La unanimidad acerca del triunfo
político-militar del gobierno de Colombia con la
"Operación Jaque" mediante la cual se logró el rescate de
Ingrid Betancourt, de los tres estadounidenses y de once
miembros del ejército, rehenes de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC),
es una evidencia que no necesita mayores
comentarios. En cambio, el diseño estratégico militar que le
permitió al gobierno de Álvaro Uribe semejante logro sí
requiere atención.
Desde el
comienzo de su segundo mandato, Álvaro Uribe se propuso
mantener la iniciativa ante las FARC, algo que ninguno de
los gobiernos de Colombia había logrado hasta ahora.
Pese al acoso
interno y externo al que ha sido sometido en su lucha contra
las FARC - incluso por parte de gobiernos como el de
Venezuela, y el del Ecuador, simpatizantes de las FARC, y
no por las mismas razones, el de Francia, sin contar con la
animadversión de la familia de Ingrid Betancourt que se sumó
resueltamente al bando anti-Uribe formado por Hugo Chávez y
la senadora Piedad Córdova, el gobierno colombiano mantuvo
su postura; mantener la ofensiva militar, al mismo tiempo
que proponía entablar conversaciones con vistas a negociar
acuerdo de paz y la liberación de los rehenes, sin aceptar,
por supuesto, otorgales una zona desmilitarizada como las
FARC lo exigían pues sabía el resultado que había dado dicha
iniciativa durante el gobierno de Pastrana. Otorgarle a las
FARC un territorio libre de la presencia de las fuerzas
militares para practicar en plena libertad el tráfico de
drogas y mantener a los rehenes a buen resguardo, incluso,
facilitar la toma de nuevos rehenes. Como prueba de buena
voluntad, Uribe accedió al pedido del presidente Nicolas
Sarkozy, animado por la « pasión » (sic) de liberar a Ingrid
Betancourt, de poner en libertad a Rodrigo Granda,
capturado en Caracas, y conocido como el “Canciller de las
FARC”.
Colombia supo
poner hábilmente a su favor, el mesianismo infantil y
arrogante de Hugo Chávez, la falta de discernimiento de la
diplomacia francesa en el tratamiento del caso de la rehén
franco-colombiana, que hizo aparecer a Francia como un
Estado inexperimentado semejante a una « república
bananera », como se suele calificar en Europa cierto estilo
caricatural de gobierno, como a menudo se dan en América
Latina. Se debe ser justo, los errores de la diplomacia
francesa en el caso Betancourt comenzaron durante el
gobierno de Jacques Chirac. Recordemos las peripecias del
avión enviado por el entonces primer ministro, Dominique de
Villepin a Manaos donde se suponía las FARC iban a hacerle
entrega a Francia de la rehén colombiana. Aunque ya el
continente no detente el monopolio en la materia, basta
referirse al estilo de Berlusconi y al del propio Sarkozy
para cerciorarse que la influencia bananera ha logrado
atravesar el Atlántico y hacer nido en Europa.
Los
anteriores gobiernos colombianos que no lograron diseñar una
verdadera estrategia política-militar susceptible de sacar
del callejón sin salida en el que la violencia había sumido
al país. Precisamente, una de las peores consecuencias de
ese fallo, fue el surgimiento del para-militarismo como
recurso para suplir el debilitamiento del Estado, o
simplemente su ausencia en amplias zonas del país.
Mucho se
insiste sobre la ayuda que le otorga Estados Unidos al
ejército colombiano con el propósito de minimizar sus
logros obtenidos, pero lo que se debe recalcar,
primeramente, es que ningún otro gobierno, aún menos
europeo, le ha ofrecido esa ayuda a Colombia. Y si bien es
cierto que la ayuda de Estados Unidos ha permitido convertir
a ese ejército en el más moderno y aguerrido de América
Latina, también es cierto que de no haber existido el apoyo
moral de las mayorías colombianas a la política de Uribe de
la « seguridad democrática » y la voluntad de éste último de
enfrentar de una vez por todas el problema endémico de la
violencia, esa ayuda no hubiese servido de mucho.
Desde su campaña
electoral de 2002 que lo llevó a la presidencia, Álvaro
Uribe, no ha variado en su programa con el cual se
comprometió ante los colombianos; restablecer la autoridad
del Estado y la seguridad en el país y en ello radica la
clave del éxito militar y por ende, político.
Lo primero
que se percibe es que la política de firmeza de Álvaro Uribe
se ha desplegado dentro de un sabio esquema estratégico que
ha fusionado lo político-militar y lo diplomático;
complementaridad que le ha dado la coherencia a la acción
del gobierno. Por ello, aunando la conjunción de ambos, - lo
militar al servicio de la política, y de la defensa de la
democracia, ha sabido diseñar un marco de referencias
programático del cual se desprenden los éxitos obtenidos,
siendo el más espectacular, el operativo del rescate de los
rehenes; que visto desde cualquier ángulo – ardid o soborno
de los carceleros – significa un éxito rotundo y una
humillación profunda de los insurgentes.
Otros éxitos,
de no menor impacto que el del rescate de los rehenes, que
demostraron que las Fuerzas Armadas colombianas eran dueñas
de la iniciativa; las capturas de dirigentes de las FARC en
países extranjeros, la intercepción de las pruebas de vida
de los rehenes, en particular de Ingrid Betancourt, la
entrega del hijo de Clara Rojas, suscitando el clamoroso
fracaso del espectáculo circense por Caracas, que hasta
contó con la presencia de Oliver Stone, representante del
monopolio del mercado de las imágenes de Hollywood..
Lo más
delicado del escenario para el gobierno colombiano, fue la
internacionalización de la guerra interna gracias al caso de
Ingrid Betancourt que fue instrumentalizado a ese efecto,
primero por Hugo Chávez, luego por Rafael Correa que se
convirtió en un aliado particularmente activo, a lo cual se
sumó, indirectamente, también Francia. La guerra interna
colombiana traspasó las fronteras del país al haber
encontrado las FARC en los gobiernos de Venezuela y del
Ecuador, dos aliados activos que pusieron a disposición de
los insurgentes, sus territorios nacionales, Colombia
comenzaba a estar militarmente sitiada por sus dos
fronteras.
Sin embargo,
en Colombia se estaba consciente de que se trataba de una
guerra interna, y no contra Venezuela o el Ecuador, pese a
la actitud de sus respectivos gobiernos que no han
disimulado su simpatía ideológica hacia las FARC, por lo que
debía cuidarse de no caer en semejante provocación. Hugo
Chávez buscaba suscitar un incidente militar entre Colombia
y Venezuela, con el objetivo de obligar al ejército
colombiano a dividir sus fuerzas, debilitando así el poder
de fuego contra las FARC. Mientras Hugo Chávez movilizaba
hacia la frontera diez batallones, Bogotá optó por no darse
por enterada, ni un sólo soldado colombiano fue movilizado
hacia la frontera.
Bogotá
reaccionó desplegando una técnica de guerra singular por su
grado de sofisticación.
Se sabe que
el acoso militar a la guerrilla ha sido constante y exitoso.
Pero simultáneamente se le dio prioridad al estudio profundo
del enemigo y desarrollar así un amplio y minucioso trabajo
de información y de infiltración de la guerrilla, dentro y
fuera de las fronteras nacionales, como lo demostró la
captura de Rodrigo Granda en Caracas, de Simón Trinidad en
el Ecuador, y la más importante, haber detectado el
campamento de Raúl Reyes establecido en ese mismo país,
hecho que permitió realizar una operación quirúrgica en
territorio ecuatoriano que significó un éxito rotundo sobre
las FARC. Si el rescate de Ingrid Betancourt significó un
golpe simbólico y político, el operativo del Ecuador hirió
de muerte al grupo insurgente. La muerte de Raúl Reyes,
segundo jefe de las FARC, dejaba sin dirección política la
organización guerrillera. El hallazgo de sus ordenadores que
contenían la memoria de las FARC , permitió identificar; los
aliados, las redes internacionales, los planes del grupo
irregular. Quedó demostrada la complicidad del gobierno
ecuatoriano y de Hugo Chávez con las FARC. Quien salió más
debilitado, ha sido Hugo Chávez, por ahora neutralizado y
sus ínfulas de liderazgo continental, obstaculizadas.
Tres días más
tarde, era asesinado por su propio guardespaldas, Iván Ríos,
miembro también de la dirección. No se le ha dado la
importancia que merece a este hecho y las consecuencias
desmoralizadoras que suscitó en los rangos de la guerrilla.
Ahora todos desconfían de todos, y ello quedó demostrado
con la entrega de la « comandante Karina », temerosa de
terminar como Ivan Ríos, asesinada por algún miembro de la
propia guerrilla, deseoso de cobrar la recompensa prometida
por el gobierno. Lo más relevante de la desaparición de
Iván Ríos es que con su muerte, la de Raúl Reyes y la
extradición de Simón Trinidad a Estados Unidos, a lo cual se
agrega la muerte de Manuel Marulanda, las FARC quedaron
literalmente huérfanas pues perdieron a los dirigentes de
mayor relieve y autoridad.
Lo más
interesante del caso colombiano, es el despliegue de un
concepto militar inédito en el panorama continental;
contrariamente a lo sucedido en la Argentina, Brasil,
Uruguay, Guatemala, en los años 1960-1970, que ante el
terrorismo castrista, estos gobiernos practicaron el
terrorismo de Estado. Álvaro Uribe se propuso terminar con
las FARC, restaurar la paz y restablecer la plena vigencia
del Estado, pero actuando rigurosamente desde la democracia,
y esto es uno de los logros más notables y debe verse como
una novedad histórica que rompe con la tradición histórica
del continente, cuando el Estado se enfrenta a un grupo
insurgente. Se deben recordar la monstruosidad de la
represión en la Argentina contra las guerrillas, las masacre
en Guatemala, las de la dictadura de Pinochet, las de Fidel
Castro contra los anti-castristas.
Las fuerzas
militares colombianas evitan el enfrentamiento armado
cuando las circunstancias lo permitan, prefiriendo los
golpes sorpresivos, que no sólo significan una victoria
política, sino crean desmoralización en el seno de la
guerrilla y en sus aliados, pues el gobierno colombiano ha
demostrado tener la iniciativa de los acontecimientos y ello
es un hecho vital en el desenlace de una guerra.
Se pueden
enumerar los éxitos obtenidos por el ejército colombiano
logrados gracias a un certero trabajo de inteligencia y no a
enfrentamientos militares:
Cuando el
teniente coronel Hugo Chávez hizo el ridículo llegando a
París con las manos vacías siendo el objeto de su viaje,
precisamente, entregarle al Presidente Sarkozy, las pruebas
de vida de Ingrid Betancourt, fue Bogotá quien las dio a
conocer gracias a haber interceptado a los emisarios que
debían entregarlas. Igualmente sucedió cuando Hugo Chávez
montó el obsceno espectáculo para recibir la entrega de
Emmanuel, el hijo de Clara Rojas, la « Operación Emmanuel »,
con la complicidad, entre otros, de Oliver Stone, del
presidente Kirchner, del controvertido consejero de Lula
para asuntos internacionales, Marco Aurelio García etc.;
todos animados por el deseo de lograr una tajada de
visibilidad mediática a costa del sufrimiento de los
rehenes. Nunca se ha visto una tal falta de ética en
personajes que detentan la responsabilidad del manejo de
Estados y de pueblos. El grupo acampaba impaciente en San
José del Guaviare, cuando el presidente Uribe informaba que
el niño no estaba en poder de la guerrilla sino al cuidado
de una organización benéfica del Estado. Fue finalmente el
gobierno colombiano quien entregó el niño al ser liberada
Clara Rojas. Y hasta la noticia de la muerte de Manuel
Marulanda, fue obra del gobierno colombiano que se encargó
de anunciarla.
Son
suficientes los antecedentes como para que se ahorraran los
comentarios que ponen en duda la versión de Bogotá, y se
inclinan por la hipótesis de un pago de rescate por los
rehenes recientemente liberados por las Fuerzas Armadas
colombianas. Las últimas informaciones, de boca misma del
abogado de los rehenes, dejan claro que Colombia poseía
suficiente información acerca del funcionamiento interno de
las FARC, como para comunicarse con ellos y hacerles creer
la veracidad del escenario que habían forjado para rescatar
a los rehenes. Hoy sabemos que las fuerzas militares
colombianas se inspiraron en el operativo montado por
Venezuela e imitaron el estilo « bolivariano-chavista »
cuando las FARC le entregaron al gobierno venezolano de
manera unilateral, a Clara Rojas y a Consuelo González, y en
un segundo operativo, a los tres ex congresistas.
La operación
« Jaque » pasará a la historia de la lucha por la democracia
como el golpe más contundente contra el castro-guevarismo,
equiparable al realizado por el Ejército boliviano cuando
derrotó a las guerrillas que operaron en ese país en 1967
bajo el mando del propio Ernesto Guevara, y que culminó con
su muerte en octubre de 1967. En ambos casos se truncó, no
sólo la instauración de un gobierno de inspiración castrista
en el corazón de América Latina, sino, ante todo, el
proyecto continental que llevaban implícitos, tanto el uno
como el otro quedó desarticulado. Así como en 1967, Fidel
Castro había escogido como centro de irradiación de la
revolución a Bolivia, en la actualidad le adjudicó ese papel
a Venezuela. Es de una meridiana claridad que el proyecto de
Hugo Chávez con las FARC consistía en una alianza para
instaurar el viejo sueño del castrismo; un sistema inspirado
del cubano, primero en la zona andina, luego en el resto del
continente.
La disolución del ejército venezolano y su
reemplazo por el “ejército revolucionario bolivariano”
formado por la fusión de las milicias formadas por los
jóvenes venezolanos entrenados en Cuba, con las FARC, es una
operación que está en marcha en Venezuela desde hace
bastante tiempo. El politólogo venezolano, José Machillanda,
especializado en temas militares, considera que el “planteamiento
del presidente Chávez es crear en América Latina una guerra
de identidades con ánimos de formar un frente de tipo
operacional militar. Con las FARC, los Piqueteros, Sendero
Luminoso, los grupos indígenas de Evo, Chiapas, y el FMLN,
intenta crear una relación utilizando el bolivarianismo. Él
no habla con los Gobiernos, sino con los alcaldes o los
grupos emergentes”.
En Bolivia,
el gobierno de Evo Morales, pieza importante del proyecto
continental, todavía está en la fase de la seducción de
sectores de las Fuerzas Armadas para lo cual cuenta con los
petrodólares venezolanos que distribuye sin pudor entre la
jerarquía militar. En el Ecuador tienen como aliado a Rafael
Correa quien contó con la ayuda económica de las FARC para
su campaña electoral, como lo demostraron los ordenadores de
Raúl Reyes; y por si quedaba alguna duda acerca de sus
verdaderas metas, acaba de intervenir dos canales de
televisión. En Bolivia, la técnica es más directa; dos
canales de televisión, uno en Tarija, el otro en Sucre, dos
regiones que se han rebelado y optaron por la autonomía, han
sufrido atentados a manos de oficiales del ejército
entrenados en Venezuela y mientras tanto, las FARC imparten
entrenamiento militar a las milicias indígenas.
El ejército
colombiano ha demostrado que ha sabido asimilar y
sintetizar, la tradición clásica occidental De la guerra
de Carl von Clausewitz, con las teorías asiáticas de Sun Tzu,
siglo IV a. C. en El arte de la guerra que aconsejan
evitar el enfrentamiento con el enemigo, prefiriendo el
ardid, devolviendo contra el enemigo sus propias armas, de
esa manera, el ejército colombiano ha hecho suyas las
técnicas militares de la guerra de guerrillas, aplicándolas
contra la propia guerrilla. Mientras tanto, gracias a la
tenacidad del gobierno y del ejército colombiano, en París,
Ingrid Betancourt se entrega a la embriaguez de su inmensa
popularidad. Su liberación le ha prodigado a los franceses
uno de esos momentos en que se olvidan o traicionan su
legendario cartesianismo y se libran embelesados a la
emoción y en ello han sido secundados por los medios que le
han otorgado al acontecimiento, casi la totalidad de los
espacios televisivos, igualmente de los cotidianos; y, por
si fuera poco, este fin de semana, tendremos la avalancha de
los semanarios.
Hasta los
lugares de recogimiento para orarle a Dios, pues la ex rehén
se ha vuelto una creyente practicante, han sido escogidos en
función de su impacto mediático. La Iglesia Saint Sulpice,
hecha célebre por el Da Vinci Code, que desde su
publicación vive invadida permanentemente por los turistas y
la Iglesia del Sagrado Corazón en Montmartre, el lugar más
visitado por los turistas después de la Torre Eiffel, fueron
los dos templos escogidos por la ex-rehén para elevar sus
plegarias, por supuesto, acompañada por un sequito de
cámaras y de fotógrafos. Estos actos de recogimiento
religioso tuvieron su coronación ayer con una peregrinación
a Lourdes. El 14 de julio, día de la gran fiesta nacional
francesa, el presidente de la República le impondrá a Ingrid
Betancourt la Legión de Honor, y ella presenciará a su lado
y a la de otros jefes de Estado, desde la tribuna oficial,
el gran desfile militar con el que se celebra cada año la
Toma de la Bastilla. Hasta ahora no se ha anunciado que
Álvaro Uribe haya sido invitado ni tampoco ningún jefe
militar colombiano.
A Álvaro
Uribe le espera ahora librar la más difícil de las batallas.
Una batalla consigo mismo; el dilema de ir o no a la
reelección. Incidir en la figura de tan malos precedentes en
el continente, la de aparecer como queriendo perennizarse en
el poder, o dejar su obra inconclusa, librándole el país a
la aventura castrista auspiciada desde Venezuela,
permitiendo así el renacer de las FARC.
* |
Especializada en etnopsicoanálisis e historia,
consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú
y así me nació la conciencia" (1982).
-
Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA |