“Mi deber elemental no es
aferrarme a cargos, ni mucho menos obstruir el paso a
personas más jóvenes, sino aportar experiencias e ideas cuyo
modesto valor proviene de la época excepcional que me tocó
vivir.” Este es el último párrafo de la carta pública
enviada por Fidel Castro al programa de televisión “La mesa
redonda” que realiza cotidianamente el grupo de jóvenes
formados por él, que en Cuba se les llama los “Talibanes”,
cuyo nombre oficial es “Grupo de apoyo del comandante en
Jefe”, a los que seguramente se refiere cuando alude en su
frase a no “obstruir el paso a personas más jóvenes” y que
ha suscitado un impacto sin precedentes en la los medios
internacionales. Se debe tener en cuenta que la edad de Raúl
Castro, apenas unos años menor que su hermano, no lo puede
situar entre los “jóvenes”.
Si Fidel Castro a quien alude es
a los jóvenes “Talibanes” no hay de que alegrarse, pues,
contrariamente a los menos jóvenes que dentro del seno del
castrismo saben perfectamente que la sensatez apela cambios
urgentes del modelo que rige la sociedad cubana si se
pretende evitar peores males, el grupo de los “Talibanes”
comparte la visión radical y mesiánica de su creador y es
afín a la misión de continuador del castrismo del
teniente-coronel venezolano.
En realidad, la toma de posición
de Fidel Castro no es más que la institucionalización de la
forma inédita de cómo ha venido ejerciendo el poder debido a
su estado de salud. Optar por institucionalizar ese modelo,
es producto del resultado de la derrota de las reformas de
la constitución propuestas por Hugo Chávez: es una decisión
de sensatez tras la derrota del SI, que de haber triunfado,
otro hubiese sido el escenario que hubiese surgido tras la
realización de elecciones en Cuba el 20 de enero próximo.
El 2 de diciembre, y no creo que
se trate de una mera coincidencia, fueron nominados los 614
candidatos al Parlamento, entre los cuales se cuenta Fidel
Castro, para concurrir al proceso electoral a llevarse a
cabo el 20 de enero próximo de donde surgirá la élite
gubernamental que regirá los destinos de Cuba en los
próximos cinco años. No es imposible imaginar, al término
del proceso electoral cubano, - con el socialismo
institucionalizado en Venezuela, además de la presidencia
vitalicia de haber ganado el SI -, la ceremonia de la
institucionalización de la “Confederación cubano-venezolana”
en presencia del teniente-coronel Hugo Chávez, de Evo
Morales y su flamante constitución bolivariana, de Correa y
de Daniel Ortega, que pedirían sumarse también a la flamante
estructura. El rechazo de las reformas constitucionales en
el seno mismo de los seguidores de Chávez, las inmensas
dificultades que ha encontrado Evo Morales en imponer su
constitución, han demostrado la debilidad del liderazgo de
Hugo Chávez y de su proyecto. Así lo han comprendido el
presidente del Brasil, Lula Da Silva y la Presidente de
Chile, Michelle Bachelet que han acudido a Bolivia a pactar
con Evo Morales importantes acuerdos comerciales y hasta la
construcción de una vía que unirá el Pacifico con el
Atlántico. Los importantes acuerdos comerciales con el
Brasil, le darán un respiro a la economía boliviana y a Evo
Morales le permitirán que baje el grado de polarización que
aqueja al país. Parece que Lula le dio sabios consejos, que
de escucharlo Evo Morales, tal vez logre convertirse en un
verdadero jefe de Estado y deje de comportarse como el
sindicalista productor de coca que ha sido. Es muy posible
que también Evo Morales considere, que ante un Chávez
debilitado era más rentable hacer las paces con Petrobrás.
Es muy posible que así sea, pues Morales erigió a Lula en su
“hermano mayor” al término de la visita que éste realizara a
Bolivia, previa a la reunión del Mercosur en Montevideo, lo
que por supuesto, no fue fruto del azar.
Fidel Castro también comprendió
el debilitamiento del teniente coronel venezolano, de allí
que la carta pública de Fidel Castro, que tantas conjeturas
e interpretaciones acerca del futuro político de Cuba ha
suscitado, no es más que el anuncio de una medida sensata,
que significa la institucionalización de la manera cómo ha
estado ejerciendo el poder desde su enfermedad y
convalecencia. Libre de las funciones ejecutivas del día a
día pues su estado de salud no se lo permite, ejerce desde
entonces un papel de vigilante atento de los asuntos de
Cuba, de Venezuela y del resto del mundo. Ejerce una tutoría
permanente, expresándose mediante “Reflexiones” (ya lleva
publicadas 63) lo que no significa que vaya a transferir en
la realidad a la dirigencia más joven, - seguirá utilizando
a los “Talibanes” para no dar su brazo a torcer y
utilizarlos como medio de chantaje ante los “viejos”- ni
tampoco, dejarle ejercer el poder plenamente a su hermano
que continuará siendo un interino, mientras su hermano mayor
respire. Aunque a Raúl Castro, pase de ocupar el segundo
rango, a que se le adjudique el rango de “Primer” todas las
jerarquías del poder (Primer Ministro, Primer Secretario del
Buró Político, comandante en jefe de las FAN y de todas las
instituciones de poder), Fidel Castro se buscará un título
que tenga un contenido simbólico suficientemente denso y
significativo que lo sitúe por encima de todos los demás
estratos de poder que le permita seguir ejerciendo su
autoridad, secundado por los “Talibanes” hasta que rinda el
último suspiro.
No obstante, no se debe dejar de
considerar que las palabras de Fidel Castro, constituyen
también un síntoma del malestar y de la exacerbación cada
día más evidente en el seno de la sociedad cubana. En los
últimos tiempos se han visto surgir movimientos inéditos de
protesta en el seno de la sociedad civil, que pese a la
represión, que en lugar de amainar se ha radicalizado, lo
que significa que el pueblo está perdiendo el miedo, y como
sabemos, el miedo y el terror son los aliados que
condicionan la existencia de los regimenes totalitarios.
No fue casual pues que en el
discurso del 26 de julio pasado, Raúl Castro anunciara
reformas: él no ignora que es necesario bajar la temperatura
y abrir perspectivas de cambio.
No es que Raúl Castro se desmarque de su hermano por ser un
demócrata. No sólo no lo es, y tal vez lo sea hasta menos
que su hermano, pero en materia económica, si bien practica
el capitalismo de Estado, no comparte la fobia hacia la
economía de su hermano mayor. Una agilización de la economía
traerá como consecuencias un encaminamiento hacia la
democratización de las estructuras vigentes: los cambios se
darán independientemente de la voluntad de la jerarquía,
porque una economía basada en un sistema retrógrado como el
cubano, y tras la caída de la URSS que lo mantenía, sólo ha
podido sostenerse gracias al mesianismo carismático de Fidel
Castro, quien en lugar de producción, creó un sistema de
alquiler de mano de obra profesional y de mercenarios
militares, similares a los corsarios que en los siglos
pasados combatían por los intereses de las monarquías que
los empleaban. La actuación del sistema militar-mercenario
cubano, además de procurarle divisas, actúa en otros
territorios como garante del poder de Fidel Castro. Es el
caso de Venezuela, en donde altos funcionarios cubanos no se
les hubiese ocurrido afirmar que Cuba tenía dos presidentes,
dando por sentada la existencia del eje de poder
cubano-venezolano, de no existir una fuerte presencia
militar cubana en Venezuela. El triunfo del “No” en
Venezuela, le ha puesto trabas al proyecto radical castrista
y le abre vía a los sectores reformistas de la Isla.
Pero, la carta de Fidel Castro
termina con una frase que parece haber pasado desapercibida
por los analistas pero es más significativa que todo el
resto: “Pienso como Niemeyer que hay que ser consecuente
hasta el final”, y como sabemos, Niemeyer acaba de cumplir
sus 100 años.
* |
Especializada en etnopsicoanálisis e historia,
consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú
y así me nació la conciencia" (1982).
-
Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA |