Fidel
Castro es como un historiador que en lugar de escribirla,
pone en escena la historia. Y la historia se desarrolla en
secuencias, detalles y circunstancias. El anuncio de que «
no aspirará ni aceptará » continuar ejerciendo los cargos
del máximo poder en Cuba, salvo el hecho de darle carácter
institucional, no es en realidad una gran novedad, puesto
que desde su enfermedad y convalecencia, (Julio 2006) delegó
sus responsabilidades de jefe de Estado a su hermano; aunque
fuera de forma provisoria, ha quedado demostrado de que no
estaba en condiciones de seguir ejerciendo el poder, tal y
como lo había venido haciendo desde hacía 48 años. Su estado
físico no le dejó otra opción que la escritura como medio de
expresión. Desde entonces, cual director de teatro, se ha
dedicado a publicar regularmente en Granma una suerte de
libreto por entregas de historia inmediata que ha llamado «
reflexiones », mediante las cuales continúa estando presente
en el escenario y el imaginario cubano y dando la impresión
de que todavía su voz cuenta en el ámbito internacional. Es
el mismo método de la « reflexión » al que ha recurrido para
anunciar al pueblo de Cuba y al mundo, que « adquiere esta
vez forma de mensaje », según sus propias palabras, que no «
aspiraré ni aceptaré- repito- no aspiraré ni aceptaré, el
cargo de Presidente del consejo de Estado y Comandante en
Jefe ». Como ningún detalle se le escapa, (« Ni un solo
detalle se puede ignorar » sic) y en él lo mas extraño a su
personalidad es la espontaneidad, vale la pena sopesar bien
sus palabras. « No aspiraré ni aceptaré –repito-no aspiraré
ni aceptaré...» No es que renuncie, sencillamente, no
aspira; actúa según su voluntad. Tampoco, acepta, pues nadie
le hará cambiar de decisión. Que no quede duda, nadie lo
influenció, nadie lo presionó; de allí la repetición.
Ejercerá un tipo de poder en acorde con sus condiciones
físicas y así será hasta su muerte. Continuará publicando
sus reflexiones « aportando experiencias ideas »; « solo
desea combatir como un soldado de las ideas », puesto que el
espíritu bélico es su orientación constante, las ideas deben
expresarse como batallas. Continuará dando guerra,
escribiendo bajo el titulo de « Reflexiones del compañero
Fidel »; Y agrega una ultima frase, entre jocosa e irónica:
« Seré cuidadoso», como si se estuviera dirigiendo a alguien
que le hubiese puesto en guardia, o sencillamente, se trata
de la aplicación de los métodos guerrilleros que tanto
alecciona él, en los que priva el ardid, el engaño, la
trampa, lo artero. Como ya no “aspira” a los cargos
institucionales, podrá ejercer libremente su papel de
guerrillero que es el que más afecciona.
Se debe notar también que no
mencionó el tercer cargo que también ostenta: Primer
Secretario del Partido comunista de Cuba, y como es sabido,
el Partido está considerado como una entidad de tanto peso
como el Estado. Es muy probable, que ese partido, el único
partido legal en Cuba, que no ha celebrado un congreso desde
hace diez años, salga de su papel de relativa reserva en el
que se le ha mantenido hasta ahora, en un país en donde los
dos pilares del Estado son las FAR (fuerzas armadas) y el
Minint (ministerio del interior) y no el Partido comunista,
como suele creerse, que en Cuba hasta ahora no ha cumplido a
cabalidad con el papel que tuvo en los países del campo
comunista. Raúl Castro ha aludido varias veces, desde su
papel de interino, que será el Partido comunista al que se
le adjudicará la preponderancia para regir los destinos de
Cuba. Permanecer a la cabeza del PCC, le otorga a Fidel
Castro un frente de acción mejor adaptado a su estado
físico, desde donde podrá ejercerá su actividad de “soldado
de las ideas”, de orientador y guardián de los “principios
revolucionarios. En este caso si se puede admitir que se
habrá realizado un cambio en el tipo de imagen idealizada
propuesta por el castrismo desde 1959. A la figura del héroe
de estilo mesiánico arropado con la arrogancia del guerrero
triunfante, reproductor de mártires de la revolución, dará
paso la figura del burócrata comunista, según el modelo que
prevaleció en las dictaduras comunistas de los países del
Este. La longevidad de su poder le habrá permitido a Fidel
Castro declinar su personaje y actuar en múltiples papeles
de personajes de acción según los momentos y circunstancias.
El de fósil o de burócrata comunista se adapta a la
perfección a su estado actual. El abandono del uniforme
verde oliva por el traje deportivo como emblema de su nuevo
estatus, lo demuestra. De paso significa también una
adaptación al vestuario universal actual, dándole una nota
de modernidad inusual a su personaje. Por cierto que exhibir
la marca de fábrica de ese vestuario, le da una publicidad
inusitada a esa multinacional de trajes deportivos, aparte
de tratarse de un producto extranjero que debe adquirirse
con divisas extranjeras. ¿Le adjudicará Adidas algún
dividendo al Estado cubano a cuenta de la publicidad?
Con respecto a Venezuela, surge
la pregunta de cual va a ser la política exterior que
desarrollará Raúl Castro, en la nueva etapa que emprenderá
el poder cubano hoy liberado del mesianismo que hasta ahora
lo ha caracterizado en América latina. Y es precisamente en
este ámbito que se pueden esperar cambios y no tanto en el
interno. Es sabido que la élite militar cubana, no solo no
aprecia al teniente-coronel Hugo Chávez sino mas bien lo
mira con desden. No es para menos, tratándose de un ejército
con el historial militar de la categoría del de las FAR
cubanas sin ningún parangón con las venezolanas y el
historial militar de Hugo Chávez es nulo. El nacionalismo
cubano, es un sentimiento muy fuerte y es compartido, tanto
por los cubanos de la isla como por los que se encuentran en
el exilio. Existe la idea errónea de que el teniente coronel
se convierta en el sucesor de Fidel Castro.
Cabe recordar la "reflexión" que
le dedicó Fidel Castro a la reciente visita de Lula a Cuba,
cuando, ejerciendo su papel de historiador, entre otras
cosas, hizo hincapié en el hecho de que el desarrollo de la
izquierda hoy en América Latina era un mérito suyo y de
Lula, pues fueron ellos quienes idearon, organizaron y
pusieron en práctica el Foro de Sao Paulo, gracias al cual
lograron el renacer de la izquierda en el continente. A Hugo
Chávez sólo lo mencionó para informar de que había acordado
con Lula la decisión de que este último tomara al venezolano
bajo su protección como si fuera un menor de edad, pero en
ningún momento le adjudicó un papel histórico de importancia
en el escenario latinoamericano.
Vista desde la perspectiva que
se abre hoy en Cuba, la visita de Lula a La Habana cobra una
dimensión particular, pues aunque innegable la dependencia
de Cuba con en materia energética, es evidente que el
gobierno de Lula da Silva, que no comulga con mesianismos y
retóricas obsoletas, está llamado a ser para La Habana un
interlocutor más fiable que la República bolivariana de
Venezuela, cuyo nivel de desarrollo, debido a la debacle de
su economía, pronto se equiparará al de un país
centroamericano. Además, creer que un cubano, y menos un
militar, acepte acogerse a un liderazgo extranjero – y menos
al de un poder con características circenses y un liderazgo
de clown como el venezolano – es un equívoco. Y no es de
excluir, que a la larga, el poder emanado del castrismo –
liberado de los hermanos Castro - se alíe con sectores
cubanos que detentan un gran poder económico en Estado
–Unidos, permitiendo así que Cuba se convierta en la
verdadera potencia del Caribe que aspira ser. Además, el
poder cubano, lo que lógicamente intentara de ahora en
adelante, es salir del abismo económico en que lo sumió,
primero Che Guevara y luego Fidel Castro. Después de haber
practicado y sufrido la insensatez durante 50 años, es
difícil imaginar que el pragmático Raúl Castro, acepte
compartir la caída al abismo en la que se ha enfrascado Hugo
Chávez, aliándose con una banda de incompetentes, empeñados
en representar una farsa que llaman revolución.
La distribución del poder que se
decidirá el domingo próximo en La Habana tendrá como
característica un cambio y continuidad del régimen. Según la
división generacional establecida por Fidel Castro en su
mensaje, tendrán que estar representadas: la generación que
hizo la revolución, la generación intermedia que aprendió de
la primera y los jóvenes que Fidel Castro frecuentó con
asiduidad mientras eran estudiantes, formados en los
principios del castrismo mesiánico más férreo quienes ven en
Hugo Chávez el continuador de la misión de Fidel Castro a
nivel internacional. La incógnita en la distribución de la
nueva nomenclatura del poder, estriba en los espacios de
poder que se les van a adjudicarle a estos jóvenes que
constituyen el Grupo de Apoyo del Comandante en Jefe, o
según, el calificativo popular, el grupo de los “Talibanes”.
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Especializada en etnopsicoanálisis e historia,
consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú
y así me nació la conciencia" (1982).
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Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA |