El
miércoles fue un día de mucho ajetreo para Nicolas Sarkozy.
Es un hecho innegable: Sarkozy quiere ir de prisa y al mismo
tiempo cumplir con la palabra dada a los electores. Gracias
al triunfo obtenido en la segunda vuelta de las elecciones
legislativas del domingo pasado, pese al repunte realizado
por el PS, el partido del gobierno obtuvo la mayoría
absoluta, lo que ya es un hecho singular en sí, pues el
electorado francés, a la mayoría que le otorga al
Presidente, tiende luego a sustraerla cuando le toca elegir
la cámara de diputados; de allí el fenómeno de
“cohabitación” que tuvo que enfrentar, tanto Mitterrand como
también Chirac.
Al día siguiente del resultado,
con el horizonte despejado, dueño de su capacidad de
maniobra, Sarkozy procedió a una reorganización del gabinete
ministerial, pues uno de sus ministros faros, Alain Juppé,
no pudo llenar el requisito impuesto para garantizar su
permanencia en el gabinete: al optar por una candidatura a
diputado; si las urnas le eran adversas, debía renunciar y
así lo hizo.
Si el primer gabinete tras la
elección presidencial en el mes de mayo causó sorpresa,
porque sin que la situación lo obligara a una cohabitación
con la izquierda, por haber obtenido una mayoría absoluta,
pero así lo había prometido durante su campaña, nombró
Ministro de Relaciones Exteriores al célebre “french doctor”
fundador de Médicos sin fronteras, el socialista Bernard
Kouchner, quien fuera ministro de François Mitterrand y de
Lionel Jospin.
El segundo gabinete recién nombrado, que realizó el
miércoles su primer Consejo de Ministros, se caracteriza por
una franca osadía pues ha realizado en la practica lo que
los socialistas, pese a haber detentado el poder, - François
Mitterrand durante catorce años la presidencia de la
República, y Lionel Jospin, como Primer Ministro en el
gobierno de cohabitación con Jacques Chirac -, de tanto
postergarlo a un futuro incierto lo habían convertido en una
simple retórica; que es la de acordarles a las llamadas
“minorías visibles” espacios de poder, además en el gobierno
central.
El nombramiento de tres mujeres, nacidas en Francia, pero de
padres inmigrantes, ha significado un verdadero reto por
parte de Sarkozy, sobre todo, hacia su propio campo
político, y no sólo por el hecho de ser magrebí, sino por
ser mujeres, y por proceder de los estratos más humildes de
la inmigración. Rachida Dati, de 41 años, de padre marroquí
y de madre argelina, segunda de una familia de doce hijos,
fue repartidora de publicidad, vendedora en un supermercado,
cuidó personas mayores, logró estudiar, graduarse de
magistrado, obtuvo la cartera del Ministerio de Justicia,
convirtiéndose en la primera mujer magrebí en ocupar un
cargo tan alto en la administración francesa. Por lo demás,
un ministerio clave y de los más complejos, porque tendrá
que vérselas con el serio problema de la delincuencia,en
particular entre los jóvenes de procedencia magrebí.
Rama Yade, 30 años, de padres senegaleses, pese a un padre
diplomático, al verse abandonada la madre con varios hijos,
se instaló en un barrio y tuvo que trabajar muy duramente
para darles una educación; le tocó la cartera de Secretaria
de Estado Relaciones Exteriores y derechos humanos. Desde
hoy Condoleeza Rice, no será la única mujer negra que
ocupará el primer plano de la política exterior de un gran
país.
Pero el nombramiento más sorprendente ha sido el de Fadela
Amara, 43 años, procede de una familia de diez hijos, de
padres Kabiles argelinos, analfabetos, el padre albañil.
Feminista, laica, de izquierda, célebre ante la opinión
pública por su rebeldía, militó en SOS-racismo, organización
próxima al PS, miembro del PS, tras la muerte de una joven
magrebí quemada viva por su ex novio, fundó la asociación
“Ni putas ni sometidas”, apoyó la ley de prohibición del
velo musulmán en la escuela, fue nombrada Secretario de
Estado para la política de la ciudad. Lo más singular, es
que la Secretaria de Estado de la política de la Ciudad,
estará bajo la tutela del Ministerio de la Vivienda y de la
ciudad, cuya titular, Christine Boutan, es una de las
personalidades más conservadora del panorama político
francés. Católica practicante, se opuso de manera vehemente
al PACS, un pacto que legaliza la cohabitación entre
homosexuales, creó una asociación que denunciaba el aborto.
Ambas reconocen de que la pareja que forman es una paradoja
que nunca hubieran imaginado, pero que ambas comparten un
objetivo común: que todo ciudadano sea respetado en todo el
territorio del país. “Al principio lo dudé”, dice Fadela,
“pues soy una mujer de izquierda y lo asumo. Terminé
aceptando porque mi combate se sitúa más allá de las
diferencias políticas. Existe una urgencia, quiero
transformar la vida de los barrios, y no pienso servir de
coartada, ni la “memoria visible de servicio.”
Pese a no cumplir simétricamente con la paridad como si lo
ha hecho Zapatero en España, el gobierno cuenta con 11
ministros mujeres de los 36 ministerios que integran el
gobierno. Por cierto, que a la cartera de Finanzas, por
primera vez la detentará una mujer, Christine Lagarde. Uno
de los ministerios más complejos y exigentes, de cuyos
resultados depende en gran medida, la puesta en práctica de
las reformas, que se dispone a realizar el gobierno.
Sarkozy, a propósito del nombramientote de socialistas en su
gobierno, explica que nombrar a personas que no votaron por
él ni en la primera ni en el segunda vuelta, es una manera
de demostrar al mundo de todos los franceses están
involucrados en los cambios que Francia necesita.
No cabe duda de que en Francia se encamina muy rápidamente
hacia la inclusión de las minorías. Hay muchos países en
donde se practica la retórica del igualitarismo, pero de
llevarla a la práctica es harina de otro costal. Por ejemplo
en Cuba con casi 50 años de revolución, los mulatos brillan
por su ausencia en los estamentos jerárquicos del poder.
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Especializada en etnopsicoanálisis e historia,
consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú
y así me nació la conciencia" (1982).
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Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA |