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Castrismo y economía
por Elizabeth Burgos
domingo, 12 octubre 2008


De no ser porque se trata de un hecho de suma gravedad que atañe a toda la comunidad internacional, la solución propuesta por el teniente coronel, presidente de Venezuela, a la crisis financiera que ha conmovido al mundo en las últimas semanas, podría ser considerado como un mal chiste. Pero tal parece que se trata de una decisión tomada de común acuerdo con el interesado en La Habana.

El proyecto consiste en impulsar un eje económico entre Rusia, China, Bielorrusia, Irán y Venezuela, otorgándole el papel de consejero a Fidel Castro.

El espectacular fracaso económico de Cuba – y no por culpa del embargo decretado por Estados Unidos como muchos continúan afirmándolo – no parece perturbarlo en lo más mínimo. El patético deterioro de las ciudades, la baja calidad de la vida, la falta de alimentos y medicinas de primera necesidad en Cuba, demuestra que el menos habilitado para impartir consejos en materia económica, es Fidel Castro, responsable absoluto del descalabro de la isla.

La decisión de imponer un régimen socialista y de desechar la modernidad que Cuba había alcanzado cuando Fidel Castro se hizo con el poder para imitar al sistema soviético, significó para la Isla un verdadero genocidio industrial. Ernesto “Che” Guevara que había realizado una lectura rápida de los textos Marx relativos a la economía, decidió que se debía aplicar la receta de Lénin que pretendía que el comunismo era el socialismo más la electricidad: socialismo debía ir de par con la industrialización.

Cuba adquirió un parque industrial obsoleto en Checoslovaquia que se oxidó en el puerto de La Habana. Allí quedó el empeño y la URSS decide pagarse una bailarina en el Caribe. Tras el patético fracaso de la “Zafra de los 10 millones” en 1970 - puesto que el fracaso de la industrialización obligó a Cuba a volver a la industria azucarera - que terminó de fundir lo que le quedaba a la isla como infraestructura económica, Cuba adoptó la que fue su manera de subsistir durante los siglos en que la Isla se convirtió en el centro de del proyecto imperial hispano.

Primero sirvió de centro desde donde partían las expediciones de conquista hacia el continente. Más tarde, el puerto de La Habana se convirtió en el centro del proyecto imperial: allí hacía escala la flota que venía de regreso del Perú y de México con su cargamento de metales preciosos rumbo a la Península Ibérica. En La Habana se abastecían en alimentos y agua, y de paso, descansaba la tripulación. Los propietarios de esclavas, las alquilaban durante el tiempo que duraba la escala de la flota, para que cumplieran con el oficio de prostitutas. La Habana era remunerada por los servicios prestados mediante el sistema de partidas: una remuneración otorgada por la Nueva España, como se le llamaba entonces a México.

Tras la revolución haitiana, el rango de primer productor de azúcar lo ocupó entonces Cuba hasta la independencia, desarrollando una economía floreciente. En el momento que Fidel Castro se ampara del poder, la economía cubana era uno de las más prósperas del continente.

El sistema económico que impuso el castrismo, no fue un sistema sino el regreso al antiguo método de vivir gracia a la percepción de partidas. Cuba vivió hasta la caída del muro de Berlín, de las partidas que le suministraba Moscú. A cambio de ello, Cuba se convirtió en una base militar soviética y en una proveedora de soldados negros para las guerras que ésta libraba en el África en su empeño imperial geopolítico. El castrismo significó una vuelta a un pasado ya superado. De su herencia de economía basada en la esclavitud, el gobierno cubano se dedica al alquiler de la fuerza de trabajo: al igual que lo hacía con los esclavos en épocas pasadas, ahora lo hace con los médicos, maestros y entrenadores deportistas, militares y fuerzas policiales, alquiladas a los gobiernos que pueden costeárselo y de paso infiltran las instituciones de los países receptores.

Uno de los temas sobre los cuales estableció su legitimidad la revolución cubana fue sobre el aniquilamiento de la prostitución. El castrismo creo el mito de La Habana como el gran burdel de Estados Unidos. Mito tenaz que persiste y sigue negando la existencia de una clase intelectual cubana de alto nivel, como la de una clase media próspera, y la presencia activa de la mujer en múltiples actividades culturales, tal como el Lyceum en donde se realizaban actividades culturales de alto nivel.

La prostitución que siempre ha constituido un fenómeno de ciudades portuarias, hoy ha vuelto a ser una práctica cotidiana que va de par con la vuelta a la industria del turismo, pero la diferencia es que ahora se ejerce de manera masiva, y la realizan hasta los menores de edad y de ambos sexos.

Aquellos cubanos que no perciben dólares del exterior, sin lo cual no pueden adquirir productos de primera necesidad, se ven obligados a procurárselos en la isla misma recurriendo a los, cada vez más numerosos, turistas europeos; de esta manera Cuba se ha convertido en el primer paraíso de prostitución infantil, masculina y femenina del mundo.

Un reciente y excepcional documental de la televisión española, muestra la red de complicidades con la que cuentan los proxenetas para proveer el mercado de niñas prostitutas, lo que se ha convertido en la mayor atracción para los turistas. En el proceso para que los proxenetas se provean de niñas, intervienen desde las maestras de escuela, hasta la policía. Las jovencitas (comienzan desde los doce años) que hacen la felicidad de los turistas, van vestidas con sus uniformes, así llaman menos la atención.

Las maestras de escuela perciben una suma para que autoricen a salir a las niñas durante las horas de clase. Luego, los policías que vigilan las casas en donde se alojan los turistas, perciben también una suma, a cambio de permitirles la entrada.

“A aquí todo se obtiene con dinero”, declara una de las niñas entrevistadas. Y gracias al dinero, el equipo español pudo filmar las secuencias y entrevistar a los actores de tan lucrativo negocio, que ayuda a “resolver” – palabra muy cubana – las necesidades de la vida cotidiana.

La jerarquía del régimen vive de las partidas que les sitúa Venezuela que ha venido a llenar el vacío dejado por la Unión Soviética. Este privilegio ha sido posible, gracias a la circunstancia que le ha procurado a Fidel Castro la ausencia de imagen de padre de la que sufre Hugo Chávez que lo llama “padre”, que encontró en el cubano la manera de suplirla.

Al igual que se paga por el alquiler del cuerpo de una prostituta, el venezolano, remunera, espléndidamente, al cubano por llenar ese vacío. De cierta manera este último, juega un papel similar al de la mujer que alquila su cuerpo.

Cuba ha vuelto a la que fuera su vocación primigenia: como proveedora de fuerza de trabajo, practica una suerte de trata de esclavos moderna y la situación catastrófica de su economía, suscita la prostitución que ha llegado al extremo de la prostitución infantil.

Como consejero de la nueva economía del Socialismo del siglo XXI, y puesto que la experiencia en materia económica del consejero será el modelo que adoptarán los países del eje bolivariano, cabe preguntarse cómo piensan organizar ese nuevo modelo de esclavitud a escala continental, al igual que la prostitución, acompañada de la prostitución infantil.
 

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 Especializada en etnopsicoanálisis e historia, consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia" (1982).
- Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA


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