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La carrera armamentista regional
por Elizabeth Burgos
viernes, 9 octubre 2009


Informó el diario Folha de Sao Paulo, la propuesta que El Consejo de Defensa de la Unasur se reunió en Quito el 15 de septiembre pasado. Reunión suscitada por el acuerdo militar suscrito entre Colombia y Estados Unidos relativo a la presencia de efectivos estadounidense en siete bases militares colombianas.

Un hecho llamó poco la atención, pese a la importancia del gesto: la carta del presidente del Perú, Alan García, remitida a los cancilleres y ministros de Defensa de los estados que integran la Unión de Naciones suramericanas (Unasur) reunidos en Quito. Alan García los exhortaba en su carta a poner un "freno al armamentismo" en la región y abogaba por suscribir un "Pacto de no Agresión" militar.

El presidente peruano fundamentó su argumentación de crítica a la carrera armamentista en la que están enfrascados la mayoría de los gobiernos de la región, (carrera que por cierto lidera el Brasil) en el hecho de que las ingentes sumas destinadas a la compra de armamento, le resta medios, incluso posterga, la acción destinada a resolver las necesidades de 30 millones de sudamericanos que viven inmersos en la pobreza. Además, Alan García hacía un llamado de atención para que Unasur incluyera como tema prioritario de su agenda, el tema crucial de la carrera armamentista.

En su carta el presidente peruano, ahonda las reflexiones que formuló en la Reunión Presidencial extraordinaria celebrada en Bariloche en el mes de agosto pasado, convocada a raíz de la crisis que desató el gobierno de Venezuela a propósito del acuerdo de cooperación militar suscrito por Colombia con Estados Unidos ya mencionado. Alan García enfatiza que la paz, el desarrollo y la disminución de la pobreza en la región —objetivos centrales de Unasur— difícilmente se podrán alcanzar si los países miembros dedican, como lo han hecho desde que crearon dicha organización hace cinco años, 156 mil millones de dólares a gastos militares y otros 23 mil millones a la compra de nuevos armamentos, 40 mil millones de los cuales hubieran bastado para sacar de la pobreza a 30 millones de sudamericanos.

Propone una fórmula para salir de la dinámica fatal de adquisiciones militares, que según él, sólo acarrea malbaratar recursos que se deberían destinar al desarrollo: El presidente Alan García propone que la transparencia y homologación de los gastos militares y de las compras de nuevos recursos y tecnologías debe ser asumida por el Consejo de Defensa Sudamericano como su actividad más importante.

(Brasil, anunció que propondría una norma que obligue a cada nación a notificar los acuerdos y compras militares que haga, que llamará "Proyecto Transparencia". Sin embargo, al Brasil nadie le ha pedido explicaciones acerca de los muy importantes acuerdos militares que ha suscrito con Francia).

Alan García admite en su argumento que si bien es cierto que existen modelos ideológicos distintos en la región y que aún persisten reclamos de orden histórico inherentes a límites fronterizos, todo ello debe conciliarse con el respeto a la soberanía de cada país y con la adopción de procedimientos pacíficos y jurídicos para la solución de los conflictos de ese orden. Enfatiza que ninguno de esas controversias nos puede llevar irracionalmente a la guerra, y plantea como respuesta un “pacto de no agresión militar” y la decisión de Unasur de ser una “Fuerza de Paz y de Interposición” que impida cualquier conflicto militar entre los países de la región, y una “Fuerza de Defensa Sudamericana” que haga frente a cualquier amenaza territorial externa.

El incremento del control de los gastos militares por parte de Unasur, le permitirá a esa entidad ganar legitimidad ante los pueblos, al mismo tiempo que desarrollará una acción pedagógica de concientización hacia los líderes de la región para que tomen conciencia que para alcanzar los niveles de desarrollo necesarios al crecimiento económico y a la mejorar la vida de los ciudadanos, es necesario detener el gasto militar descontrolado.

De continuar al ritmo actual, insiste el presidente peruano, en los próximos cinco años la región habrá gastado 35 mil millones de dólares en armamento y más de 200 mil millones en gasto militar, comprometiendo de esa manera la vida de más de 30 millones de ciudadanos que podrían salir de la pobreza y sumarse a la producción y desarrollo de sus países gracias a planes educativos y sociales en los que se deberían invertir esos millones dedicados al adquisición de armamento.

Las respuestas a las palabras sensatas del peruano, por parte de los ministro presentes, en particular los representantes ministeriales chilenos, fueron decepcionantes.

El ministro de Defensa de Chile, Francisco Vidal, rechazó el pacto de no agresión propuesto por Perú para evitar el armamentismo en la región, y llegó al extremo de compararlo con el que firmaron nazis y soviéticos en 1939, poco antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Es sabido que Hitler no respetó el pacto y atacó a la Unión Soviética. Todavía los historiadores no se ponen de acuerdo para determinar las razones que llevaron a Stalin a firmar semejante acuerdo.

Justo cuando Chile presentará un gran despliegue en la tradicional parada militar, una dura polémica se dio entre los ministros de defensa de Chile y Perú, luego de la petición de este último de suspender ejercicios militares que el Ejército chileno tenía planeado realizar en Antogafasta, como parte de una política de entrenamiento militar. Esta polémica actualizó en conflicto que pervive entre Chile y el Perú, debido a los territorios perdidos por el Perú tras la Guerra del Pacifico. Bolivia también le reclama a Chile la salida al mar, que perdió también a consecuencia de la misma guerra.

La delegación venezolana, tampoco estaba allí para atenuar el fuego, antes por el contrario, lo avivó. Encabezada por un general, ostentó una posición que resultó inamovible y que de entrada incomodó a los representantes de Colombia. El venezolano de entrada expuso: que el nuevo arreglo con EE.UU. no garantizaba que no hubiera acciones contra un tercer país. "Los militares conocemos bien esos acuerdos. Que no nos vengan con cuentos", se le oyó decir a ese general.

Por eso, la discusión principal, que se cumplió fue tensa. Tanto que la delegación colombiana incluso consideró pararse de la mesa y planteó el eventual retiro de Unasur si el país no recibía garantías suficientes para que se desarrollara un debate equilibrado.

En cuanto al canciller de Brasil, Celso Amorín, a quien los delegados colombianos se vieron obligados a pedirle ecuanimidad, pues ya sabemos que en el fondo, el gobierno del Brasil, es cierto con la sutileza que se le debe reconocer, termina aliándose con las posiciones del teniente-coronel Hugo Chávez. Incluso, se notó, según un testigo presente en el foro, una "clara diferencia" entre las posiciones del ministro de Defensa brasileño, Nelson Jobim, y el canciller de ese país sobre el acuerdo colombo estadounidense.

Tanto hablar de integración, de pueblos hermanos, cuando ni siquiera disponiendo de una lengua vehicular, los latino americanos logran sobrepasar la retórica barata, o el mesianismo delirante, para por lo menos, determinar algunos puntos en los que todos coincidan y a partir de allí, trazar una hoja de ruta.

Por lo pronto, Unasur ya comienza a ser llamada “Lulasur” y eso es lo contrario de una verdadera integración.

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 Especializada en etnopsicoanálisis e historia, consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia" (1982).
- Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA


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