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Discurso étnico y racismo en
la revolución

por Elizabeth Burgos
viernes, 5 diciembre 2008


Los líderes políticos  que a raíz de la elección de Barack Obama han  aludido  en particular al hecho de no ser blanco han sido: Fidel Castro, Silvio Berlusconi, Hugo Chávez y Evo Morales (tal vez se me escape mencionar a algún otro), pero han sido éstos quienes centraron su reacción ante su elección a la presidencia de Estados Unidos.

 

Para Berlusconi, al referirse de manera irónico-jocosa a Barack Obama, como a joven “bronceado”, no hay misterio: simplemente le estaba siendo  fiel al sistema de representaciones racistas propias del fascismo, su familia de pertenencia ideológica.

 

Cuando el teniente-coronel Hugo Chávez declara que esta dispuesto a reunirse con el “negro”, está manifestando  la creencia de que por ser negro podría establecer con Obama una relación de complicidad porque supone que el ser “negro” lo coloca lógicamente en una  configuración de pertenencia a una marginalidad cuyas leyes emanan del propio grupo y no de un Estado de derecho, según el modelo que impera en la mafia. Es el tipo de relación que el venezolano ha establecido con Fidel Castro, Daniel Ortega, Evo Morales, Rafael Correa y los Kirchner. Hugo Chávez comparte entonces el prejuicio racial de que todo negro es un delincuente, un marginal, un fuera de la ley. Significa que ha introyectado para sí mismo la postura racista que implica que ser negro es sinónimo de delincuencia.   

 

Evo Morales, fiel al proyecto de racismo al revés, de venganza étnica, que intenta imponer en Bolivia, para aplicarle a los considerados como no pertenecientes a la cultura indígenas, la marginación social a la que han sido sometidos los indígenas, declaró que se entendería bien con Obama porque era negro y él (Evo Morales) era indígena. La creencia de que el presidente de la que sigue siendo la primera potencia mundial se va a dejar llevar por una endogamia racial, demuestra la cortedad de vista del boliviano, también acostumbrado a la relación de complicidad mafiosa con Caracas y Cuba, amen del distintivo de presidir el sindicato de cocaleros. Y como es sabido, la coca es el reino en donde imperan las mafias.

 

La reacción de Fidel Castro es la misma que hubiese tenido un antiguo propietario de esclavos para quien éstos constituían una masa, ignorando el perfil de sus individualidades, por lo que no hacían la diferencia entre uno y otro. Pero al uno de ellos convertirse en el mandatario de mayor jerarquía del mundo, la mirada del cubano blanco hubo de detenerse en esa individualidad y como si por primera vez viera lo que era físicamente un mulato, lo describe como incrédulo ante el hecho: “el candidato demócrata, es en parte de origen negro, y en él predominan el color oscuro y otros rasgos físicos de dicha raza”, como queriendo convencerse a sí mismo de la veracidad de algo para él inverosímil. (Por cierto que la palabra raza es un término que cayó en desuso por considerárselo pertenecer a la época en que imperaba la ideología racista de la extrema derecha obsoleto, al igual que las teorías de Lombroso en relación a la delincuencia y el origen étnico.)  La frase siguiente de Fidel Castro, es como un desmentido al explicar que Barack Obama: “pudo estudiar en un centro de educación superior donde se graduó con notas brillantes. Es sin duda más inteligente, culto y ecuánime que su adversario republicano.” Es decir, no ganó la elección por el hecho de ser negro, (mestizo es el término exacto que debería aplicársele al nuevo presidente de EE UU) sino pese a ello, y en este punto, se le podría dar la razón a Fidel Castro, porque es cierto que Obama le transmitió el sentimiento a los americanos de que él poseía la competencia para el cargo. Sin embargo, también el mestizaje influyó en su elección: de haber sido un país en donde el racismo era institucional, EE UU pasó a convertirse en  el país que mayor conciencia ha tomado del hecho racial. El que los blancos americanos se les diera la oportunidad de elegir a un presidente que les diera confianza y además que fuera mestizo, era una oportunidad que se les brindaba para resarcirse del pasado racista. Ignorar este avance de la sociedad americana, demuestra que la visión de Fidel Castro es la clásica visión del blanco cubano que no ha avanzado ni un ápice del clásico paternalismo que ha animado a los “progresistas y revolucionarios” cubanos. 

 

Por cierto, que tras cincuenta años de revolución y socialista, en Cuba acaba de surgir el Comité Ciudadano por la Integración racial (CIR) que de no imperar todavía en la isla una marginalidad racional, no tendría razón de existir. Por supuesto que de inmediato el poder los acusó el CIR de ser un bastión yanqui dentro de Cuba para el uso contrarrevolucionario del tema racial. El CIR, en un comunicado con fecha 17 de noviembre de este año, declara:

 

“La acusación es desde luego un pretexto. Las razones verdaderas tienen que ver con el temor histórico de las elites en el poder, –conservadoras, liberales o totalitarias–, al tratamiento del tema racial por instituciones independientes. Bien temprano en el siglo XIX se le denominó miedo al negro a ese pavor cerval que las hegemonías cubanas atesoran frente a la pluralidad incomprendida de la nación cubana. Ese temor se actualiza de cuando en cuando, y la elección de Barack Obama como presidente de los Estados Unidos pone los pelos de punta en muchos espacios dentro de Cuba.”

 

Creo que esta declaración explica por sí misma las palabras de  Fidel Castro acerca de la negritud de Obama. Si existe un país en donde se practica la segregación racial, ese país es Cuba. De allí el verdadero terror que sienten las elites del poder cubanas cuando se trae a colación el problema negro. Por eso la propaganda bolivariana ha soslayado el mestizaje africano que impera en Venezuela y se le ha dado primacía a los “originarios”, a los indígenas minoritarios ante el mestizaje africano, por el temor de Cuba al contagio.

 

De allí que Fidel Castro, siempre haciendo gala de esa mirada de sorpresa de blanco ante el mestizaje dice a propósito de Chávez en sus entrevistas con Ignacio Ramonet: “…ahí tenemos a otro indio, Hugo Chávez, un nuevo indio que es como él dice, “mezcla de indio” mestizo, él dice que un poco de blanco. (…) Puede ser que tenga algunos genes de blanco, y no es malo, la combinación siempre es buena, enriquece a la humanidad, la combinación de las llamadas etnias.”

 

Otro no blanco que Fidel Castro tuvo que admitir en su corte, pero para ello el erario venezolano ha tenido que desembolsar muchos millones  y desarrollar una dependencia política indigna de un país que fue ejemplo de independencia.

 

 *

 Especializada en etnopsicoanálisis e historia, consejera editorial de webarticulista.net,
a
utora de "Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia" (1982).
- Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA


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