Informó
el diario Folha de Sao Paulo, la propuesta que El Consejo de
Defensa de la Unasur se reunió en Quito el 15 de septiembre
pasado. Reunión suscitada por el acuerdo militar suscrito
entre Colombia y Estados Unidos relativo a la presencia de
efectivos estadounidense en siete bases militares
colombianas.
Un hecho llamó poco la atención, pese a la
importancia del gesto: la carta del presidente del Perú,
Alan García, remitida a los cancilleres y ministros de
Defensa de los estados que integran la Unión de Naciones
suramericanas (Unasur) reunidos en Quito. Alan García los
exhortaba en su carta a poner un "freno al armamentismo" en
la región y abogaba por suscribir un "Pacto de no Agresión"
militar.
El presidente peruano fundamentó su
argumentación de crítica a la carrera armamentista en la que
están enfrascados la mayoría de los gobiernos de la región,
(carrera que por cierto lidera el Brasil) en el hecho de que
las ingentes sumas destinadas a la compra de armamento, le
resta medios, incluso posterga, la acción destinada a
resolver las necesidades de 30 millones de sudamericanos que
viven inmersos en la pobreza. Además, Alan García hacía un
llamado de atención para que Unasur incluyera como tema
prioritario de su agenda, el tema crucial de la carrera
armamentista.
En su carta el presidente peruano, ahonda las
reflexiones que formuló en la Reunión Presidencial
extraordinaria celebrada en Bariloche en el mes de agosto
pasado, convocada a raíz de la crisis que desató el gobierno
de Venezuela a propósito del acuerdo de cooperación militar
suscrito por Colombia con Estados Unidos ya mencionado. Alan
García enfatiza que la paz, el desarrollo y la disminución
de la pobreza en la región —objetivos centrales de Unasur—
difícilmente se podrán alcanzar si los países miembros
dedican, como lo han hecho desde que crearon dicha
organización hace cinco años, 156 mil millones de dólares a
gastos militares y otros 23 mil millones a la compra de
nuevos armamentos, 40 mil millones de los cuales hubieran
bastado para sacar de la pobreza a 30 millones de
sudamericanos.
Propone una fórmula para salir de la dinámica
fatal de adquisiciones militares, que según él, sólo acarrea
malbaratar recursos que se deberían destinar al desarrollo:
El presidente Alan García propone que la transparencia y
homologación de los gastos militares y de las compras de
nuevos recursos y tecnologías debe ser asumida por el
Consejo de Defensa Sudamericano como su actividad más
importante.
(Brasil, anunció que propondría una norma que
obligue a cada nación a notificar los acuerdos y compras
militares que haga, que llamará "Proyecto Transparencia".
Sin embargo, al Brasil nadie le ha pedido explicaciones
acerca de los muy importantes acuerdos militares que ha
suscrito con Francia).
Alan García admite en su argumento que si
bien es cierto que existen modelos ideológicos distintos en
la región y que aún persisten reclamos de orden histórico
inherentes a límites fronterizos, todo ello debe conciliarse
con el respeto a la soberanía de cada país y con la adopción
de procedimientos pacíficos y jurídicos para la solución de
los conflictos de ese orden. Enfatiza que ninguno de esas
controversias nos puede llevar irracionalmente a la guerra,
y plantea como respuesta un “pacto de no agresión militar” y
la decisión de Unasur de ser una “Fuerza de Paz y de
Interposición” que impida cualquier conflicto militar entre
los países de la región, y una “Fuerza de Defensa
Sudamericana” que haga frente a cualquier amenaza
territorial externa.
El incremento del control de los gastos
militares por parte de Unasur, le permitirá a esa entidad
ganar legitimidad ante los pueblos, al mismo tiempo que
desarrollará una acción pedagógica de concientización hacia
los líderes de la región para que tomen conciencia que para
alcanzar los niveles de desarrollo necesarios al crecimiento
económico y a la mejorar la vida de los ciudadanos, es
necesario detener el gasto militar descontrolado.
De continuar al ritmo actual, insiste el
presidente peruano, en los próximos cinco años la región
habrá gastado 35 mil millones de dólares en armamento y más
de 200 mil millones en gasto militar, comprometiendo de esa
manera la vida de más de 30 millones de ciudadanos que
podrían salir de la pobreza y sumarse a la producción y
desarrollo de sus países gracias a planes educativos y
sociales en los que se deberían invertir esos millones
dedicados al adquisición de armamento.
Las respuestas a las palabras sensatas del
peruano, por parte de los ministro presentes, en particular
los representantes ministeriales chilenos, fueron
decepcionantes.
El ministro de Defensa de Chile, Francisco
Vidal, rechazó el pacto de no agresión propuesto por Perú
para evitar el armamentismo en la región, y llegó al extremo
de compararlo con el que firmaron nazis y soviéticos en
1939, poco antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Es
sabido que Hitler no respetó el pacto y atacó a la Unión
Soviética. Todavía los historiadores no se ponen de acuerdo
para determinar las razones que llevaron a Stalin a firmar
semejante acuerdo.
Justo cuando Chile presentará un gran
despliegue en la tradicional parada militar, una dura
polémica se dio entre los ministros de defensa de Chile y
Perú, luego de la petición de este último de suspender
ejercicios militares que el Ejército chileno tenía planeado
realizar en Antogafasta, como parte de una política de
entrenamiento militar. Esta polémica actualizó en conflicto
que pervive entre Chile y el Perú, debido a los territorios
perdidos por el Perú tras la Guerra del Pacifico. Bolivia
también le reclama a Chile la salida al mar, que perdió
también a consecuencia de la misma guerra.
La delegación venezolana, tampoco estaba allí
para atenuar el fuego, antes por el contrario, lo avivó.
Encabezada por un general, ostentó una posición que resultó
inamovible y que de entrada incomodó a los representantes de
Colombia. El venezolano de entrada expuso: que el nuevo
arreglo con EE.UU. no garantizaba que no hubiera acciones
contra un tercer país. "Los militares conocemos bien esos
acuerdos. Que no nos vengan con cuentos", se le oyó decir a
ese general.
Por eso, la discusión principal, que se
cumplió fue tensa. Tanto que la delegación colombiana
incluso consideró pararse de la mesa y planteó el eventual
retiro de Unasur si el país no recibía garantías suficientes
para que se desarrollara un debate equilibrado.
En cuanto al canciller de Brasil, Celso
Amorín, a quien los delegados colombianos se vieron
obligados a pedirle ecuanimidad, pues ya sabemos que en el
fondo, el gobierno del Brasil, es cierto con la sutileza que
se le debe reconocer, termina aliándose con las posiciones
del teniente-coronel Hugo Chávez. Incluso, se notó, según un
testigo presente en el foro, una "clara diferencia" entre
las posiciones del ministro de Defensa brasileño, Nelson
Jobim, y el canciller de ese país sobre el acuerdo colombo
estadounidense.
Tanto hablar de integración, de pueblos
hermanos, cuando ni siquiera disponiendo de una lengua
vehicular, los latino americanos logran sobrepasar la
retórica barata, o el mesianismo delirante, para por lo
menos, determinar algunos puntos en los que todos coincidan
y a partir de allí, trazar una hoja de ruta.
Por lo pronto, Unasur ya comienza a ser
llamada “Lulasur” y eso es lo contrario de una verdadera
integración.
* |
Especializada en etnopsicoanálisis e historia,
consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú
y así me nació la conciencia" (1982).
-
Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA |