Ante los rumores de lo que ya
parece un hecho consumado - la salida definitiva, por muerte
definitiva o por muerte cerebral, de Fidel Castro de los
asuntos políticos -, vale la pena detenerse en la
coreografía que han venido representando los presidentes de
la región, en particular los adscritos – abiertamente o
disimuladamente - al eje bolivariano, dirigidos por la
batuta del presidente del Brasil, Lula da Silva, destinada a
la preparación, de la que a todas luces significa una nueva
fase de las relaciones de América Latina con Estados Unidos,
a partir del 20 de diciembre con la toma oficial de la
Presidencia de Estados Unidos por Barack Obama.
No hay duda de que el primer
paso del ballet tuvo lugar cuando Lula da Silva en su último
viaje a La Habana anunció el 31 de octubre del año pasado,
refiriéndose a Raúl Castro : "la alegría de tener la noticia
de que por fin su excelencia va a Brasil a participar en el
primer encuentro del continente que vamos a tener los países
de América Latina y el Caribe sin interferencia de ninguna
potencia", dijo Lula, durante la inauguración de una sede
comercial de Brasil en La Habana. Ante el disgusto y la
enérgica protesta de Hugo Chávez por lo que consideraba un
gesto de desagradecimiento insultante que la primera visita
oficial del cubano no fuera a Caracas, Raúl Castro declaró
en tono de sorna que “si el sobrino así lo deseaba él iría
primero a Caracas”. Con anterioridad, el canciller Celso
Amorín en visita oficial en La Habana en junio pasado,
declaraba que el Brasil deseaba convertirse en el “socio
comercial número uno de La Habana”. A lo que Carlos Lage –
el mismo que había declarado hacia dos años en Caracas que
Cuba tenía dos presidentes, Fidel Castro y Hugo Chávez –
respondió que los dirigentes cubanos estaban “favorablemente
dispuestos a ello”.
Es una evidencia que las
consecuencias de la orfandad de padre de Hugo Chávez
comienzan a manifestarse, pese a izar la bandera cubana en
el Panteón Nacional de Caracas en presencia de Ramiro Valdés
cuando celebró en Caracas el cincuenta aniversario de la
dictadura de Fidel Castro y de dar demostraciones de su
actitud genuflexa, la realidad se impondrá porque el
pragmático Raúl Castro, por ser posiblemente el menos
castrista de los cubanos, es poco dado a la creencia en los
símbolos. Seguramente sucederá en Venezuela lo que sucedió
en Cuba a raíz de la Perestroika. Chávez quedará como Fidel
Castro defendiendo el “socialismo” y llevando a la isla a la
ruina definitiva, mientras que Rusia adoptaba la democracia
y se desviaba hacia una mezcla de capitalismo estaliniano.
Indudablemente, Cuba, como “socio número uno del Brasil”
entrará en una nueva fase, en donde seguirá imperando la
ausencia de democracia, pero se entrará en una fase en la
que la economía se impondrá sobre los símbolos.
Venezuela, al igual que Cuba en
la era post Krutchev, cuando la URSS se fue encaminando a la
desestalinización que culminó en la Perestroika, el aparato
soviético, para deshacerse de ellos, envió a La Habana los
más decididos técnicos de la represión del KGB. No es casual
que quien representara a Cuba en la conmemoración del
cincuenta aniversario de la toma del poder de Fidel Castro
fuera Ramiro Valdés, Ministro del Interior durante la
primera fase del castrismo, la más represiva pues fue la
fase de la depuración y de la eliminación de la primera
oposición cubana. Fue durante su gestión que se crearon las
UMAP (Unidades móviles de ayuda a la producción), campos de
trabajos forzados donde se enviaba a los disidentes,
homosexuales, aficionados a los Beattles, y a quienes
vistieran minifaldas o pantalones con pata d elefante.
¿Qué significado tiene el ballet
de los mandatarios latinoamericanos desplazándose entre el
Brasil y La Habana impulsados por Lula, desconociendo la
falta de democracia en la isla, e ignorando el clamor de los
disidentes? Otorgarle toda la legitimidad necesaria a Raúl
Castro, incluyéndolo en la familia “democrática”
latinoamericana, ante las negociaciones que se avecinan
entre La Habana y Washington. Para el Brasil significa
ensanchar su poder hasta la zona del Caribe, despojando así
a Venezuela de esa ventaja geopolítica natural. Para el
Brasil, mientras más se debilite Venezuela como espacio
geopolítico, más aumenta su poder regional, de allí que Lula
considere a Chávez como el mejor presidente que ha tenido
Venezuela: le faltó agregar que para el Brasil; de allí que
el apoyo del presidente del Brasil a la presidencia
vitalicia de Hugo Chávez signifique sencillamente ser
coherente con los visos imperiales del país que representa.
Su ingerencia en los asuntos internos de Venezuela
demuestran esa vocación de presencia imperial. Habría que
imaginar las reacciones de la opinión pública mundial si un
mandatario de Estados Unidos se hubiese permitido proferir
un atentado semejante contra la democracia como el de apoyar
una presidencia vitalicia.
En cuanto a la confirmación de
la muerte de Fidel Castro , de haberse producido, no se hará
antes del 20 de diciembre, por varias razones de tipo
“operativo” según el lenguaje en uso por el aparato cubano.
La toma de posesión de Obama le quitaría impacto a los
funerales del Máximo Líder. Tal vez, La Habana, espera que
Washington envié un representante a los mismos, y no es lo
mismo un representante de Obama, que uno de Bush, en caso de
que este hubiese enviado a alguien y que La Habana lo
hubiese aceptado. Por esas mismas razones, es más rentable
que comiencen las conversaciones entre el gobierno de Raúl
Castro con Estados Unidos, libres del Convidado de Piedra.
El poder en América Latina sigue
siéndole fiel al barroco, al mismo tiempo que practica el
manierismo del teatro.
La incoherencia es pasarse el
tiempo despotricando contra los imperios, al mismo tiempo
que se niegan a abandonar los métodos heredados del régimen
monárquico les dio origen.
Para la nomenclatura cubana, Obama, le significará un
problema mayor: ¿cómo explicarle a los cubanos (62% de
negros y mulatos) que en Estados Unidos, en donde todavía
hace poco los negros no podían compartir los mismos espacios
públicos con los blancos, hoy a ese mismo país lo dirigirá
un mestizo, mientras que en Cuba los negros y mestizos
constituyen una ínfima minoría en la jerarquía del poder?.
La verdad es que el único
mestizo de africano que ha gobernado Cuba fue Fulgencio
Batista.
* |
Especializada en etnopsicoanálisis e historia,
consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú
y así me nació la conciencia" (1982).
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Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA |