Los líderes
políticos que a raíz de la elección de Barack Obama han
aludido en particular al hecho de no ser blanco han sido:
Fidel Castro, Silvio Berlusconi, Hugo Chávez y Evo Morales
(tal vez se me escape mencionar a algún otro), pero han sido
éstos quienes centraron su reacción ante su elección a la
presidencia de Estados Unidos.
Para
Berlusconi, al referirse de manera irónico-jocosa a Barack
Obama, como a joven “bronceado”, no hay misterio:
simplemente le estaba siendo fiel al sistema de
representaciones racistas propias del fascismo, su familia
de pertenencia ideológica.
Cuando el
teniente-coronel Hugo Chávez declara que esta dispuesto a
reunirse con el “negro”, está manifestando la creencia de
que por ser negro podría establecer con Obama una relación
de complicidad porque supone que el ser “negro” lo coloca
lógicamente en una configuración de pertenencia a una
marginalidad cuyas leyes emanan del propio grupo y no de un
Estado de derecho, según el modelo que impera en la mafia.
Es el tipo de relación que el venezolano ha establecido con
Fidel Castro, Daniel Ortega, Evo Morales, Rafael Correa y
los Kirchner. Hugo Chávez comparte entonces el prejuicio
racial de que todo negro es un delincuente, un marginal, un
fuera de la ley. Significa que ha introyectado para sí mismo
la postura racista que implica que ser negro es sinónimo de
delincuencia.
Evo
Morales, fiel al proyecto de racismo al revés, de venganza
étnica, que intenta imponer en Bolivia, para aplicarle a los
considerados como no pertenecientes a la cultura indígenas,
la marginación social a la que han sido sometidos los
indígenas, declaró que se entendería bien con Obama porque
era negro y él (Evo Morales) era indígena. La creencia de
que el presidente de la que sigue siendo la primera potencia
mundial se va a dejar llevar por una endogamia racial,
demuestra la cortedad de vista del boliviano, también
acostumbrado a la relación de complicidad mafiosa con
Caracas y Cuba, amen del distintivo de presidir el sindicato
de cocaleros. Y como es sabido, la coca es el reino en donde
imperan las mafias.
La reacción
de Fidel Castro es la misma que hubiese tenido un antiguo
propietario de esclavos para quien éstos constituían una
masa, ignorando el perfil de sus individualidades, por lo
que no hacían la diferencia entre uno y otro. Pero al uno de
ellos convertirse en el mandatario de mayor jerarquía del
mundo, la mirada del cubano blanco hubo de detenerse en esa
individualidad y como si por primera vez viera lo que era
físicamente un mulato, lo describe como incrédulo ante el
hecho: “el candidato demócrata, es en parte de origen negro,
y en él predominan el color oscuro y otros rasgos físicos de
dicha raza”, como queriendo convencerse a sí mismo de la
veracidad de algo para él inverosímil. (Por cierto que la
palabra raza es un término que cayó en desuso por
considerárselo pertenecer a la época en que imperaba la
ideología racista de la extrema derecha obsoleto, al igual
que las teorías de Lombroso en relación a la delincuencia y
el origen étnico.) La frase siguiente de Fidel Castro, es
como un desmentido al explicar que Barack Obama: “pudo
estudiar en un centro de educación superior donde se graduó
con notas brillantes. Es sin duda más inteligente, culto y
ecuánime que su adversario republicano.” Es decir, no ganó
la elección por el hecho de ser negro, (mestizo es el
término exacto que debería aplicársele al nuevo presidente
de EE UU) sino pese a ello, y en este punto, se le podría
dar la razón a Fidel Castro, porque es cierto que Obama le
transmitió el sentimiento a los americanos de que él poseía
la competencia para el cargo. Sin embargo, también el
mestizaje influyó en su elección: de haber sido un país en
donde el racismo era institucional, EE UU pasó a convertirse
en el país que mayor conciencia ha tomado del hecho racial.
El que los blancos americanos se les diera la oportunidad de
elegir a un presidente que les diera confianza y además que
fuera mestizo, era una oportunidad que se les brindaba para
resarcirse del pasado racista. Ignorar este avance de la
sociedad americana, demuestra que la visión de Fidel Castro
es la clásica visión del blanco cubano que no ha avanzado ni
un ápice del clásico paternalismo que ha animado a los
“progresistas y revolucionarios” cubanos.
Por cierto,
que tras cincuenta años de revolución y socialista, en Cuba
acaba de surgir el Comité Ciudadano por la Integración
racial (CIR) que de no imperar todavía en la isla una
marginalidad racional, no tendría razón de existir. Por
supuesto que de inmediato el poder los acusó el CIR de ser
un bastión yanqui dentro de Cuba para el uso
contrarrevolucionario del tema racial. El CIR, en un
comunicado con fecha 17 de noviembre de este año, declara:
“La acusación es desde luego un
pretexto. Las razones verdaderas tienen que ver con el temor
histórico de las elites en el poder, –conservadoras,
liberales o totalitarias–, al tratamiento del tema racial
por instituciones independientes. Bien temprano en el siglo
XIX se le denominó miedo al negro a ese pavor cerval que las
hegemonías cubanas atesoran frente a la pluralidad
incomprendida de la nación cubana. Ese temor se actualiza de
cuando en cuando, y la elección de Barack Obama como
presidente de los Estados Unidos pone los pelos de punta en
muchos espacios dentro de Cuba.”
Creo que esta declaración
explica por sí misma las palabras de Fidel Castro acerca de
la negritud de Obama. Si existe un país en donde se practica
la segregación racial, ese país es Cuba. De allí el
verdadero terror que sienten las elites del poder cubanas
cuando se trae a colación el problema negro. Por eso la
propaganda bolivariana ha soslayado el mestizaje africano
que impera en Venezuela y se le ha dado primacía a los
“originarios”, a los indígenas minoritarios ante el
mestizaje africano, por el temor de Cuba al contagio.
De allí que Fidel Castro,
siempre haciendo gala de esa mirada de sorpresa de blanco
ante el mestizaje dice a propósito de Chávez en sus
entrevistas con Ignacio Ramonet: “…ahí tenemos a otro indio,
Hugo Chávez, un nuevo indio que es como él dice, “mezcla de
indio” mestizo, él dice que un poco de blanco. (…) Puede ser
que tenga algunos genes de blanco, y no es malo, la
combinación siempre es buena, enriquece a la humanidad, la
combinación de las llamadas etnias.”
Otro no blanco que Fidel Castro
tuvo que admitir en su corte, pero para ello el erario
venezolano ha tenido que desembolsar muchos millones y
desarrollar una dependencia política indigna de un país que
fue ejemplo de independencia.
* |
Especializada en etnopsicoanálisis e historia,
consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú
y así me nació la conciencia" (1982).
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Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA |