De no ser porque se trata de un
hecho de suma gravedad que atañe a toda la comunidad
internacional, la solución propuesta por el teniente
coronel, presidente de Venezuela, a la crisis financiera que
ha conmovido al mundo en las últimas semanas, podría ser
considerado como un mal chiste. Pero tal parece que se trata
de una decisión tomada de común acuerdo con el interesado en
La Habana.
El proyecto consiste en impulsar
un eje económico entre Rusia, China, Bielorrusia, Irán y
Venezuela, otorgándole el papel de consejero a Fidel Castro.
El espectacular fracaso
económico de Cuba – y no por culpa del embargo decretado por
Estados Unidos como muchos continúan afirmándolo – no parece
perturbarlo en lo más mínimo. El patético deterioro de las
ciudades, la baja calidad de la vida, la falta de alimentos
y medicinas de primera necesidad en Cuba, demuestra que el
menos habilitado para impartir consejos en materia
económica, es Fidel Castro, responsable absoluto del
descalabro de la isla.
La decisión de imponer un
régimen socialista y de desechar la modernidad que Cuba
había alcanzado cuando Fidel Castro se hizo con el poder
para imitar al sistema soviético, significó para la Isla un
verdadero genocidio industrial. Ernesto “Che” Guevara que
había realizado una lectura rápida de los textos Marx
relativos a la economía, decidió que se debía aplicar la
receta de Lénin que pretendía que el comunismo era el
socialismo más la electricidad: socialismo debía ir de par
con la industrialización.
Cuba adquirió un parque
industrial obsoleto en Checoslovaquia que se oxidó en el
puerto de La Habana. Allí quedó el empeño y la URSS decide
pagarse una bailarina en el Caribe. Tras el patético fracaso
de la “Zafra de los 10 millones” en 1970 - puesto que el
fracaso de la industrialización obligó a Cuba a volver a la
industria azucarera - que terminó de fundir lo que le
quedaba a la isla como infraestructura económica, Cuba
adoptó la que fue su manera de subsistir durante los siglos
en que la Isla se convirtió en el centro de del proyecto
imperial hispano.
Primero sirvió de centro desde
donde partían las expediciones de conquista hacia el
continente. Más tarde, el puerto de La Habana se convirtió
en el centro del proyecto imperial: allí hacía escala la
flota que venía de regreso del Perú y de México con su
cargamento de metales preciosos rumbo a la Península
Ibérica. En La Habana se abastecían en alimentos y agua, y
de paso, descansaba la tripulación. Los propietarios de
esclavas, las alquilaban durante el tiempo que duraba la
escala de la flota, para que cumplieran con el oficio de
prostitutas. La Habana era remunerada por los servicios
prestados mediante el sistema de partidas: una remuneración
otorgada por la Nueva España, como se le llamaba entonces a
México.
Tras la revolución haitiana, el
rango de primer productor de azúcar lo ocupó entonces Cuba
hasta la independencia, desarrollando una economía
floreciente. En el momento que Fidel Castro se ampara del
poder, la economía cubana era uno de las más prósperas del
continente.
El sistema económico que impuso el castrismo, no fue un
sistema sino el regreso al antiguo método de vivir gracia a
la percepción de partidas. Cuba vivió hasta la caída del
muro de Berlín, de las partidas que le suministraba Moscú. A
cambio de ello, Cuba se convirtió en una base militar
soviética y en una proveedora de soldados negros para las
guerras que ésta libraba en el África en su empeño imperial
geopolítico. El castrismo significó una vuelta a un pasado
ya superado. De su herencia de economía basada en la
esclavitud, el gobierno cubano se dedica al alquiler de la
fuerza de trabajo: al igual que lo hacía con los esclavos en
épocas pasadas, ahora lo hace con los médicos, maestros y
entrenadores deportistas, militares y fuerzas policiales,
alquiladas a los gobiernos que pueden costeárselo y de paso
infiltran las instituciones de los países receptores.
Uno de los temas sobre los cuales estableció su legitimidad
la revolución cubana fue sobre el aniquilamiento de la
prostitución. El castrismo creo el mito de La Habana como el
gran burdel de Estados Unidos. Mito tenaz que persiste y
sigue negando la existencia de una clase intelectual cubana
de alto nivel, como la de una clase media próspera, y la
presencia activa de la mujer en múltiples actividades
culturales, tal como el Lyceum en donde se realizaban
actividades culturales de alto nivel.
La prostitución que siempre ha
constituido un fenómeno de ciudades portuarias, hoy ha
vuelto a ser una práctica cotidiana que va de par con la
vuelta a la industria del turismo, pero la diferencia es que
ahora se ejerce de manera masiva, y la realizan hasta los
menores de edad y de ambos sexos.
Aquellos cubanos que no perciben
dólares del exterior, sin lo cual no pueden adquirir
productos de primera necesidad, se ven obligados a
procurárselos en la isla misma recurriendo a los, cada vez
más numerosos, turistas europeos; de esta manera Cuba se ha
convertido en el primer paraíso de prostitución infantil,
masculina y femenina del mundo.
Un reciente y excepcional documental de la televisión
española, muestra la red de complicidades con la que cuentan
los proxenetas para proveer el mercado de niñas prostitutas,
lo que se ha convertido en la mayor atracción para los
turistas. En el proceso para que los proxenetas se provean
de niñas, intervienen desde las maestras de escuela, hasta
la policía. Las jovencitas (comienzan desde los doce años)
que hacen la felicidad de los turistas, van vestidas con sus
uniformes, así llaman menos la atención.
Las maestras de escuela perciben
una suma para que autoricen a salir a las niñas durante las
horas de clase. Luego, los policías que vigilan las casas en
donde se alojan los turistas, perciben también una suma, a
cambio de permitirles la entrada.
“A aquí todo se obtiene con
dinero”, declara una de las niñas entrevistadas. Y gracias
al dinero, el equipo español pudo filmar las secuencias y
entrevistar a los actores de tan lucrativo negocio, que
ayuda a “resolver” – palabra muy cubana – las necesidades de
la vida cotidiana.
La jerarquía del régimen vive de
las partidas que les sitúa Venezuela que ha venido a llenar
el vacío dejado por la Unión Soviética. Este privilegio ha
sido posible, gracias a la circunstancia que le ha procurado
a Fidel Castro la ausencia de imagen de padre de la que
sufre Hugo Chávez que lo llama “padre”, que encontró en el
cubano la manera de suplirla.
Al igual que se paga por el
alquiler del cuerpo de una prostituta, el venezolano,
remunera, espléndidamente, al cubano por llenar ese vacío.
De cierta manera este último, juega un papel similar al de
la mujer que alquila su cuerpo.
Cuba ha vuelto a la que fuera su
vocación primigenia: como proveedora de fuerza de trabajo,
practica una suerte de trata de esclavos moderna y la
situación catastrófica de su economía, suscita la
prostitución que ha llegado al extremo de la prostitución
infantil.
Como consejero de la nueva
economía del Socialismo del siglo XXI, y puesto que la
experiencia en materia económica del consejero será el
modelo que adoptarán los países del eje bolivariano, cabe
preguntarse cómo piensan organizar ese nuevo modelo de
esclavitud a escala continental, al igual que la
prostitución, acompañada de la prostitución infantil.
* |
Especializada en etnopsicoanálisis e historia,
consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú
y así me nació la conciencia" (1982).
-
Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA |