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Colombia o la revolución militar
por Elizabeth Burgos
viernes, 16 mayo 2008


Geoffrey Parker, en su ya clásica obra The Military revolution; Military Innovation and the Rise of the West, 1500-1800, demuestra que la expansión y la dominación que ejerció Europa durante tres siglos, de 1500 a 1800, sobre gran parte del planeta no se debió a la revolución industrial como se suele creer, sino  ante todo, a la revolución militar. El autor analiza el momento de la expansión de las armas de fuego y sus consecuencias en la transformación del estilo en las operaciones ofensivas y defensivas. Los estados se organizan en función de la guerra, dirimen sus conflictos combatiendo en tierra y en mar y extienden sus conflictos a otros continentes. La superioridad, producto de la revolución militar ocurrida durante lo siglos XVI y XVII les permitió que fundaran la primera hegemonía mundial de la historia.

Con la llegada al poder de Hugo Chávez, Venezuela  se convierte en un escenario de guerra civil sui generis. La oposición ha blandido toda clase de armas institucionales, evitando hasta ahora, volver al modelo de los enfrentamientos armados siglo XIX tan preciado por el presidente de la República. El empleo de lo institucional como arma, representa de por si una revolución militar. Mientras que el teniente coronel se rige por el modelo militar obsoleto castrista, aliado con los llamados países del Alba, intenta deshacerse del gobierno colombiano que aparece como un obstáculo en medio de la zona andina, para sus planes expansionistas. Su alianza con las FARC, al igual que el gobierno del Ecuador, y el de Bolivia, ha tenido como consecuencia haber transformado la guerra interna colombiana, en guerra de carácter internacional. (Indicios de la presencia de las FARC en Bolivia, se detectaron ya durante el gobierno de Sánchez de Losada cuando dos militantes de las FARC fueron apresados en La Paz bajo la acusación de impartir entrenamiento militar al MAS. Inmediatamente Evo Morales, entonces en la oposición, echó a andar sus redes de apoyo, y solicitó a su amigo, el líder alter mundialista francés José Bové, para que acudiera a Bolivia a abogar ante el entonces presidente de la Republica,  por la libertad de “esos dos campesinos colombianos”. Recuerdo el talante amenazante del líder  francés al dirigirse al presidente Sánchez de Lozada: en caso de no ser liberados los dos colombianos, desencadenaría una campaña contra su gobierno. El líder peronista argentino Dualde, declaró en una ocasión que las FARC “habían perforado los sindicatos argentinos”).

 

El gobierno de Álvaro Uribe, en aras de racionalizar el teatro de operaciones, comenzó por neutralizar a uno de los actores del conflicto, las AUC (los paramilitares), y así poderle dedicar todos los esfuerzos a los pesos pesados: las FARC y el ELN. Pero he aquí que el expansionismo guerrero del teniente coronel venezolano, al convertir a Venezuela, seguido por el presidente del Ecuador, en santuario de las FARC, ha convertido lo que era una guerra interna en guerra internacional, obligando a Colombia a combatir también en el plano internacional, como fue el caso del operativo militar realizado en la zona fronteriza, en el que pereció el segundo hombre de las FARC, Raúl Reyes.

 

Se ha hecho evidente - contrariamente a lo que estuvo sucediendo hasta finales de los año noventa -, que el ejército colombiano ha estado actuando de manera altamente profesional. La liquidación de Raúl Reyes, seguida de la de Iván Ríos, segundo en la jerarquía de los responsables del frente internacional, tras el arresto y extradición de Simón Trinidad ocurrido en enero del 2004, precisamente en Quito, juzgado en Estados Unidos, demuestra un dominio del terreno y contar con un excelente aparato de información. Fueron operaciones precisas, en las que demostraron poseer a la perfección la técnica de la sorpresa en la conducción de la guerra.

 

Mientras en el país vecino se habla de heroísmo, de patria o muerte, de guerrilleros del mar (para justificar esa adquisición millonaria, el ideólogo de la guerra asimétrica, declaró que los nueve submarinos estaban destinados a  los “guerrilleros del mar” (sic); lo que suena como el colmo del legendario nuevoriquismo venezolano), Colombia aplica varias formas de técnicas militares, no para hacerles la guerra, sino en aras a neutralizar a los vecinos aliados de las FARC, cumpliendo así con los preceptos de Sun Tzu; vencer al enemigo sin necesidad de recurrir a las armas. Se trata de un tipo de combate en el que priva lo psicológico, porque el objetivo que se busca, mediante una estrategia sabiamente dispuesta, es incidir al más alto nivel político en donde se decide o la guerra o la paz. Pero como una nueva era de la guerra se abre hoy, determinada por las nuevas tecnologías, lo que significa una revolución militar, pues se trata de un nuevo tipo de armamento que al igual que la revolución militar del siglo XVI, la actual incide en todos los elementos:  estratégico,  técnicos, tácticos , políticos y mentales. Esa nueva arma que hoy está blandiendo Colombia, es un simple disco duro de un ordenador que tiene un potencial de fuego, sin parangón con los ridículo diez batallones enviados por el teniente coronel a la frontera del país vecino cuando estalló la crisis entre Colombia y el Ecuador a raíz de la muerte de Raúl Reyes, pensado con ello neutralizar al presidente colombiano. Solamente que el gobierno de Colombia tiene muy claro cuáles son sus prioridades que en ningún momento coinciden con hacer estallar un conflicto bélico con Venezuela o con el Ecuador.

 

Toda guerra tiene una vertiente psicológica, pero, en el escenario de crisis diplomática actual, tal y como la desarrolla en estos momentos Colombia, demuestra un arte de la maniobra cuyo objetivo no es obtener efectos psicológicos, sino neutralizar a Hugo Chávez y a Rafael Correa. Su lucha no es contra ellos, sino en pro de su país. El presidente Uribe lo intentó desde el principio revelando la existencia del ordenador, dejando filtrar por cuenta gotas algunas informaciones del contenido, con el propósito de que entraran en razón los presidentes de Venezuela y del Ecuador que consideraban que “sus fronteras eran con las FARC” y no con Colombia. Pero fieles a los preceptos del castrismo que considera que en una escalada no se debe responder con el paso siguiente que corresponde, sino que se debe llevar la situación hasta el extremo del enfrentamiento, en lugar de actuar con sensatez han radicalizado su postura. Secundados por los servicios de inteligencia cubanos, y por los adversarios políticos de Álvaro Uribe,  han desatado una intensa ofensiva en el ámbito domestico del gobierno colombiano, provocando una serie crisis interna con el objeto de debilitarlo e ir preparando el terreno para actuar en el próximo escenario electoral que se avecina en Colombia. Entretanto, el gobierno colombiano continua su ofensiva, demostrando su dominio en la revolución militar  que se está dando en la actualidad, que el analista de la guerra François Géré llama la “revolución electro informática”.

 

Vale la pena recordar ante el asunto desencadenado por el disco duro de Raúl Reyes, a Turing, el matemático británico, padre de la informática, célebre por haber podido descifrar durante la segunda guerra mundial los códigos secretos de la maquina Enigma que utilizaban los nazis para enviar sus cifrados, que fue una de las causas mayores por las que perdieron la guerra.

 

Indudablemente, el informe de la INTERPOL, pone en aprietos, no sólo a los principales  implicados, los presidentes de Venezuela y del Ecuador, sino también a aquellos presidentes de la región que practican, con respecto a Hugo Chávez, una realpolitik inducida por la prodigalidad de la chequera del venezolano.

 

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 Especializada en etnopsicoanálisis e historia, consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia" (1982).
- Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA


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