La
prueba de fuerza entre la oposición y la instauración por
vía constitucional del proyecto neo-totalitario del
socialismo del siglo XXI, que en Bolivia contempla una
vertiente etnocéntrica, en el que se ha empeñado el
presidente Evo Morales, pese a la convocatoria de un
referéndum revocatorio, está lejos de concluir. Un elemento
sorpresivo ha intervenido que tal vez aplace su celebración,
y someta el tema a un debate que se perfila tenso.
El Tribunal Constitucional,
mediante decreto, dispuso la suspensión del referéndum
revocatorio de mandato previsto para el 10 de agosto, hasta
que éste órgano de control constitucional se pronuncie sobre
el recurso interpuesto por el diputado de Unidad Nacional
(UN) Arturo Murillo, contra la ley que hizo posible se
convocara la consulta.
La determinación fue asumida por
la única magistrada del Tribunal constitucional (TC), Silvia
Salame, toda vez que el resto de magistrados habían
dimitido. Ahora le toca a la corte Nacional electoral (CNE),
dar cumplimiento a la suspensión, debido a que las
decisiones del Tribunal son inapelables e irreversibles
según el artículo 44 : “Los poderes públicos están obligados
al cumplimiento de las resoluciones pronunciadas por el TC.
Las sentencias, declaraciones y autos del TC son obligadas y
vinculantes para los poderes del Estado, legisladores,
autoridades y tribunales”, hasta que el propio Tribunal
constitucional se pronuncie sobre la inconstitucionalidad o
constitucionalidad de la consulta.
El referéndum revocatorio
convocado por Evo Morales, estaba destinado a revocar o a
consolidar en sus cargos, no sólo al presidente y al vice-presidente
de la República, sino también a los prefectos y alcaldes. La
maniobra de la celebración del referéndum llevaba implícita,
solucionar el conflicto de gobernabilidad surgido a raíz de
la celebración de las elecciones regionales, celebradas en
Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando en las que el voto
mayoritario aprobó el estatuto de autonomía, además de que
amplios sectores de la población, en particular, en seis de
las nueve regiones que integran el territorio boliviano,
Pando, Cochabamba, Beni, Santa Cruz, Chuquisaca, Tarija, las
regiones más prósperas del país andino puesto que
representan 80% de la riqueza (hidrocarburos y
agro-alimenticio), se oponen al nuevo texto constitucional,
adoptado en diciembre último durante una reunión clandestina
en el interior de un cuartel, para impedir la presencia de
los diputados opositores; sólo los representantes del
oficialista partido MAS, pudieron emitir su voto.
Evo Morales y su vicepresidente,
serían ratificados en sus cargos, no sólo por la popularidad
de la que aún goza el presidente en amplios sectores del
país, sobre todo en el campesinado y en La Paz, sino por el
ventajismo a su favor que representa tener en sus manos la
gestión de la mecánica electoral montada por técnicos
venezolanos y cubanos expertos en la materia de fraude
electoral. Per como el problema de fondo que se le plantea
al gobierno no es el mandato del presidente, - como fue le
caso de Venezuela con la celebración del RR -, que por lo
demás nadie cuestiona en Bolivia, sino el problema de los
poderes locales, la situación se presenta con un grado de
complejidad mayor. Pese al control que ejerce el gobierno
sobre el mecanismo electoral, no parece plausible revocar a
todos los cargos de los poderes locales, lo que es el
verdadero deseo pues significan un freno a la política de
centralización del Estado inherente al proyecto
neo-totalitario, planteándole conflictos de gobernabilidad.
De ser ratificados en sus cargos, el gobierno se verá
impedido de existir en las regiones autónomas y quedará
consumado, lo que el gobierno desea a toda costa evitar,
pues el estatuto de autonomía significa regirse por un
ordenamiento propio , en relación al del gobierno central,
y, sobre todo, sitúa las riquezas naturales - petróleo y gas
– localizadas, en particular en Santa Cruz y Tarija, bajo
control exclusivo del gobierno autonómico. La ratificación
en sus cargos, de los partidarios de la autonomía, dada la
polarización del país, abre la vía para que se consuma la
fractura del territorio; opción siempre al acecho, en un
país, que hasta la falta de vías de comunicación crea y
favorece esa fractura, por lo que la decisión del presidente
Lula da Silva y la del pro cónsul, Hugo Chávez, en la
reciente visita de ambos mandatarios a Bolivia, de financiar
la construcción de una carretera en la zona tropical, no es
un acto inocente, pues es cierto que contribuirá a
desenclavar la región, y favorecerá el transporte de
mercancías, pero también el de pertrechos militares, en caso
de ser necesario.
Según informaciones provenientes
de “palacio”, como se suelen designar en La Paz, las
informaciones que se filtran del gobierno, Evo Morales
sostuvo, recientemente, una reunión con los funcionarios
cubanos, destacados por La Habana para monitorear el
cumplimiento de la versión boliviana del proyecto del
socialismo del siglo XXI.
Ante este complejo cuadro que
puede degenerar en un estado de violencia que anularía todo
proyecto político, los cubanos con sus cincuenta años de
experiencia de diplomacia conspirativa, y ante la
posibilidad de que se pierda un baluarte medular del
proyecto expansionista del Socialismo del Siglo XXI, y
tomando en cuenta los conflictos internos del propio
castrismo en la Isla, La Habana, consideró necesario detener
el referéndum, para evitar que se le creara a Morales una
situación que se iba a convertir en un boomerang en su
contra, que lo limitaría, constitucionalmente, a sus cotos
altiplánicos y no haría más que acrecentar la polarización
de la situación. Además le aconsejaron deshacerse de ciertos
elementos muy cercanos al presidente que le son adversos a
miembros del propio partido gubernamental.
En este caso, dos posicione
equidistantes, La Habana y la oposición, han coincidido,
pero no por las mismas razones. El prefecto de Cochabamba se
expresó en este sentido: “Esperamos que este proceso (el
revocatorio) se detenga en beneficio de la unidad del país.
En ese contexto, vamos a esperar la resolución a nuestra
demanda, que se nos entregará mañana. Sin embargo, yo
festejo que en el país se cumpla la ley", dijo. Agregó que
la población tiene que estar segura de que no se ha hecho
otra cosa que pedir el respeto de la ley y de la
Constitución, y si se va realizar un revocatorio, se tiene
que instaurar el instituto de la revocatoria de mandato en
el país, con reglas iguales para todos y no con reglas que
beneficien al Gobierno. No podía llegar más a propósito, la
decisión del Tribunal Constitucional. Aunque el gobierno
trate la decisión de “cantinflada”, le quita un peso de
encima.
La prueba de fuerza está lejos
de haber concluido en Bolivia
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Especializada en etnopsicoanálisis e historia,
consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú
y así me nació la conciencia" (1982).
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Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA |