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La desaparición de Pierre Chaunú
por Elizabeth Burgos
domingo, 1 noviembre 2009


Pierre Chaunú, una de las grandes figuras de la historiografía francesa acaba de fallecer (jueves 22 de octubre) a la edad de 86 años. Fundador de la escuela cuantitativa, Chaunú fue uno de los primeros historiadores que utilizó como herramientas de trabajo las estadísticas y las matemáticas, la demografía y la economía en la investigación de la historia.

Nació en 1923 en Belleville (Meuse), solía decir que era “hijo de la Muerte”, pues perdió su madre a los 9 meses. Y “la muerte arrulló mi infancia, en el paisaje de Verdún donde nací, en el borde de los campos de batalla”. De esa manera elíptica expresaba que su vocación por la historia le fue designada por el lugar y la época en que nació. La batalla de Verdún es uno de los momentos más cargados de contenido simbólico de la Primera Guerra Mundial en el imaginario francés y una de las más inhumanas de la historia de las guerras; allí perecieron 300.000 hombres en un combate que se prolongó desde febrero hasta diciembre 1916.

Doctor en letras e historia, comenzó su carrera como profesor de liceo, luego fue profesor en La Sorbona hasta su jubilación. Fue un autor prolífico, tocó diversos temas y publicó un sinnúmero de obras entre las cuales se destacan: La civilización de Europa de las Luces, Demografía histórica y sistema de civilización, La Peste blanca, Cómo evitar el Suicidio de Occidente, Un futuro sin esperanzas, Historia y población, Historia y decadencia, tres millones de años, ochenta mil millones de destinos.

Pero más allá de la importante obra consagrada a temas de amplio espectro europeo y franceses, incluso de análisis histórico del presente, es en tanto que Miembro de la Escuela de Altos Estudios Hispánicos y autor de una obra monumental dedicada al ámbito hispánico, fue su tesis doctoral, publicada en doce volúmenes sobre Sevilla y el Atlántico (1504-1650), que marca un hito decisivo en la investigación histórica, a los cuales se agregan los dos volúmenes dedicados al Pacifico de los Ibéricos. Luego el volumen consagrado a La expansión europea del siglo XIII al XV, preámbulo indispensable antes de emprender la historia de Conquista y explotación de los nuevos mundos, hasta llegar a la biografía dedicada a Cristóbal Colón, Colón o la lógica de lo imprevisible, tal vez el libro más interesante y profundo sobre el enigmático personaje que murió ignorando el alcance de su hazaña.

Pese a profundizar en el aspecto de los monopolios económicos y los movimientos y fluctuaciones de comercio puesto en obra por la dinámica imperial y completar sus análisis con cifras y estadísticas, su manera de historiar no es árida. Su personalidad emerge en cada frase; logra compaginar un rigor histórico absoluto, a la par que deja entrever sus afectos y su visión particular del mundo.

Para Chaunú, aunque el propósito de la historia sea de desandar el pasado, la historia, aún la que se pretende como la más científica, se escribe en presente. Respetar la objetividad, cierto, pero “las respuestas se deben a las preguntas hechas previamente y son las preguntas las que varían con el tiempo.”

Tres constantes del movimiento de la historia le parecen ya hechos admitidos. El reconocimiento de lo imprevisible, que anula la tendencia de querer prever todo. El pasado no ha sido más que un “cementerio de los futuros que no tuvieron lugar”. Sabemos que la guerra del 14 fue el escenario más improbable, y agrega que “el absurdo viaje de Cristóbal Colón, el autodidacta visionario mal informado, es mil veces más improbable todavía”. Para Chaunú, Cristóbal Colón fue, por pura inadvertencia, el mayor factor de la única verdadera conmoción que se ha dado en el mundo: el descubrimiento de América. Pretender ir a China por un desvío, está muy bien, pero permitir a otros descubrir lo que él jamás quiso ver, el Nuevo Mundo, a la larga es mejor. Fue Pierre Martyr de Anghiera, ese humanista italiano al servicio de los Reyes Católicos, el autor que acuñó el término de Nuevo Mundo, quien detrás de su escritorio comprendió lo que Colón había visto sin ver. Fue la hazaña de Colón la que aceleró la información, agudizó el poder de la visión y de la lógica matemática. El análisis nace a comienzos del siglo XVII, y en 1788 Lagrange pone término el instrumento que permitirá, entre 1862 y 1864 a Maxwell dar comienzo al nacimiento de la física moderna. “Todo ello de cierta manera, gracias a la estela desestabilizadora de las dos carabelas y de la nave que Colón no logró nunca cancelar. Chaunú, además de deshilar los mecanismos económicos puestos en marcha por el imperio, se ocupa también de analizar el coste de los viajes de Colón y la incidencia que tuvo la falta de medios de los que disponían los conquistadores en el tipo de asentamiento de los europeos en América en la primera fase de la conquista. El hecho de no poder regresar, indujo a los europeos a asentarse en aquellas tierras

La filosofía de Chaunú, considera que las cosas “poco cuentan, que sólo cuenta el pensamiento y la valentía. La única riqueza es la del hombre ilustrado”. Y a manera de conclusión, en el prólogo de La expansión europea, afirma que hemos comenzado apenas a absorber la onda de choque del grito de Rodrigo de Triana la noche del 11 al 12 de octubre de 1492

Grande es la deuda del ámbito hispano-americano hacia este insigne historiador, sobre todo, en una época en que políticos de poco nivel intelectual, se improvisan historiadores.

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 Especializada en etnopsicoanálisis e historia, consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia" (1982).
- Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA


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