Cuando
el pro-cónsul cubano destacado para atender los asuntos de
la provincia asociada de Venezuela, abandona la versión de
que la presencia cubana en el país está integrada sólo por
expertos en salud y en deporte, e informa la presencia en
Venezuela de 30.000 cederistas, está expresando dos cosas: 1
– El gobierno no cuenta con el “pueblo chavista” y de ello
se percató cuando al estallar el movimiento estudiantil en
el mes de mayo le pidió que bajaran de los cerros a defender
su revolución y nadie bajó a arremeter contra los
estudiantes. Ante el peligro de la pérdida de la gallina de
los huevos de oro, La Habana se decidió actuar y enviar una
fuerza anti-disturbios bajo la fachada de simples “soplones”
que es lo que son los integrantes de los CDR. 2 – Informar
la ocupación del país por fuerzas político-militares cubanas
con el propósito manifiesto de ir preparando la opinión
pública, tanto nacional como internacional, al hecho de una
presencia masiva de personal militar cubano con el objeto de
secundar al gobierno del teniente coronel Hugo Chávez, tanto
en un posible enfrentamiento entre fuerzas opositoras a su
proyecto en el seno de la FAN y del propio gobierno, que
como se sabe están divididos entre comunistas y anti-comunistas,
como en el conflicto bélico con Colombia al que es un
secreto a voces , está abocado el gobierno “bolivariano”.
Enfrentamiento que depararía dos ventajas al régimen: la
tendencia anti-colombiana del régimen ve en el
enfrentamiento una salida al conflicto que divide al régimen
entre comunistas y anti-comunistas; - el sentimiento
nacionalista actuaría como elemento unificador, borrando las
diferencias doctrinarias.
El enfrentamiento deslindaría el
conflicto armado colombiano a favor de las FARC las cuales
se sumarían al ejército bolivariano revolucionario integrado
por las “reservas”; en realidad, las milicias venezolanas ya
transformadas en Ejército revolucionario bolivariano,
secundado por las veteranas FAR cubanas que gozan de una
amplia experiencia como cuerpo expedicionario
intervencionista allende los mares como lo han demostrado en
Argelia, Angola, Eritrea. La subsiguiente instauración de un
gobierno bolivariano en Bogotá, sumaría a Colombia al eje
dirigido desde La Habana. Por supuesto que se realizarán
elecciones: para ello las FARC cuentan con una modalidad
particular que además les hará ganar los favores de la
opinión pública internacional, porque borraría de la memoria
el método criminal de guerra que más poder les ha otorgado:
el del secuestro. Las FARC podrían negociar con algún rehén,
particularmente aquejado del síndrome de Estocolmo, o
sometido a presiones políticas y afectivas insalvables, su
participación a la campaña electoral; por ejemplo, a la vice-presidencia
y así se instauraría una réplica del régimen
cubano-venezolano en el país vecino que gozaría de una
amplia simpatía, en particular en Europa y más especialmente
en Francia, “siempre dispuesta a apoyar los movimientos
revolucionarios en América Latina”, como lo declaró el
teniente-coronel en su discurso de despedida a los becados
de la fundación Ayacucho que se disponían viajar a Francia
el 27 de julio pasado. Por su lado, el presidente
ecuatoriano aceleraría también su marcha bolivariana, y Evo
Morales y sus cocaleros, luchan, tratando de impulsar la
suya, en un país genéticamente renuente al totalitarismo.
El “bolivarianismo” impulsado
por los petrodólares venezolanos no responde ni a una
mística, ni a una necesidad profunda; es una simple máscara
instrumental del castrismo; un artefacto imaginario cuyo
sustento radica en el precio de los hidrocarburos y en la
capacidad de emitir palabras de un líder que también compra
su liderazgo, por lo que no se le percibe un asidero real,
impidiéndole instaurarse como proyecto duradero lo que sólo
logrará mediante la imposición de un régimen autocrático.
Una revolución virtual, una ficción adquirida mediante el
soborno, pero que por su propensión militarista, puede
convertir en zona de guerra internacional, un espacio en
donde hasta ahora reina la paz.
Cabe preguntarse hasta dónde Europa, que comparte con
Estados Unidos el liderazgo en la producción y el comercio
armamentista, toma en serio el peligro que representa el
proyecto castro-chavista y en su lugar se deje llevar por el
sentido de la oportunidad y se disponga a ocupar el vacío
dejado por Estados Unidos y participe en la carrera
armamentista en la que está abocado el régimen de Caracas el
cual no disimula su proyecto de formar parte del club de los
países que detentan el arma nuclear de allí su alianza con
Irán.
No hay que olvidar que tanto
Estados Unidos como Europa armaron a Saddam Hussein. Estados
Unidos fabricaron a Bin Laden para oponerlo a los
soviéticos. Y hoy Francia, se dispone a negociar con el
antiguo Estado terrorista de Libia, la posibilidad de
dotarlo de energía nuclear. El mismo Estado que como las
FARC, mantuvo secuestradas hasta hace unos días, durante
ocho años, sometidas a torturas y vejaciones de toda clase,
a ocho enfermeras búlgaras para utilizarlas como moneda de
canje, lo que por cierto le dio a Kadhafi excelentes
resultados.
Más que la realización del sueño
bolivariano de la Gran Colombia, el sueño de Hugo Chávez es
la repetición de la crisis de los misiles que puso al mundo
al borde de la guerra nuclear (1962) para equipararse con el
Padre ideal con el cual sus conflictos de identidad lo han
llevado a mantener una identificación patológica.
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Especializada en etnopsicoanálisis e historia,
consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú
y así me nació la conciencia" (1982).
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Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA |