Las
naciones forjan su sentimiento nacional en mitos
fundacionales. El de América Latina surge en el
enfrentamiento con Europa y en la consecuente ruptura
radical con ésta. No habiendo heredado de España, como
Estados-Unidos de Inglaterra, la modernidad industrial y
comercial, quedó como una huérfana pobre dedicada a la
guerra civil, o sujeta a los caprichos de autócratas
militares producto de las guerras de Independencia. La
ruptura y la expulsión de los ancestros invasores, dio paso
a un sentimiento autista que le niega admitir su pertenencia
a una historia-mundo, cuyas crisis es inevitable la golpeen
y deba enfrentarlas como el resto de los países. Reacciona
como un menor de edad atacada por adultos. La izquierda
marxista, al introducir en el continente la rivalidad entre
Estados-Unidos y la URSS, bajo forma de una América Latina
víctima del imperialismo americano equiparándola a la
condición de colonia del África, ahondó el sentimiento de
víctima amenazada por fuerzas exteriores, pervivencias del
pasado, al punto de erigirlo en un signo de identidad. Queda
exceptuado el Brasil libre de esos traumas relativos a su
historia nacional, tampoco se siente rehén de imágenes
tutelares o providenciales que le marquen su destino futuro.
Así cavilaba mientras escuchaba
pronunciar la palabra lejanía por tercera vez al señor Axel
Ponitawski, - portavoz de asuntos internacionales del
candidato oficialista a la presidencia de Francia, Nicolas
Sarkozy -, ante la Asociación de Periodistas
Latinoamericanos Acreditados en París. América Latina no
constituía una prioridad porque su lejanía la mantenía fuera
de sus zonas de influencia - léase del Mediterráneo, del
África, y sobre todo, de la francofonía. Sin embargo,
acentuó que los lazos de Francia con América Latina eran
fuertes por “razones de civilización”.
¿Y si el acto más equivocado que
hemos cometido sea el haber cortado con Europa a raíz de la
independencia? Fue la pregunta que me surgió a manera de
respuesta, pues esa lejanía a la que aludía el portavoz
francés, también está relacionada con la actitud que ha
observado América Latina en su relación con Europa, pues el
Brasil, igualmente lejano goza de otro estatus y ello quedó
manifiesto en el encuentro. El portavoz demostró una actitud
realista, evitó promesas huecas y demagogia fácil, y dejó
claros los intereses y las prioridades de Francia. Expresó
la apreciación del candidato Nicolas Sarkozy con respecto al
panorama político del continente que no “percibe dividido
entre dos bloques: de izquierda o de derecha”, sino entre
poderes que pueden ser de izquierda o de centro-izquierda, o
de derecha, pero “modernos”, porque sujetos a la democracia,
y otros que “no son modernos” renuentes a ella. Citó como
buen ejemplo, precisamente, al Brasil, al que apoyará para
que integre el Consejo de Seguridad de la ONU, y se
proseguirá con la política de estrechamiento de lazos
establecida por Chirac. De Cuba, se sentía “désolé”
por la “situación interminable, de un pueblo que no acababa
de salir de una dictadura que lo conserva como dentro de un
refrigerador desde hacía medio siglo” y su deseo de verlo
salir de ese atolladero por “la vía democrática”. No habrá
una “ruptura de la política” con Colombia, pero si el deseo
de apoyar al presidente Uribe porque “ha demostrado una
voluntad de tomar la situación del país en sus manos de
manera resuelta”. Estados Unidos, es un aliado, se
desarrollará una política de amigos, sin embargo, opuesta a
la guerra de Irak. Como potencia mediana, la economía de
Francia no puede acoger un flujo migratorio excesivo así
explica la controvertida política migratoria de Sarkozy,
pero se opone a la política migratoria de Estados Unidos
hacia México, en particular, a la construcción del muro,
puesto que Estados Unidos sí posee el potencial económico
para acoger y asimilar esa mano de obra. De Venezuela dijo
que “Sarkozy se sentía preocupado por su política exterior”
Se cuidó de pronunciarse por el futuro de la democracia en
el país. “Total” oblige.
Pese a la lejanía el continente
estuvo atado a Europa durante tres siglos, y de no haberse
roto esos lazos, hoy América Latina sería miembro de la
Unión Europea; en historia no se puede desandar lo andado,
pero se pueden corregir las fallas. Estados Unidos se
convirtió en una potencia mayor que la que le dio origen,
sin embargo Estados Unidos e Inglaterra actúan al unísono,
sin complejo, se miran de igual a igual. En cambio América
Latina agobiada por el fantasma de un colonialismo
imaginario le impide darse su puesto. Suscribir alianzas con
países poderosos, de civilización lejana, sin el respaldo de
sus aliados naturales, en vez de ayudarla a salir de su
eterna adolescencia, la sumergirá más en su postura de menor
de edad que tanto la contraría y que al mismo tiempo
cultiva. Fructificar el capital de “razones de civilización”
debería constituir una prioridad.
* |
Especializada en etnopsicoanálisis e historia,
consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú
y así me nació la conciencia" (1982).
-
Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA |