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La ley de inteligencia y
de contrainteligencia y mimetismo cubano

por Elizabeth Burgos
viernes, 6 junio 2008


La Ley de Inteligencia y Contrainteligencia que acaba de aprobar por decreto el teniente coronel, presidente de Venezuela, que obliga bajo pena de cárcel, a cooperar con los organismos de seguridad del estado, es una nueva demostración de la relación mimética del gobierno “bolivariano” con el castrismo.

Tienen razón en alarmarse los venezolanos, pues si hay algo en lo que al llamado proceso revolucionario cubano se le puede otorgar una nota de excelencia, es en el montaje de un sistema casi perfecto de espionaje y de control de la población. El régimen cubano, al igual que lo hace hoy el venezolano, sustentó su legitimación en la necesidad de defender a la nación de las agresiones del imperialismo. Se le puede admitir a Cuba el argumento de la defensa, no tanto del imperialismo, pero si de la acción de una oposición anti-castrista particularmente activa que actuó durante los primeros años del régimen de Castro. Dejando de lado el aspecto humorístico del tema pues nadie está atacando a Venezuela, más bien todo lo contrario, semejante disposición es particularmente alarmante, pues significa imponerle a Venezuela el aspecto más perverso del castrismo que ha convertido a la sociedad cubana en una sociedad aquejada de una patología grave: la ruptura del tejido social pues la obligación de servir de informante del régimen genera la desconfianza general entre los ciudadanos, y lo que es más grave, entre las familias, entre las parejas, entre hermanos. La intimidación es la clave de la colaboración, pues de la aceptación o no de ejercer de informante depende la existencia profesional y la subsistencia física de la persona. El objetivo es la instauración de un régimen totalitario a imagen del cubano, con carácter institucional.

Recuerdo dos casos que me fue dado conocer de cerca. El de un capitán del Ejercito Rebelde, miembro de la columna de Che Guevara en la Sierra Maestra que se aloqueció al descubrir que su propia esposa informaba a los servicios de inteligencia del régimen, del cual él formaba parte y al cual le era incondicional, de todos sus movimientos, dichos y hechos. Se le desmoronó el mundo, sufrió un acceso de locura – o de lucidez - que lo condujo al delirio. En lugar de darle ayuda psicológica, pero dada su jerarquía, por “medidas de seguridad”, lo hicieron prisionero y murió en la cárcel. El otro caso, es el del escritor Eliseo Alberto Diego (Lichy), - hijo del gran poeta Eliseo Diego que fue fiel a la revolución desde el comienzo, al igual que Cintio Vitier, el otro poeta emblemático de Cuba, perteneciente a la misma generación que Lezama Lima y al celebre grupo Orígenes, autor del celebre poema, “La Calzada de Jesús del Monte,”- que perdió la fe cuando la policía política le pidió le hiciera un informe sobre su padre, el poeta. Un “informe” es lo que hace un “soplón” de la policía política sobre una determinada persona para denunciarlo sobre sus ideas políticas. La crisis de conciencia que le produjo a Eliseo Alberto Diego el hecho de que se le pidiese un informe sobre su propio padre, lo puso frente a la circunstancia del repudio de si mismo por haberse librado en otras ocasiones a semejante practica, que lo condujo al exilio y a escribir Informe sobre mi mismo, un descarnado testimonio sobre un universo en donde ha desaparecido todo vestigio de ética en las relaciones entre los humanos. Debemos recordar que el primero en atreverse a denunciar el carácter perverso del régimen castrista fue Jorge Edwards con su Persona non grata, en donde cuenta el acoso al que fue sometido por el régimen policial de La Habana, descontento por su nombramiento pues Castro, de los países “amigos”, al igual que en los grupos gangsteriles, no acepta como embajadores sino a individuos que le sean incondicionales, lo que no era el caso de Edwards que era, ante todo, un profesional de la diplomacia. El ultimo libro que trata del tema policial-represivo y su carácter asfixiante y lo declina en todas sus facetas, es La fiesta vigilada, de Antonio José Ponte en donde el autor se emplea en esbozar una verdadera radiografía del funcionamiento perverso des sistema policial que rige los destinos de Cuba. La policía es el verdadero pilar del Estado cubano. El sistema de espionaje permea a todas las instituciones y persona sin excepción.

No es una novedad la existencia de servicios de inteligencia y de contrainteligencia: todos los Estados los poseen, y son tareas ejercidas por cuerpos de profesionales competentes encargados de buscar y procesar la información necesaria a la defensa estratégica del país. Lo que si es novedoso es la voluntad de convertir en policías y soplones a toda la población, pues una de las tareas más perversas, es que la negativa de colaborar con los servicios, tendrá como consecuencia, ser fichado y considerado contrarrevolucionario, y traidor a la patria y las consecuencias de esa rebeldía, convertirán al rebelde en no persona, pues en un país en donde el Estado es omnipresente y controla absolutamente todas las estructuras del país, se le cerraran todas las puertas : fuentes de trabajo, inscripciones en escuelas y universidades le serán vedadas. Dejará de existir como ente social. La creación de los CDR cubanos como brazo de apoyo de las tareas de control de la población, demuestra la voluntad de imponer la colaboración de la sociedad civil en las tareas de represión. Los CDR secundan a la vasta red de espías diseminados en todo el país que ejercen el control absoluto sobre la población. En cada cuadra actúan por lo menos dos espías, controlados por el responsable de la manzana, subordinados a los agentes que controlan cuatro manzanas, que a su vez están supeditados a los que controlan diez manzanas, por ultimo, el responsable del bloque que recibe la información de decenas de manzanas: una inmensa tela de araña que no deja resquicio libre. Durante el régimen del general Pinochet se desarrolló un amplio sistema de información y de control de la población y se crearon las “comunidades de información”, con el propósito de contar con sectores de la población civil en la represión contra la oposición, pero al contrario que en Cuba y en lo que pretende instaurar Venezuela, en Chile se trataba de grupos de extrema derecha identificados con el régimen. En este aspecto se percibe claramente que el régimen castrista es mucho más totalitario que el de Pinochet.

Un sistema totalitario necesita ejercer el control sobre todos los aspectos de la vida nacional y esa es la verdadera razón de la creación de esa ley en Venezuela. Para Cuba la ley venezolana significa darle empleo a su sobreproducción de espías y de personal técnico especializado en represión.
 

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 Especializada en etnopsicoanálisis e historia, consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia" (1982).
- Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA


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