La
tan anunciada y esperada conferencia de prensa del
presidente francés, Nicolás Sarkozy, tuvo lugar este martes
8 de enero. Dos temas principales despertaban
particularmente el interés de los medios: la baja de la
popularidad del Presidente según la última encuesta y su
vida amorosa: según los analistas, la primera está en
relación a la segunda. Ambos datos relacionados con su
persona. El primero, en un hombre tan ávido de éxito
personal, se supone debe causarle preocupación. El segundo,
la celebridad y la belleza de Carla Bruni, - pese al
cansancio que ya comienza a hacerse sentir en la opinión
pública, por la demasiada visibilidad de la vida amorosa del
presidente, - son más que suficiente como para que se sienta
gratificado. Seguramente, para evitar que el interés de los
medios se centrara demasiado en hechos demasiado personales,
y con el propósito tomar la iniciativa y sentar el marco en
el cual iba a desarrollarse la conferencia de prensa, y los
temas a los que le daba preferencia, Sarkozy, a manera de
preámbulo, realizó una intervención de 1 h para orientar el
sentido y explicar las bases filosóficas sobre las cuales
pensaba sustentar la acción de su política y los objetivos
que persigue. Una noción tomada de la obra del sociólogo de
izquierda Edgard Morin, “política de civilización” que ya el
Presidente había mencionado en su discurso de felicitación
con motivo del Año Nuevo, el 31 de diciembre 2007. “Esa
política de civilización” debe contemplar la manera de
“situar al hombre en el centro de la política”, “hacer más
humana la sociedad”, “poner al servicio del hombre los
cambios indispensables que deben ocurrir”. Actos seguido,
Sarkozy enumeró las reformas que conformarán semejante
empresa. A nivel institucional, la Constitución debe
dirigirse a garantizar la igualdad del hombre y de la mujer
y el respeto de la diversidad, y otorgar los medios para
hacer posible una verdadera política de integración y
hacerle frente a los retos de la bioética. Ante la severa
crisis económica que atraviesa el país, algunos analistas
consideran como un golpe de genio, el modificar los
instrumentos de medida del crecimiento económico y poniendo
el acento en los datos positivos: “tomando en cuenta la
calidad y no sólo la cantidad para favorecer otro tipo de
crecimiento económico”. Dos premios Nóbel de economía lo van
a secundar en esa tarea, para encontrar sus propios
instrumentos de medida: Joseph Stiglitz, y Amyrta Sen.
En cuanto a los problemas del
medio ambiente, y al tema de los OGM, particularmente
debatido en Francia, está dispuesto a “recurrir a la
cláusula de salvaguarda” sobre los OGM si existen dudas
serias acerca de los que se cultivan en Francia. Anunció el
lanzamiento de diez proyectos d renovación universitaria
para luchar contra el deterioro de las universidades
francesas que deben convertirse en “espacios de convivencia
y de efervescencia intelectual que estén al nivel de la idea
que tenemos del lugar que ocupa el saber en nuestra
civilización”.
Un anuncio sorprendente; la
posibilidad de suprimir totalmente la publicidad en las
cadenas de televisión públicas. La financiación provendría
de un impuesto sobre las ganancias publicitarias de las
cadenas privadas y un impuesto mínimo sobre las ganancias
obtenidas por los nuevos medios de comunicación: acceso a
Internet, telefonía móvil. En cuanto al trabajo y al nivel
de vida, los dos temas que realmente motivan y preocupan a
los franceses, el presidente se pronunció por la ampliación
y el aumento de la participación que le permite a los
asalariados de devengar “la parte que les toca en el éxito
de la empresa. “No es aceptable que una empresa que haga
muchos beneficios no recompense a sus asalariados”. El
espinoso tema de las 35 horas, instaurado por el gobierno
socialista de Lionel Jospin, Sarkozy prometió sería abrogado
durante el año 2008. Medida que ha resultado lesiva, tanto a
nivel económico, como a nivel de ciertos sectores, como el
hospitalario en donde se debe trabajar 24 h al día. Al haber
tenido que recurrir a obtener personal en horas
suplementarias, ha causado un déficit enorme que se ha
agregado al ya existente.
Otro tema candente, el de la
inmigración. El presidente exige cumplir con la política de
cuotas y clama por una jurisdicción que se ocupe del derecho
de los extranjeros hasta ahora en manos de los tribunales
ordinarios.
En cuanto a la influencia del
capitalismo, Francia no permanecerá inmóvil frente a la
subida de los fondos especulativos demasiado agresivos y
ampliará la defensa y la promoción de los intereses
económicos primordiales de la nación. Francia asumirá la
estrategia de proteger sus empresas y darle los medios de
defenderse y desarrollarse.
No podía faltar la pregunta que
todos tenían en la punta de la lengua: su relación con Carla
Bruni y su posible futura boda. Admitió que la elación “iba
en serio” y que si boda había, seguramente lo sabrían cuando
ya habría pasado. En cuanto a las críticas de mediatizar en
demasía su vida amorosa y privada, respondió sin inmutarse
que él no llamaba a las redacciones de los medios para que
enviaran fotógrafos y cámaras. Que la culpa era de la
prensa, Pero que él no estaba dispuesto a actuar como otros
presidentes que mantenían en secreto familias paralelas y
cuando viajaban al exterior no lo hacían en aviones y en
yates privados, prestados por amigos afortunados, sino lo
hacían en aviones pertenecientes al Estado a cargo de los
impuesto de los contribuyentes.
La política extranjera brilló
por su ausencia. El presidente aludió a la visita de Kaddafi
por las críticas que le hicieron por haber recibido de
manera fastuosa a un hombre “culpable de terrorismo”, cuyo
respeto de los derechos humanos deja mucho que desear.
Sarkozy explicó a su manera, que Kaddafi era un arrepentido
del terrorismo y a ese título se le podía frecuentar y que
cuando se invitaba a alguien, no era para humillarlo, se le
debía tratar bien. De la misma manera que también que se
hablaba con Chávez, pues no se debía romper el diálogo con
ningún gobierno. El pronunciar el nombre de Chávez de
pasada, fue la única alusión que hizo y de manera muy
indirecta del caso de los rehenes. Por lo demás, ningún
periodista formuló ni la más mínima alusión al caso de
Ingrid Betancourt.
Edgard Morin, el sociólogo que
pese a su intención ha inspirado al presidente, pese a
“tratar de inspirar desde años a la izquierda que nunca lo
ha escuchado”, como antes la “fractura social” del
antropólogo Emmanuel Todd, inspiró a Jacques Chirac, opina
que Nicolás Sarkozy es una mezcla de desviacionista y de
conformista, que en el fondo se desmarca del estilo normal
de su propio partido. Opina que su campaña electoral fue
digna de la campaña de Bonaparte en Italia. Logró
neutralizar a su derecha, a su izquierda, a recuperar votos,
a rodear el centro, a pretender realizar una ruptura
mientras, en los hechos, aseguraba la continuidad del
partido. Lo considera un estratega genial, pero entrampado
por la situación y todas las promesas que no podrán
realizarse. Sin embargo, no excluye que Nicolás Sarkozy
pueda operar una reconversión, porque si aludió a la
“política de civilización” es por él ha sentido que existía
un vacío.
Los periodistas tendrán la
oportunidad de vivir durante el mandato de Sarkozy la
experiencia de las conferencias de prensa, que por momentos
toman el sesgo de pugilato, pues anunció que realizaría ese
ejercicio con frecuencia. Seguramente siguiendo el ejemplo
de de Gaulle, que durante su presidencia realizó 17,
mientras que Jacques Chirac, poco dotado para el contacto
con la prensa, apenas realizó 4 en 12 años de ejercicio del
poder.
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Especializada en etnopsicoanálisis e historia,
consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú
y así me nació la conciencia" (1982).
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Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA |