La
crisis que aqueja a Bolivia, uno de los países claves del
eje “bolivariano”, tiende a agudizarse y tal parece que la
dinámica se orienta hacia estallidos de violencia cada vez
más frecuentes. Los signos de la aplicación de la técnica
castrista – violencia, instrumentalización de la democracia,
control institucional y militarismo - de monopolización del
poder, se hacen cada vez más patentes.
El hecho más grave acaecido
últimamente, no sólo por tratarse de un atentado contra un
canal de televisión, sino por el hecho de que el principal
involucrado sea un oficial miembro del Ejército.
En la madrugada del sábado, una
explosión paralizó el Canal 4 de Yacuiba, (Tarija) estación
que retransmite la señal de la red Unitel. El principal
sospechoso del hecho - un individuo con grado de oficial del
ejército, portador de una credencial de militar, otra de
instructor antiterrorista y otra de la Casa Militar, pruebas
tan contundentes que obligaron al jefe del Ejército, Freddy
Mackay, a reconocer que el individuo estaba destinado al
emblemático regimiento Colorados, batallón de honor que por
tradición está al servicio de la Presidencia de la República
y funciona como escolta presidencial -, fue detenido a bordo
de un vehículo y en su interior se encontró una
ametralladora AK 47, (que todavía no es el arma del ejército
de ese país) una pistola de calibre 9mm, material para
explosivos y celulares, además de dinero en efectivo.
El Ejército reconoce que el
oficial es miembro del célebre batallón de los Colorados.
Evo Morales denuncia que se quiere politizar el tema. La
familia del acusado advierte que éste trabajaba en el tercer
piso del Palacio de Gobierno. El vocero de la Prefectura de
Tarija, lugar del atentado, Rubén Ardaya, denunció que
“formaba parte del grupo F10 (un grupo de élite)
directamente bajo el mando del comandante de las FFAA. Por
lo tanto, la Casa de Gobierno está involucrada en este
hecho”. Dijo además que hay otro militar implicado que “está
prófugo. Ambos fueron adiestrados en Venezuela. Se encontró
un rifle AK47, ruso, traído desde Venezuela. Había
explosivos que se manejan en unidades militares. Es una
prueba fáctica de terrorismo de estado y de un ataque a las
autonomías”.
Estos hechos suceden tras la
celebración de la última consulta electoral relativa al
estatuto autonómico celebrada en Tarija que ratificó la
voluntad mayoritaria de ese departamento por el
reconocimiento de la autonomía, al igual que lo hicieron en
Santa Cruz, Pando y Beni. Departamentos como Cochabamba,
Chuquisaca, incluso La Paz, ven con simpatía la iniciativa
de los primeros.
Ante este panorama y la compleja
situación que le plantea al gobierno central la rebelión
autonómica, éste decidió convocar un referéndum revocatorio
al que se someterán todos los cargos producto del sufragio,
incluyendo el del Presidente.
Los prefectos de los cuatro
departamentos que han aprobado de forma unilateral sus
autonomías, Santa Cruz, Pando, Tarija, Beni – declararon que
no están dispuestos a aceptar la convocación del gobierno de
Evo Morales para el próximo 10 de agosto fecha del
referéndum revocatorio. Reunidos en Tarija el lunes pasado,
junto al prefecto de Cochabamba, los líderes de Santa Cruz,
Beni, Pando y Tarija han dispuesto no celebrar en sus
departamentos la consulta dispuesta por Evo Morales mediante
la cual busca demostrar de que sigue teniendo el respaldo de
las urnas y está legitimado para llevar a cabo la profunda
reforma institucional que propone en la nueva Constitución,
todavía no ratificada. El referéndum trata de legitimar la
Carta Magna aprobada en un cuartel y en ausencia de la
presencia de los representantes de la oposición impedidos
por las bandas oficialistas de que penetraran en el recinto
y pudieran emitir su voto. Evo Morales, en lugar de tratar
de aplacar los ánimos y buscar una salida consensuada, ha
respondido haciendo un llamamiento a las bases del
Movimiento Al Socialismo (MAS) para que “garanticen la
celebración de la votación en todo el territorio nacional”,
lo que traducido en lenguaje boliviano, significa un llamado
a la violencia. Sin embargo, suspender el proceso
revocatorio es atribución del Congreso, el único que tiene
la facultad para interpretar las leyes, por ende, el único
habilitado para modificar o cambiar las convocatorias de ese
tipo, por lo que la decisión de los autonomistas, de impedir
la celebración del referéndum, carece de legitimidad
institucional, pero por otro lado, como lo declara
tajantemente el prefecto de Pando Leopoldo Fernández, el
referéndum revocatorio "no le conviene a nadie porque no
soluciona nada". Sin embargo, los departamentos autonomistas
opuestos al proyecto de Morales, han constituido el Consejo
Nacional de Defensa de la Democracia, (CONALDE) y proponen
como solución a la crisis institucional, en lugar de
referéndum, la instauración de un Consejo de Estado
conformado por los 9 prefectos de los nueve departamentos,
el Presidente y Vice-presidente, que asumiría la gestión
económica, política y social hasta el fin del mandato
presidencial cuando se celebrarían elecciones generales. El
gobierno tildó la iniciativa de “poco valiente, burlesca y
desestabilizadora y esquema de un golpe de estado”. De
hecho, la iniciativa de Conalde significa ponerle un freno a
la voluntad del gobierno de institucionalizar un régimen
neo-castrista bajo la tutela de Caracas.
El modelo de referéndum
revocatorio propuesto por el MAS, proviene de su herencia
leninista del “centralismo democrático” que no admite
disidencia alguna. La respuesta del presidente boliviano es
que los gobernadores que forman Conalde representan a las
oligarquías locales y les ha amenazado con recurrir a la
"presión social", léase a la violencia.
Con la ratificación de su cargo que le dará el referéndum,
pues aunque lo pierda el ventajismo le dará la victoria, Evo
Morales tendrá la vía libre la aprobación de la polémica
Constitución adoptada el pasado diciembre de manera
inconstitucional, con la única presencia de los diputados
del Movimiento Al Socialismo (MAS), la formación del
presidente.
Por el lado del estamento militar, la situación no depara
tampoco sorpresas para quienes hemos seguido de cerca la
influencia del castrismo y su vertiente pretoriana. La
analista Daniela Espinoza M. en un interesante y bien
documentado artículo publicado en el excelente semanario
boliviano Pulso, estima que Evo Morales es uno de los pocos,
si no el único, presidente de la República del reciente
periodo democrático que ha pasado de soldado de reserva
(conscripto) a Capitán General. Quizás por ello sea que el
“vínculo de lealtad con las Fuerzas Armadas es muy sólido”.
Pero en el caso del actual Gobierno, apunta la analista, más
allá de la normativa establecida por la Constitución
Política del Estado que establece que las Fuerzas Armadas le
deben obediencia al Presidente de la República, Morales se
ha preocupado por cultivar una relación más profunda con el
estamento armado. Actitud que corresponde a la modalidad
tomada por el castrismo que salió derrotado militarmente por
las Fuerzas Armadas latinoamericanas, a las que hostigó
mediante la guerra de guerrillas, percatándose finalmente
que era más rentable infiltrarlas, seducirlas y obtener su
docilidad mediante donaciones, prebendas y ofrecerles el
modelo cubano de Estado militarizado que monopoliza todos
los poderes, incluso el económico. Además la orientación del
Presidente ha sido la de favorecer “la presencia hegemónica
de aymaras y quechuas, que, más allá de la obediencia que se
debe observar en el estamento militar, se les inculca una
obligación de fidelidad hacia un Mandatario indígena”,
concluye la analista.
El Presidente lo expresó en uno
de sus primeros discursos, dirigidos al Alto Mando militar
de entonces, que el movimiento campesino es el pilar sobre
el que se sostienen las Fuerzas Armadas. “Si no fuera el
joven campesino con seguridad las Fuerzas Armadas se
debilitarían”. Ésta es una relación de ida y vuelta, pues el
Alto Mando corresponde este reconocimiento del Presidente,
como lo señala el Comandante en Jefe de la Institución,
Gral. Luis Trigo: “creo que en la historia de Bolivia no ha
habido un Presidente que, sagradamente, una vez a la semana
se reúna con el Alto Mando militar”.
Y por el lado de la oposición, el rival de Evo Morales en
las pasadas elecciones, Jorge Quiroga (Tuto), como lo
recuerda el editorialista de El Mundo, diario de Santa Cruz,
“no es un político nacido de la lucha de las calles, no es
producto de las aulas universitarias, de la lucha sindical,
ni su ascenso es producto de la vida política orgánica de
los partidos, él emerge del los favores del General Banzer”,
el ex dictador que lo apadrinó, por lo que difícilmente,
logre la legitimidad requerida para enfrentar el proyecto
totalitario de Evo Morales. Y al igual que en Venezuela, no
se avizora en el panorama boliviano el surgimiento de un
liderazgo que logre convertir el importante movimiento
opositor democrático en una fuerza electoral capaz de
neutralizar la escalada de violencia y la instauración de
una dictadura etnico-militarista.
* |
Especializada en etnopsicoanálisis e historia,
consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú
y así me nació la conciencia" (1982).
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Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA |