Fidel
Castro que no toma ninguna iniciativa que no tenga un motivo
preciso.
Su última aparición, transmitida
en diferido por las ondas de la TV cubana, tenía por objeto,
sin darse por aludido, demostrar que los insistentes rumores
del exilio de Miami sobre su tan esperada muerte, una vez
más eran falsos y que su capacidad intelectual estaba
intacta.
Para ello, se lanzó en una larga
reseña acerca de las memorias de la ex primera ministra
Señora Thatcher y de las del célebre experto en materia
financiera, el americano Alan Greenspan, lo cual le
permitió, opinar sobre la crisis de la economía, las
consecuencias del alto valor del euro con respecto al dólar,
y fue sobre estos elementos que se centraron los medios de
comunicación, pero poco caso le hicieron a los mensajes y
versiones que estaba lanzando al mundo y en particular a sus
aliados.
Haciendo uso de la técnica de la
asociación libre que domina de manera magistral, por
supuesto que trajo a colación sus propias memorias, “Cien
horas con Fidel”, pues el no se iba a quedar rezagado y era
una manera de decir que él se contaba entre los personajes
más importantes del siglo XX. Enumeró las diversas lenguas
en la que habían sido a traducidas, y apuntó el hecho de que
la edición china, llevaba un prólogo suyo dirigido al pueblo
chino. Hecho que da a comprender de que está dedicado a la
tarea de la seducción de la China, el próximo modelo de
comunismo que aplicará su régimen y el próximo imperio al
cual se arrimará la isla, según la tradición de ésta de
ponerse siempre al cobijo de algún imperio. Dio a entender,
y con toda razón, que había sido un autor clave durante la
Guerra Fría. Recordó el bombardeo nuclear sobre Hiroshima, y
con toda razón el horror de ese acto cometido por el
ejército de Estados Unidos. Seguidamente asoció con la
crisis de los misiles en 1962, declarando que “nosotros
también estuvimos a punto de sufrir el daño nuclear”.
Demostrando una vez más su habilidad como forjador de
versiones históricas, pues si alguien estuvo entonces a
punto de sufrir el daño nuclear fueron los norteamericanos,
pues mientras Kennedy y Jrushchov estaban negociando el
retiro de los misiles, Fidel Castro enfurecido por la
humillación que estaba sufriendo, pues la negociación se
llevaba a cabo a espaldas suyas, pretendió que el comandante
soviético que estaba al mando del equipo encargado del
material nuclear, - los cubanos no podían ni siquiera
acceder al lugar en donde estaban situados los misiles -
diera la orden de disparar las cargas mortíferas, que
apuntaban a diversas ciudades del territorio norteamericano
que si fuesen disparados podrían causar la muerte de 80
millones de personas.
El tema más importante abordado
y sobre el cual se extendió, que es su tema preferido, y el
que conforma el pensamiento de Castro y al que poco caso se
le hizo, fue el tema de la guerra, de las cuestiones de
táctica y de estrategia y el de la “ideología como arma de
guerra”, “la ideología es una de las armas, el hombre tiene
que adaptarle a ella las otras armas”. La ideología, en el
esquema castrista, se inculca en la escuela, es en ella en
donde se forjarán los futuros guerreros que defenderán el
régimen con su vida. En Cuba, se ideó el sistema de becas
para alejar a los niños de la familia, en particular, los
niños campesinos que eran traídos a La Habana y alojados en
las mansiones dejadas vacías por los cubanos que habían
huido, huyéndole al terror revolucionario. Allí se les
impartía la ideología, al mismo tiempo, se les enseñaba el
manejo de las armas.
Pero el tema sobre el cual puso
el mayor acento, y el que más me intrigó fue el del insulto
en política, y tal vez haya sido la razón principal de su
aparición.
Textualmente dijo que él, Fidel
Castro, “nunca había usado el insulto en política”, que
“evito ofender todo lo que sea ofender por gusto” ; “un
político no puede hacer cosas que signifiquen ofender por
gusto a la gente”.
Aparte de no ser cierto, pues
muchas veces ha insultado, es cierto, no por gusto, siempre
ha habido una razón, por ejemplo, cuando trató a Mao de
viejo chocho, de senil y a muchos otros de agentes de la
CIA. También es cierto, que hasta cuando insulta lo hace con
talento, con clase. Pero lo curioso es que estas
declaraciones fueron hechas en vísperas de la reunión
plenaria de las Naciones Unidas a la cual debía participar
el teniente coronel Hugo Chávez, y también Nicolas Sarkozy.
Éste, por la “obsesión que tiene Francia de liberar a Ingrid
Betancourt”, según palabras textuales del presidente
francés, le ha dado a su homologo venezolano una tribuna
internacional inesperada, pues tras el cierre de RCTV el
prestigio del bolivariano estaba por suelo. Fidel Castro,
temeroso que la incontinencia verbal de su alumno, y lo soez
de sus insultos, arruinara esta oportunidad dorada que le ha
concedido Francia, como sucedió el año pasado, cuando le
costó a Venezuela la pérdida de un sitio en el Consejo de
Seguridad. Un Chávez insultando de nuevo a Bush y al
“imperio” hubiese puesto en un aprieto al presidente
francés, cuya voluntad es de reanudar relaciones
equilibradas con Estados-Unidos, y hacer olvidar la postura
de Francia con respecto a la guerra de Irak, y el
antiamericanismo tradicional francés, de allí que escogiera
el “imperio” como lugar de vacaciones este verano.
Lo extraño es que Fidel Castro
no le haya hecho saber a su alumno que esta vez debía
renunciar a la tribuna de Naciones Unidas debido a su
propensión de “insultar por gusto”, y haya utilizado la vía
de la TV. Vale la pena reflexionar acerca de este hecho,
pues, repito, Fidel Castro nunca actúa por azar.
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Especializada en etnopsicoanálisis e historia,
consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú
y así me nació la conciencia" (1982).
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Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA |