Pierre
Chaunú, una de las grandes figuras de la historiografía
francesa acaba de fallecer (jueves 22 de octubre) a la edad
de 86 años. Fundador de la escuela cuantitativa, Chaunú fue
uno de los primeros historiadores que utilizó como
herramientas de trabajo las estadísticas y las matemáticas,
la demografía y la economía en la investigación de la
historia.
Nació en
1923 en Belleville (Meuse), solía decir que era “hijo de la
Muerte”, pues perdió su madre a los 9 meses. Y “la muerte
arrulló mi infancia, en el paisaje de Verdún donde nací, en
el borde de los campos de batalla”. De esa manera elíptica
expresaba que su vocación por la historia le fue designada
por el lugar y la época en que nació. La batalla de Verdún
es uno de los momentos más cargados de contenido simbólico
de la Primera Guerra Mundial en el imaginario francés y una
de las más inhumanas de la historia de las guerras; allí
perecieron 300.000 hombres en un combate que se prolongó
desde febrero hasta diciembre 1916.
Doctor en
letras e historia, comenzó su carrera como profesor de
liceo, luego fue profesor en La Sorbona hasta su jubilación.
Fue un autor prolífico, tocó diversos temas y publicó un
sinnúmero de obras entre las cuales se destacan: La
civilización de Europa de las Luces, Demografía histórica y
sistema de civilización, La Peste blanca, Cómo evitar el
Suicidio de Occidente, Un futuro sin esperanzas, Historia y
población, Historia y decadencia, tres millones de años,
ochenta mil millones de destinos.
Pero más
allá de la importante obra consagrada a temas de amplio
espectro europeo y franceses, incluso de análisis histórico
del presente, es en tanto que Miembro de la Escuela de Altos
Estudios Hispánicos y autor de una obra monumental dedicada
al ámbito hispánico, fue su tesis doctoral, publicada en
doce volúmenes sobre Sevilla y el Atlántico (1504-1650),
que marca un hito decisivo en la investigación histórica, a
los cuales se agregan los dos volúmenes dedicados al
Pacifico de los Ibéricos. Luego el volumen consagrado a
La expansión europea del siglo XIII al XV, preámbulo
indispensable antes de emprender la historia de Conquista
y explotación de los nuevos mundos, hasta llegar a la
biografía dedicada a Cristóbal Colón, Colón o la lógica
de lo imprevisible, tal vez el libro más interesante y
profundo sobre el enigmático personaje que murió ignorando
el alcance de su hazaña.
Pese a
profundizar en el aspecto de los monopolios económicos y los
movimientos y fluctuaciones de comercio puesto en obra por
la dinámica imperial y completar sus análisis con cifras y
estadísticas, su manera de historiar no es árida. Su
personalidad emerge en cada frase; logra compaginar un rigor
histórico absoluto, a la par que deja entrever sus afectos y
su visión particular del mundo.
Para Chaunú,
aunque el propósito de la historia sea de desandar el
pasado, la historia, aún la que se pretende como la más
científica, se escribe en presente. Respetar la objetividad,
cierto, pero “las respuestas se deben a las preguntas hechas
previamente y son las preguntas las que varían con el
tiempo.”
Tres
constantes del movimiento de la historia le parecen ya
hechos admitidos. El reconocimiento de lo imprevisible, que
anula la tendencia de querer prever todo. El pasado no ha
sido más que un “cementerio de los futuros que no tuvieron
lugar”. Sabemos que la guerra del 14 fue el escenario más
improbable, y agrega que “el absurdo viaje de Cristóbal
Colón, el autodidacta visionario mal informado, es mil veces
más improbable todavía”. Para Chaunú, Cristóbal Colón fue,
por pura inadvertencia, el mayor factor de la única
verdadera conmoción que se ha dado en el mundo: el
descubrimiento de América. Pretender ir a China por un
desvío, está muy bien, pero permitir a otros descubrir lo
que él jamás quiso ver, el Nuevo Mundo, a la larga es mejor.
Fue Pierre Martyr de Anghiera, ese humanista italiano al
servicio de los Reyes Católicos, el autor que acuñó el
término de Nuevo Mundo, quien detrás de su escritorio
comprendió lo que Colón había visto sin ver. Fue la hazaña
de Colón la que aceleró la información, agudizó el poder de
la visión y de la lógica matemática. El análisis nace a
comienzos del siglo XVII, y en 1788 Lagrange pone término el
instrumento que permitirá, entre 1862 y 1864 a Maxwell dar
comienzo al nacimiento de la física moderna. “Todo ello de
cierta manera, gracias a la estela desestabilizadora de las
dos carabelas y de la nave que Colón no logró nunca
cancelar. Chaunú, además de deshilar los mecanismos
económicos puestos en marcha por el imperio, se ocupa
también de analizar el coste de los viajes de Colón y la
incidencia que tuvo la falta de medios de los que disponían
los conquistadores en el tipo de asentamiento de los
europeos en América en la primera fase de la conquista. El
hecho de no poder regresar, indujo a los europeos a
asentarse en aquellas tierras
La
filosofía de Chaunú, considera que las cosas “poco cuentan,
que sólo cuenta el pensamiento y la valentía. La única
riqueza es la del hombre ilustrado”. Y a manera de
conclusión, en el prólogo de La expansión europea, afirma
que hemos comenzado apenas a absorber la onda de choque del
grito de Rodrigo de Triana la noche del 11 al 12 de octubre
de 1492
Grande es
la deuda del ámbito hispano-americano hacia este insigne
historiador, sobre todo, en una época en que políticos de
poco nivel intelectual, se improvisan historiadores.
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Especializada en etnopsicoanálisis e historia,
consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú
y así me nació la conciencia" (1982).
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Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA |