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Tensión entre las Fuerzas Armadas y el presidente de Francia
por Elizabeth Burgos
viernes, 4 julio 2008


Lo que en otro momento hubiera significado un accidente trágico, como lo sucedido en el cuartel del Tercer Regimiento de Paracaidistas de Carcasona el domingo pasado, cuando un sub oficial, durante un simulacro de cómo el Ejército afrontaría una toma de rehenes en un espacio público, en lugar de balas de fogueo, usó munición real, resultando heridas 17 personas, cuatro graves, entre las cuales un niño de 3 años, que en lugar de ser considerado como un percance trágico de nivel local por lo que debía tratarse a nivel local, pero al producirse, a raíz de este hecho, la dimisión del general Bruno Cuche Jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra, se ha tornado en un caso político y ha revelado la existencia de una atmósfera de molestia entre la Presidencia de la República y el estamento militar francés. Esta dimisión constituye un hecho poco común en la historia de las Fuerzas Armadas francesas. Menos usual aún fue la celeridad, tanto del Ministro de la Defensa como la del propio Presidente Sarkozy, en aceptar la dimisión del general Cuche.

Si bien es cierto que al general Cuche, por lo demás un militar de gran prestigio, no le quedaba otra alternativa tras el tiroteo ocurrido el pasado domingo en el cuartel de la ciudad de Carcasona, normalmente no se ha debido aceptar su dimisión hasta no haberse realizado la investigación pertinente que determinara el origen y la responsabilidad de los hechos. Tanto más cuanto se trataba de un caso ocurrido a nivel local y sancionable también a nivel local – una falla de disciplina en un cuartel, como lo señala Le Monde (2 de julio) en su editorial no tiene porque llegar de inmediato hasta el rango más alto de la jerarquía militar.

El comunicado emitido por el Elíseo señala que el presidente quiere que "los Ejércitos saquen todas las consecuencias en cuanto a su organización y funcionamiento". Justo antes de que el Elíseo anunciara la dimisión de Cuche, el ministro de Defensa, Hervé Morin, había pedido "sanciones inmediatas" tras el "dramático accidente" ocurrido en la jornada de puertas abiertas en la sede del tercer regimiento de paracaidistas de infantería de Marina de Carcasona. Exigencia reñida con las normativas institucionales que antes de aplicar sanciones deben realizar una encuesta que determine las responsabilidades de los hechos. Por ahora los investigadores achacaban el suceso a un "acto involuntario", no obstante los expertos no entienden cómo se apuntó al público presente durante el simulacro militar.

En todo caso, a nadie se le escapa la desproporción entre la caída de un alto cargo militar y la irresponsabilidad de un sub oficial, de allí la necesidad de referirse al contexto previo a la tragedia ocasionada por el sub oficial que existía entre el estamento militar y la Presidencia francesa.

Al día siguiente del trágico suceso, Nicolás Sarkozy visitó a los heridos, y emitió comentarios particularmente críticos hacia el estamento militar y calificó el incidente de "aterrador" e increpó directamente y de forma "muy agresiva" a los altos mandos del Ejército que le acompañaban, incluido el Jefe de Estado Mayor, el general Cuche. Según testigos presenciales, el presidente los trató de "aficionados" y de "poco profesionales", incluso, empleó palabras aún más fuertes.

Los militares, que no tienen derecho a gozar de sindicatos y están obligados al deber de reserva, han emitido quejas sotto voce a propósito de que una «falla individual grave sea pretexto para lanzar el oprobio sobre toda la institución». Si 350.000 militares se les considera incompetentes, ¿cómo explicarles que las reformas de las Fuerzas Armadas propuestas por el Presidente, contenidas en en Libro Blanco de reciente publicación, son pertinentes ?, se preguntan algunos responsables militares, visiblemente heridos por los comentarios del Presidente.

Precisamente la dimisión del Jefe de Estado Mayor interviene pocos días después de que el Presidente Sarkozy hiciera público el Libro Blanco de la Defensa, (17 de junio) en el que se anunciaba una reforma profunda de las Fuerzas Armadas, entre las cuales la supresión de 54.000 puestos y el cierre de varios cuarteles, creando malestar, incluso entre miembros del propio partido del Presidente que tildan al Ministro de la Defensa de "falta de profesionalismo y de rigor."

El 19 de junio, un grupo de oficiales, amparados bajo el pseudónimo de « Surcouf », publicó un artículo criticando el Libro Blanco; hecho que fue tomado muy mal por el Presidente. El Ministro de la Defensa ordenó una investigación interna con el fin de encubrir la identidad de los «culpables», asimilada a una cacería de brujas. Nicolás Sarkozy, se dice, decidió observar una «huelga de firmas»; es decir, negarse a firmar las promociones de la prestigiosa condecoración de la «Legión de Honor» el 14 de julio, que cada año se le otorga en esa fecha a los cuadros militares que se han destacado más durante ese año, ni tampoco los nombramientos en el seno del Ejército.

Es necesario admitir, que el artículo del grupo « Surcouf », titulado « El libro Blanco de la Defensa: una esperanza fallida» contiene fuertes críticas, no tanto a las reformas, que admiten como necesarias, sino al método empleado para elaborar el Libro Blanco. Reclaman haber tenido poca representatividad en el seno de la comisión encargada de la elaboración del Libro Blanco. Debilitar una institución como las Fuerzas Armadas, significa debilitar al país, por lo que se debe trabajar de conjunto, pero el Presidente prefiere escuchar al «grupo más cercano de civiles» que lo rodea. Consideran el análisis deficiente y signado por cierto amateurismo e incurre en una cuádruple incoherencia; no provee de un corpus conceptual y carece de un sentido de jerarquía de las amenazas y las sitúa a todas en el mismo nivel: terrorismo, guerra de alta intensidad, desordenes en el tercer mundo y las epidemias gripales; incoherencia en relación a la evolución de la «conflictividad»; el paradigma de la guerra industrial.

Más allá de la necesidad de reformar las instituciones y adaptarlas a la época, entre las cuales se cuenta la militar, es un hecho la poca simpatía del Presidente Sarkozy hacia la institución armada, afecto a las relaciones informales y al estilo « bling-bling », como la opinión pública y los medios califican su gusto por el oropel y el pantalleo, se siente incómodo ante la moderación y el formalismo de los militares.

Para los militares, los desplantes del presidente hacia ellos, lo sienten como una expresión de injusticia y una falta de reconocimiento por parte de quien representa a la nación. Tratándose de un cuerpo profesional que realiza tareas peligrosas en el extranjero, como en la actualidad en Afganistán, en donde por cierto, el Presidente acaba de decidir aumentar los efectivos.

La tensión entre la institución militar y el Presidente Sarkozy, se agrega a tantas otras, en particular con los sindicatos, los investigadores, los universitarios, pero tratándose de una institución que representa el núcleo más sólido de la nación, esta situación, despierta una inquietud particular. A tal punto que el editorial del diario de mayor influencia en el país, Le Monde, en su editorial de hoy, hace un llamado a la cordura al Presidente, abogando porque la crisis de confianza entre la institución militar y él no se agrave. Y le recuerda un hecho que éste parece ignorar: « Más allá de las lecciones de la historia, existe una razón de lógica, de buen sentido político; al debilitar las Fuerzas Armadas, el Presidente se está debilitando a sí mismo, por ser él el jefe constitucional del ejército.»

Parece que las personalidades adolescentes, cuando llegan a detentar el poder, les cuesta cerciorarse del alcance de sus responsabilidades. Sin embargo, la decisión de última hora tomada por el Eliseo, de posponer la adopción del Libro Blanco del 4 de julio a finales de mes, demuestra que la presidencia francesa ha admitido entablar un proceso de debate para llegar a una fórmula consensuada, dinámica sin la cual se ha demostrado a lo largo de la historia republicana francesa, ningún gobierno francés obtiene nada, ni de la opinión pública ni de las instituciones.

Las personalidades autoritarias se les hace la vida difícil en Francia.

En todo caso, el incidente de Carcasona no podía haber sucedido en mejor momento, pues la gravedad del hecho significa un duro golpe al prestigio de las Fuerzas Armadas que aparecen a la defensiva, precisamente en el momento en que acababa de entablarse la polémica en torno a las reformas propuestas por la presidencia.

La liberación de Ingrid Betancourt cayó en buen momento para acallar momentáneamente el debate.

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 Especializada en etnopsicoanálisis e historia, consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia" (1982).
- Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA


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