La
vocación de expansión de la revolución fue precoz en la
dirigencia cubana. Fidel Castro llegó a Caracas el 23 de
Enero de 1959. En los tres discursos que pronunció, Plaza de
El silencio, Cámara de diputados, Paraninfo de la
Universidad, no disimuló el proyecto que lo animaba. En
aquella ocasión, trató de despertar el sentimiento del
bolivarianismo venezolano, - esa manera de evitar ver la
realidad del país, y en su lugar ir a liberar a otros -,
usando el argumento de que era un país muy rico pues tenía
petróleo y podía permitirse iniciativas, negadas a los
otros. Se le debe reconocer a Fidel Castro, su capacidad de
continuidad en las ideas; cuarenta años más tarde logró
cumplir su cometido.
La puesta
en práctica del proyecto continental del castrismo
precisaba: imponer un liderazgo, encontrar la carne de cañón
para llevarlo a cabo y un cuerpo técnico teórico que lo
sustentara. Fidel Castro, como elemento de convicción, ha
empleado el método del oráculo y del cuerpo presente, pues
gusta del goce del impacto que ejerce su persona. Ernesto
Guevara, más dado a la dificultad y al sufrimiento, asumió
el papel del escriba. En 1960 publicó La guerra de
guerrillas, un tratado de ese arte militar - resumen de
las experiencias en la Sierra Maestra -, destinado a
propiciar la misma experiencia en toda América Latina.
De hecho se
convirtió en el texto de base teórico en las escuelas de
guerrilla que comenzaron a operar en Cuba desde 1961 en
donde recibían entrenamiento militar los jóvenes
latinoamericanos que acudían a Cuba, invitados por el
gobierno a realizar estudios universitarios, en realidad una
fachada, pues se trataba de convertirlos en cuadros
militares. Antes de La guerra de guerrillas, Ernesto
Che Guevara pronunció un discurso en Enero de 1959,
coincidiendo con la visita de Fidel Castro a Venezuela, en
el que instaba a los latinoamericanos a seguir el ejemplo de
los cubanos que con un grupo reducido de hombres “decididos
a morir” habían liquidado a un ejército regular. En febrero
1959, publica el artículo “Que es un guerrillero” en el que
ya se prefiguran los elementos que aparecerán en La
guerra de guerrillas : la guerrilla como técnica militar
y de toma del poder y el guerrillero como ente moral a
partir del cual se forjaría el “hombre nuevo” que llevaría a
cabo la tarea mesiánica de la revolución. La síntesis de
esta configuración, guerra de guerrillas y guerrillero, la
constituye el texto publicado en abril de 1961, “Cuba:
¿excepción histórica o vanguardia de la lucha
anticolonialista?”, en donde ya no dejaba dudas el liderazgo
de la revolución cubana en el destino de América Latina:
revolución que Guevara equipara en ese texto, nada más y
nada menos, con la “Revolución rusa, el triunfo sobre las
armas hitlerianas y la victoria de la Revolución China”. En
1963, publica “Guerra de guerrillas un método”, en donde
afirma que la guerra de guerrillas es un método que
desarrolla una serie de acciones “tendientes al único fin
estratégico posible: la toma del poder” y agrega , “no
siempre hay que esperar que se den todas las condiciones
para la revolución; el foco insurreccional puede crearlas”,
dando cuenta de que el voluntarismo se ha ido imponiendo en
la dirección cubana, haciendo caso omiso de las condiciones
específicas de cada país; rasgo que por lo demás ha
caracterizado desde sus inicios al castrismo.
En 1964,
escribe el prólogo para la obra Vo Nguyen Giap, comandante
en Jefe del ejército popular de Vietnam del Norte, en el que
plantea la “estrecha ligazón que existe entre el partido y
el ejército.” Con fecha de mayo 1967, se publica “Mensaje a
la Tricontinental”, una suerte de texto épico escrito antes
del acontecimiento, en donde finaliza exhortando que en
cualquier lugar que lo sorprenda la muerte, otra mano empuñe
las armas, y otros hombres se apresten a “entonar el canto
luctuoso con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de
guerra y de victoria.”
No es sino
en enero 1967, cuando el cuaderno No 1 de Casa de las
Américas publica el texto de Régis Debray ¿Revolución en
la revolución?, título que muy rápidamente vio
desaparecer el signo de interrogación: la hora no estaba
para matices, se necesitaba dejar la duda de lado y abocarse
a la lucha armada, según los designios marcados por La
Habana. ¿Revolución en la revolución? no constituye
una novedad en sí, pues se trata de la síntesis en clave
francesa (redacción cartesiana) de los escritos militares de
Ernesto Guevara, y de largos monólogos sostenidos con Fidel
Castro durante y después de la Conferencia Tricontinental,
y con Ricardo Ramírez, que más tarde llegó a ser el líder de
la organización guerrillera más importante de Guatemala
durante los años 1980-1996, el Ejercito guerrillero de los
pobres (EGP), y al cual perteneció Rigoberta Menchú.
¿Revolución en la revolución?
gracias al aparato de propaganda cubano, fue lanzado como
una novedad, que reactivaba y actualizaba lo ya expuesto por
Guevara. En términos de comunicación, era una manera de
hacer borrón y cuenta nueva, para disimular las enormes
derrotas de todos los intentos de focos guerrilleros que
hasta ese momento se habían intentado a todo lo largo y
ancho del continente y relanzar de nuevo la lucha sobre
supuestas nuevas premisas, pero esta vez imaginando, que con
el Che Guevara a la cabeza de un movimiento guerrillero en
Bolivia, centro del continente, se operaría el milagro de
crear “dos, tres, muchos Vietnams”. Quedaría atrás la ola de
fracasos que había caracterizado la aplicación del
voluntarismo de la lucha armada. En 1959 se intentaron
varios desembarcos desde Cuba (Nicaragua, Panamá, Haití,
República Dominicana), que terminaron todos trágicamente.
Luego los intentos guerrilleros en Guatemala, Venezuela,
Perú, Colombia, concluyeron de igual manera.
Hoy el
castrismo se ha adaptado a los tiempos del humanitarismo y
de la penetración suave: en lugar de guerrilleros exporta
médicos y técnicos de inteligencia y de contra inteligencia,
formados en la escuela de la Stasi y del KGB.
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Especializada en etnopsicoanálisis e historia,
consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú
y así me nació la conciencia" (1982).
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Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA |