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¿El penúltimo acto?
por Elizabeth Burgos
viernes, 22 febrero 2008


Fidel Castro es como un historiador que en lugar de escribirla, pone en escena la historia. Y la historia se desarrolla en secuencias, detalles y circunstancias. El anuncio de que « no aspirará ni aceptará » continuar ejerciendo los cargos del máximo poder en Cuba, salvo el hecho de darle carácter institucional, no es en realidad una gran novedad, puesto que desde su enfermedad y convalecencia, (Julio 2006) delegó sus responsabilidades de jefe de Estado a su hermano; aunque fuera de forma provisoria, ha quedado demostrado de que no estaba en condiciones de seguir ejerciendo el poder, tal y como lo había venido haciendo desde hacía 48 años. Su estado físico no le dejó otra opción que la escritura como medio de expresión. Desde entonces, cual director de teatro, se ha dedicado a publicar regularmente en Granma una suerte de libreto por entregas de historia inmediata que ha llamado « reflexiones », mediante las cuales continúa estando presente en el escenario y el imaginario cubano y dando la impresión de que todavía su voz cuenta en el ámbito internacional. Es el mismo método de la « reflexión » al que ha recurrido para anunciar al pueblo de Cuba y al mundo, que « adquiere esta vez forma de mensaje », según sus propias palabras, que no « aspiraré ni aceptaré- repito- no aspiraré ni aceptaré, el cargo de Presidente del consejo de Estado y Comandante en Jefe ». Como ningún detalle se le escapa, (« Ni un solo detalle se puede ignorar » sic) y en él lo mas extraño a su personalidad es la espontaneidad, vale la pena sopesar bien sus palabras. « No aspiraré ni aceptaré –repito-no aspiraré ni aceptaré...» No es que renuncie, sencillamente, no aspira; actúa según su voluntad. Tampoco, acepta, pues nadie le hará cambiar de decisión. Que no quede duda, nadie lo influenció, nadie lo presionó; de allí la repetición. Ejercerá un tipo de poder en acorde con sus condiciones físicas y así será hasta su muerte. Continuará publicando sus reflexiones « aportando experiencias ideas »; « solo desea combatir como un soldado de las ideas », puesto que el espíritu bélico es su orientación constante, las ideas deben expresarse como batallas. Continuará dando guerra, escribiendo bajo el titulo de « Reflexiones del compañero Fidel »; Y agrega una ultima frase, entre jocosa e irónica: « Seré cuidadoso», como si se estuviera dirigiendo a alguien que le hubiese puesto en guardia, o sencillamente, se trata de la aplicación de los métodos guerrilleros que tanto alecciona él, en los que priva el ardid, el engaño, la trampa, lo artero. Como ya no “aspira” a los cargos institucionales, podrá ejercer libremente su papel de guerrillero que es el que más afecciona.

Se debe notar también que no mencionó el tercer cargo que también ostenta: Primer Secretario del Partido comunista de Cuba, y como es sabido, el Partido está considerado como una entidad de tanto peso como el Estado. Es muy probable, que ese partido, el único partido legal en Cuba, que no ha celebrado un congreso desde hace diez años, salga de su papel de relativa reserva en el que se le ha mantenido hasta ahora, en un país en donde los dos pilares del Estado son las FAR (fuerzas armadas) y el Minint (ministerio del interior) y no el Partido comunista, como suele creerse, que en Cuba hasta ahora no ha cumplido a cabalidad con el papel que tuvo en los países del campo comunista. Raúl Castro ha aludido varias veces, desde su papel de interino, que será el Partido comunista al que se le adjudicará la preponderancia para regir los destinos de Cuba. Permanecer a la cabeza del PCC, le otorga a Fidel Castro un frente de acción mejor adaptado a su estado físico, desde donde podrá ejercerá su actividad de “soldado de las ideas”, de orientador y guardián de los “principios revolucionarios. En este caso si se puede admitir que se habrá realizado un cambio en el tipo de imagen idealizada propuesta por el castrismo desde 1959. A la figura del héroe de estilo mesiánico arropado con la arrogancia del guerrero triunfante, reproductor de mártires de la revolución, dará paso la figura del burócrata comunista, según el modelo que prevaleció en las dictaduras comunistas de los países del Este. La longevidad de su poder le habrá permitido a Fidel Castro declinar su personaje y actuar en múltiples papeles de personajes de acción según los momentos y circunstancias. El de fósil o de burócrata comunista se adapta a la perfección a su estado actual. El abandono del uniforme verde oliva por el traje deportivo como emblema de su nuevo estatus, lo demuestra. De paso significa también una adaptación al vestuario universal actual, dándole una nota de modernidad inusual a su personaje. Por cierto que exhibir la marca de fábrica de ese vestuario, le da una publicidad inusitada a esa multinacional de trajes deportivos, aparte de tratarse de un producto extranjero que debe adquirirse con divisas extranjeras. ¿Le adjudicará Adidas algún dividendo al Estado cubano a cuenta de la publicidad?

Con respecto a Venezuela, surge la pregunta de cual va a ser la política exterior que desarrollará Raúl Castro, en la nueva etapa que emprenderá el poder cubano hoy liberado del mesianismo que hasta ahora lo ha caracterizado en América latina. Y es precisamente en este ámbito que se pueden esperar cambios y no tanto en el interno. Es sabido que la élite militar cubana, no solo no aprecia al teniente-coronel Hugo Chávez sino mas bien lo mira con desden. No es para menos, tratándose de un ejército con el historial militar de la categoría del de las FAR cubanas sin ningún parangón con las venezolanas y el historial militar de Hugo Chávez es nulo. El nacionalismo cubano, es un sentimiento muy fuerte y es compartido, tanto por los cubanos de la isla como por los que se encuentran en el exilio. Existe la idea errónea de que el teniente coronel se convierta en el sucesor de Fidel Castro.

Cabe recordar la "reflexión" que le dedicó Fidel Castro a la reciente visita de Lula a Cuba, cuando, ejerciendo su papel de historiador, entre otras cosas, hizo hincapié en el hecho de que el desarrollo de la izquierda hoy en América Latina era un mérito suyo y de Lula, pues fueron ellos quienes idearon, organizaron y pusieron en práctica el Foro de Sao Paulo, gracias al cual lograron el renacer de la izquierda en el continente. A Hugo Chávez sólo lo mencionó para informar de que había acordado con Lula la decisión de que este último tomara al venezolano bajo su protección como si fuera un menor de edad, pero en ningún momento le adjudicó un papel histórico de importancia en el escenario latinoamericano.

Vista desde la perspectiva que se abre hoy en Cuba, la visita de Lula a La Habana cobra una dimensión particular, pues aunque innegable la dependencia de Cuba con en materia energética, es evidente que el gobierno de Lula da Silva, que no comulga con mesianismos y retóricas obsoletas, está llamado a ser para La Habana un interlocutor más fiable que la República bolivariana de Venezuela, cuyo nivel de desarrollo, debido a la debacle de su economía, pronto se equiparará al de un país centroamericano. Además, creer que un cubano, y menos un militar, acepte acogerse a un liderazgo extranjero – y menos al de un poder con características circenses y un liderazgo de clown como el venezolano – es un equívoco. Y no es de excluir, que a la larga, el poder emanado del castrismo – liberado de los hermanos Castro - se alíe con sectores cubanos que detentan un gran poder económico en Estado –Unidos, permitiendo así que Cuba se convierta en la verdadera potencia del Caribe que aspira ser. Además, el poder cubano, lo que lógicamente intentara de ahora en adelante, es salir del abismo económico en que lo sumió, primero Che Guevara y luego Fidel Castro. Después de haber practicado y sufrido la insensatez durante 50 años, es difícil imaginar que el pragmático Raúl Castro, acepte compartir la caída al abismo en la que se ha enfrascado Hugo Chávez, aliándose con una banda de incompetentes, empeñados en representar una farsa que llaman revolución.

La distribución del poder que se decidirá el domingo próximo en La Habana tendrá como característica un cambio y continuidad del régimen. Según la división generacional establecida por Fidel Castro en su mensaje, tendrán que estar representadas: la generación que hizo la revolución, la generación intermedia que aprendió de la primera y los jóvenes que Fidel Castro frecuentó con asiduidad mientras eran estudiantes, formados en los principios del castrismo mesiánico más férreo quienes ven en Hugo Chávez el continuador de la misión de Fidel Castro a nivel internacional. La incógnita en la distribución de la nueva nomenclatura del poder, estriba en los espacios de poder que se les van a adjudicarle a estos jóvenes que constituyen el Grupo de Apoyo del Comandante en Jefe, o según, el calificativo popular, el grupo de los “Talibanes”.
 

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 Especializada en etnopsicoanálisis e historia, consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia" (1982).
- Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA


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