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Desenlace de un secuestro en un escenario de guerra combinada
por Elizabeth Burgos
viernes, 11 julio 2008


La unanimidad acerca del triunfo político-militar del gobierno de Colombia con la "Operación Jaque" mediante la cual se logró el rescate de Ingrid Betancourt, de los tres estadounidenses y de once miembros del ejército, rehenes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), es una evidencia que no necesita mayores comentarios. En cambio, el diseño estratégico militar que le permitió al gobierno de Álvaro Uribe semejante logro sí requiere atención.

Desde el comienzo de su segundo mandato, Álvaro Uribe se propuso  mantener la iniciativa ante las FARC,  algo que ninguno de los gobiernos de Colombia había logrado hasta ahora.

Pese al acoso interno y externo al que ha sido sometido en su lucha contra las FARC - incluso por parte de gobiernos como el de Venezuela, y el del Ecuador, simpatizantes de las FARC,  y no por las mismas razones, el de Francia, sin contar con la animadversión de la familia de Ingrid Betancourt que se sumó resueltamente al bando anti-Uribe formado por  Hugo Chávez y la senadora Piedad Córdova, el gobierno colombiano mantuvo su postura; mantener la ofensiva militar, al mismo tiempo que proponía entablar conversaciones con vistas a negociar acuerdo de paz y la liberación de los rehenes, sin aceptar, por supuesto, otorgales una zona desmilitarizada como las FARC lo exigían pues sabía el resultado que había dado dicha iniciativa durante el gobierno de Pastrana. Otorgarle a las FARC un territorio libre de la presencia de las fuerzas militares para practicar en plena libertad el tráfico de drogas y mantener a los rehenes a buen resguardo, incluso, facilitar la toma de nuevos rehenes.  Como prueba de buena voluntad, Uribe accedió al pedido del presidente Nicolas Sarkozy, animado por la « pasión » (sic) de liberar a Ingrid Betancourt,  de poner en libertad a Rodrigo Granda, capturado en Caracas, y conocido como el “Canciller de las FARC”.

Colombia supo poner hábilmente a su favor, el mesianismo infantil y arrogante de Hugo Chávez, la falta de discernimiento de la diplomacia francesa en el tratamiento del caso de la rehén franco-colombiana, que hizo aparecer a Francia como un Estado inexperimentado semejante a una « república bananera », como se suele calificar en Europa cierto estilo caricatural de gobierno, como a menudo se dan en  América Latina. Se debe ser justo, los errores de la diplomacia francesa en el caso Betancourt comenzaron durante el gobierno de Jacques Chirac. Recordemos  las peripecias del avión enviado por el entonces primer ministro, Dominique de Villepin a Manaos donde se suponía las FARC iban a hacerle entrega a Francia de la rehén colombiana.  Aunque ya el continente no detente el monopolio en la materia, basta referirse al estilo de Berlusconi y al  del propio Sarkozy para cerciorarse que la influencia bananera  ha logrado atravesar el Atlántico y hacer nido en Europa.  

Los anteriores gobiernos colombianos que no lograron diseñar una verdadera estrategia política-militar susceptible de sacar del callejón sin salida en el que la violencia había sumido al país. Precisamente, una de las peores consecuencias de ese fallo, fue el surgimiento del para-militarismo como recurso para suplir el debilitamiento del Estado, o simplemente su ausencia en amplias zonas del país.

Mucho se insiste sobre la ayuda que le otorga Estados Unidos al ejército colombiano con el propósito de minimizar sus logros obtenidos, pero lo que se debe recalcar, primeramente,  es que ningún otro gobierno, aún menos europeo, le ha ofrecido esa ayuda a Colombia. Y si bien es cierto que la ayuda de Estados Unidos ha permitido convertir a ese ejército  en el más moderno y aguerrido de América Latina, también es cierto que de no haber existido el apoyo moral de las mayorías colombianas a la política de Uribe de la « seguridad democrática » y la voluntad de éste último de enfrentar de una vez por todas el problema endémico de la violencia, esa ayuda no hubiese servido de mucho. Desde su campaña electoral de 2002 que lo llevó a la presidencia, Álvaro Uribe, no ha variado en su programa con el cual se comprometió ante  los colombianos; restablecer la autoridad del Estado y la seguridad en el país y en ello radica la clave del éxito militar y por ende, político.  

Lo primero que se percibe es que la política de firmeza de Álvaro Uribe se ha desplegado  dentro de un sabio esquema estratégico que ha fusionado lo político-militar y lo diplomático; complementaridad que le ha dado la coherencia a la acción del gobierno. Por ello, aunando la conjunción de ambos, - lo militar al servicio de la política,  y de la defensa de la democracia, ha sabido diseñar un marco de referencias programático del cual se desprenden los éxitos obtenidos, siendo el más espectacular, el operativo del rescate de los rehenes; que visto desde cualquier ángulo – ardid o soborno de los carceleros – significa un éxito rotundo y una humillación profunda de los insurgentes.

Otros éxitos, de no menor impacto que el del rescate de los rehenes, que demostraron que las Fuerzas Armadas colombianas eran dueñas de la iniciativa; las capturas de dirigentes de las FARC en países extranjeros, la intercepción de las pruebas de vida de los rehenes, en particular de Ingrid Betancourt, la entrega del hijo de Clara Rojas, suscitando el clamoroso fracaso del espectáculo circense por Caracas, que hasta contó con la presencia de Oliver Stone, representante del monopolio del mercado de las imágenes de Hollywood..

Lo más delicado del escenario para el gobierno colombiano, fue la internacionalización de la guerra interna gracias al caso de Ingrid Betancourt que fue instrumentalizado a ese efecto, primero por  Hugo Chávez, luego por Rafael Correa que se convirtió en un aliado particularmente activo, a lo cual se sumó, indirectamente, también Francia. La guerra interna colombiana traspasó las fronteras del país al haber encontrado las FARC en los gobiernos de Venezuela y del Ecuador, dos aliados activos que pusieron a disposición de los insurgentes, sus territorios nacionales, Colombia comenzaba a estar militarmente sitiada por sus dos fronteras.

Sin embargo, en Colombia se estaba  consciente de que se trataba de una guerra interna, y no contra Venezuela o el Ecuador, pese a la actitud de sus respectivos gobiernos que no han disimulado su simpatía ideológica hacia las FARC, por lo que debía cuidarse de no caer en semejante provocación. Hugo Chávez buscaba suscitar un incidente militar entre Colombia y  Venezuela, con el objetivo de obligar al ejército colombiano a dividir sus fuerzas, debilitando así  el poder de fuego contra las FARC. Mientras Hugo Chávez movilizaba hacia la frontera diez batallones, Bogotá optó por no darse por enterada, ni un sólo soldado colombiano fue movilizado hacia la frontera.

Bogotá reaccionó desplegando una técnica de guerra singular por su grado de sofisticación.

Se sabe que el acoso militar a la guerrilla ha sido constante y exitoso. Pero simultáneamente se le dio prioridad al estudio profundo del enemigo y desarrollar así un amplio  y minucioso trabajo de información y de infiltración de la guerrilla, dentro y fuera de las fronteras nacionales, como lo demostró la captura de Rodrigo Granda en Caracas, de Simón Trinidad en el Ecuador, y la más importante, haber detectado el campamento de Raúl Reyes establecido en ese mismo país, hecho que permitió realizar una operación quirúrgica en territorio ecuatoriano que significó un éxito rotundo sobre las FARC. Si el rescate de Ingrid Betancourt significó un golpe simbólico y político, el operativo del Ecuador hirió de muerte al grupo insurgente. La muerte de Raúl Reyes, segundo  jefe de las FARC, dejaba sin dirección política la organización guerrillera. El hallazgo de sus ordenadores que contenían la memoria de las FARC , permitió identificar; los aliados, las redes  internacionales, los planes del grupo irregular. Quedó demostrada la complicidad del gobierno ecuatoriano y de Hugo Chávez con las FARC.  Quien salió más debilitado, ha sido Hugo Chávez, por ahora neutralizado y sus ínfulas de liderazgo continental, obstaculizadas.

Tres días más tarde, era asesinado por su propio guardespaldas, Iván Ríos, miembro también de la dirección. No se le ha dado la importancia que merece a este hecho y las consecuencias desmoralizadoras que suscitó en los rangos de la guerrilla. Ahora todos desconfían de todos, y ello quedó demostrado con  la entrega de la « comandante Karina », temerosa de terminar como Ivan Ríos, asesinada por algún miembro de la propia guerrilla, deseoso de cobrar la recompensa prometida por el gobierno.  Lo más relevante de la desaparición de Iván Ríos es que con su muerte,  la de Raúl Reyes y la extradición de Simón Trinidad a Estados Unidos, a lo cual se agrega la muerte de Manuel Marulanda, las FARC quedaron literalmente huérfanas pues perdieron a los dirigentes de mayor relieve y autoridad.

Lo más interesante del caso colombiano, es el despliegue  de un concepto militar inédito en el panorama continental; contrariamente a lo sucedido  en la Argentina, Brasil, Uruguay, Guatemala, en  los años 1960-1970, que ante el terrorismo castrista, estos gobiernos practicaron el terrorismo de Estado. Álvaro Uribe se propuso terminar con las FARC, restaurar la paz y restablecer la plena vigencia del Estado, pero actuando rigurosamente desde la democracia, y esto es uno de los logros más notables y debe verse como una novedad histórica que rompe con la tradición histórica del continente, cuando el Estado  se enfrenta a un grupo insurgente. Se deben recordar la monstruosidad de la represión en la Argentina contra las guerrillas, las masacre en Guatemala, las de la dictadura de Pinochet, las de Fidel Castro contra los anti-castristas.

Las fuerzas militares colombianas evitan  el enfrentamiento armado cuando las circunstancias lo permitan, prefiriendo los golpes sorpresivos, que no sólo significan una victoria política, sino crean desmoralización en el seno de la guerrilla y en sus aliados, pues el gobierno colombiano ha demostrado tener la iniciativa de los acontecimientos y ello es un hecho vital en el desenlace de una guerra.

Se pueden enumerar los éxitos obtenidos por el ejército colombiano logrados gracias a un certero trabajo de inteligencia y no a enfrentamientos militares:

Cuando el teniente coronel Hugo Chávez hizo el ridículo llegando a París con las manos vacías siendo el objeto de su viaje, precisamente, entregarle al Presidente Sarkozy, las pruebas de vida de Ingrid Betancourt, fue Bogotá quien las dio a conocer gracias a haber interceptado a los emisarios que debían entregarlas.  Igualmente sucedió cuando Hugo Chávez montó el obsceno espectáculo para recibir la entrega de Emmanuel, el hijo de Clara Rojas, la « Operación Emmanuel », con la complicidad, entre otros, de Oliver Stone, del presidente Kirchner, del controvertido consejero de Lula para asuntos internacionales, Marco Aurelio García etc.; todos animados por el deseo de lograr una tajada de visibilidad mediática a costa del sufrimiento de los rehenes. Nunca se ha visto una tal falta de ética en personajes que detentan la responsabilidad del manejo de Estados y de pueblos. El grupo acampaba impaciente en San José del Guaviare, cuando el presidente Uribe informaba que el niño no estaba en poder de la guerrilla sino al cuidado de una organización benéfica del Estado. Fue finalmente el gobierno colombiano quien entregó el niño al ser liberada Clara Rojas.  Y hasta la noticia de la muerte de Manuel Marulanda, fue obra del gobierno colombiano que se encargó de anunciarla.  

Son suficientes los antecedentes como para que se ahorraran los comentarios que ponen en duda la versión de Bogotá, y se inclinan por la hipótesis de un pago de rescate por los rehenes recientemente liberados por las Fuerzas Armadas colombianas. Las últimas informaciones, de boca misma del abogado de los rehenes, dejan claro que Colombia poseía suficiente información acerca del funcionamiento interno de las FARC, como para comunicarse con ellos y hacerles creer la veracidad del escenario que habían forjado para rescatar a los rehenes. Hoy sabemos que las fuerzas militares colombianas se inspiraron en el operativo montado por Venezuela e imitaron el estilo « bolivariano-chavista » cuando las FARC le entregaron al gobierno venezolano de manera unilateral, a Clara Rojas y a Consuelo González, y en un segundo operativo, a los tres ex congresistas. 

La operación « Jaque » pasará a la historia de la lucha por la democracia como el golpe más contundente contra el castro-guevarismo, equiparable al realizado por el Ejército boliviano cuando derrotó a las guerrillas que operaron en ese país en 1967 bajo el mando del propio Ernesto Guevara, y que culminó con su muerte en octubre de 1967. En ambos casos se truncó, no sólo la instauración de un gobierno de inspiración castrista en el corazón de América Latina, sino, ante todo, el proyecto continental que llevaban implícitos, tanto el uno como el otro quedó desarticulado. Así como en 1967, Fidel Castro había escogido como centro de irradiación de la revolución a Bolivia, en la actualidad le adjudicó ese papel a Venezuela. Es de una meridiana claridad que el proyecto de Hugo Chávez con las FARC consistía en una alianza para instaurar el viejo sueño del castrismo; un sistema inspirado del cubano, primero en la zona andina, luego en el resto del continente.

La  disolución del ejército venezolano y su reemplazo por el “ejército revolucionario bolivariano”  formado por la fusión de las milicias formadas por los jóvenes venezolanos entrenados en Cuba, con las FARC, es una operación que está en marcha en Venezuela desde hace bastante tiempo. El politólogo venezolano, José Machillanda, especializado en temas militares, considera que el “planteamiento del presidente Chávez es crear en América Latina una guerra de identidades con ánimos de formar un frente de tipo operacional militar. Con las FARC, los Piqueteros, Sendero Luminoso, los grupos indígenas de Evo, Chiapas, y el FMLN, intenta crear una relación utilizando el bolivarianismo. Él no habla con los Gobiernos, sino con los alcaldes o los grupos emergentes”. [1] 

En Bolivia, el gobierno de Evo Morales, pieza importante del proyecto continental, todavía está en la fase de la seducción de sectores de las Fuerzas Armadas para lo cual cuenta con los petrodólares venezolanos que distribuye sin pudor entre la jerarquía militar. En el Ecuador tienen como aliado a Rafael Correa quien contó con la ayuda económica de las FARC  para su campaña electoral, como lo demostraron los ordenadores de Raúl Reyes; y por si quedaba alguna duda acerca de sus verdaderas metas, acaba de intervenir dos canales de televisión. En Bolivia, la técnica es más directa; dos canales de televisión, uno en Tarija, el otro en Sucre, dos regiones que se han rebelado y optaron por la autonomía, han sufrido atentados a manos de oficiales del ejército entrenados en Venezuela y mientras tanto, las FARC  imparten entrenamiento militar a las milicias indígenas.   

El ejército colombiano ha demostrado que ha sabido asimilar y sintetizar, la tradición clásica occidental De la guerra de Carl von Clausewitz, con las teorías asiáticas de Sun Tzu, siglo IV a. C. en El arte de la guerra que aconsejan evitar el enfrentamiento con el enemigo, prefiriendo el ardid, devolviendo contra el enemigo sus propias armas, de esa manera, el ejército colombiano ha hecho suyas las técnicas militares de la guerra de guerrillas, aplicándolas contra la propia guerrilla. Mientras tanto, gracias a la tenacidad del gobierno y del ejército colombiano, en París, Ingrid Betancourt se entrega a la embriaguez de su inmensa popularidad. Su liberación le ha prodigado a los franceses uno de esos momentos en que se olvidan o traicionan su legendario cartesianismo y se libran embelesados a la emoción y en ello han sido secundados por los medios que le han otorgado al acontecimiento, casi la totalidad de los espacios televisivos, igualmente de los cotidianos; y, por si fuera poco, este fin de semana, tendremos la avalancha de los semanarios.

Hasta los lugares de recogimiento para orarle a Dios, pues la ex rehén se ha vuelto una creyente practicante, han sido escogidos en función de su impacto mediático. La Iglesia Saint Sulpice, hecha célebre por el Da Vinci Code, que desde su publicación vive invadida permanentemente por los turistas y la Iglesia del Sagrado Corazón en Montmartre, el lugar más visitado por los turistas después de la Torre Eiffel, fueron los dos templos escogidos por la ex-rehén para  elevar sus plegarias, por supuesto, acompañada por un sequito de cámaras y de fotógrafos. Estos actos de recogimiento religioso tuvieron su coronación ayer con una peregrinación a Lourdes. El 14 de julio, día de la gran fiesta nacional francesa, el presidente de la República le impondrá a Ingrid Betancourt la Legión de Honor, y ella presenciará  a su lado y a la de otros jefes de Estado, desde la tribuna oficial, el gran desfile militar con el que se celebra cada año la Toma de la Bastilla. Hasta ahora no se ha anunciado que Álvaro Uribe haya sido invitado ni tampoco ningún jefe militar colombiano.

A Álvaro Uribe le espera ahora librar la más difícil de las batallas. Una batalla consigo mismo; el dilema de ir o no a la reelección. Incidir en la figura de tan malos precedentes en el continente, la de aparecer como queriendo perennizarse en el poder, o dejar su obra inconclusa, librándole el país a la aventura castrista auspiciada desde Venezuela, permitiendo así el renacer de las FARC.


[1] Tal Cual, Caracas, 9 de julio2008.
 

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 Especializada en etnopsicoanálisis e historia, consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia" (1982).
- Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA


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