformista a quien le arrebataron el triunfo electoral, las milicias dispararon causando siete muertos usando la misma técnica utilizada en Puente Llaguno. Cuando terminaba la manifestación pacifica, un grupo, seguramente de provocadores teleguiados por las propias milicias, sorpresivamente, atacó una base de la milicia progubernamental. Los milicianos abrieron fuego, algunos apostados en el techo dispararon sus Kalachnikovs sobre la muchedumbre indefensa.

Según informaciones emanadas del propio seno del Ministerio del Interior, de agentes descontentos con el régimen, dejaron filtrar los resultados reales de la primera vuelta de las elecciones presidenciales a los medios. Incluso hoy martes se difundió en Francia la noticia de boca de periodistas bien informados, que Musavi fue convocado al Ministerio y se le informó su triunfo. Ahmadineyad habría obtenido el 30% y Musavi el 62,2% de los votos.

La voluntad de la población es tal, que pese a los muertos del lunes, el martes los electores de Musavi volvieron a las calles a manifestar. Y peso al orden de permanecer en sus hoteles a los medios extranjeros, al bloqueo de Internet y de la posibilidad de enviar mensajes de texto, se filtran noticias de que el movimiento también se ha extendido a la provincia.

El guía supremo ha intentado calmar la oposición ordenando se abra una encuesta sobre el resultado electoral. El poderoso consejo de Guardianes de la constitución, se dice dispuesto a examinar las acusaciones de fraude y la exigencia de anular el escrutinio por parte de Musavi, apoyado por el expresidente reformador Mohammad Khatami.

Por supuesto, no se pude ser optimista y esperar un desenlace inmediato, pero lo que es cierto, es que la juventud iraní no dejará gobernar a Ahmadineyad como hasta ahora lo ha hecho. Una oposición popular y masiva, tarde o temprano, lo llevará a abandonar el poder.
Dos lecciones se pueden sacar por lo pronto de la experiencia iraní.

No temerle a la expresión de la cólera popular, pues gracia a ello, pese a la innegable frustración debido al resultado electoral, las cancillerías europeas y Estados Unidos reconocieron de inmediato el resultado oficial emanado del gobierno. No fue sino cuando vieron la gigantesca manifestación y la voluntad de no doblegarse del pueblo iraní, que el lunes por la tarde, cambió el discurso, y las cancillerías comenzaron a pedir explicaciones, y a exigir el respeto de la liberad de expresión.

Sin una fisura en el seno mismo del poder autocrático, no es posible alcanzar el espacio logrado por la oposición iraní. Tanto Musaví como Khatami, provienen de la revolución emprendida por Jomeni en 1979.

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 Especializada en etnopsicoanálisis e historia, consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia" (1982).
- Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA


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