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Elecciones en Francia
por Elizabeth Burgos
lunes, 16 abril 2007



A una semana de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, las encuestas revelan que 40% de franceses aún se sienten indecisos en cuanto al candidato al cual dar su voto en la primera vuelta de las elecciones presidenciales el domingo próximo. Esta situación es significativa del conflicto que aqueja hoy a los franceses enfrentados a lo que aquí se le suele llamar un “dilema corneliano”, situación que se refiere a las obras de teatro de Corneille en las que las opciones que se presentaban ante situaciones de conflicto constituyen a su vez un conflicto.

En un desglose reciente del dilema electoral francés el semanario Le Nouvel Observateur inclinado a la izquierda, revela que no existe una oposición simple de liberalismo contra anti-liberalismo, la que sería normalmente la línea de fractura entre los dos grandes partidos que representan la izquierda y la derecha: el Partido socialista (Ségolène Royal) y el UMP (Nicolas Sarkozy), el debate izquierda derecha ya no se dirime de manera tajante. En el seno del electorado el dilema se presenta bajo la figura de una línea en diagonal, liberal cultural- conservador económico, a conservador cultural-liberal económico. Los liberales en el campo cultural (defensa de las minorías, aprueban el matrimonio homosexual, ese caso se sitúan a la izquierda), pero son liberales en el campo económico, lo que la izquierda combate (en ese caso se sitúan a la derechas) ¿Cómo considerar este electorado? ¿de derecha o de izquierda? Según la encuesta citada, 60% de los interrogados se sitúan en este espacio oblicuo.

Si la candidatura de Ségolène Royal, rompió con el monopolio masculino al aspirar a la primera magistratura del país, la candidatura centrista de François Bayrou, el hombre de la tercera vía, ni la izquierda, ni la derecha, pero una fusión de ambas, significó un sismo en la cultura política francesa, para la que el debate ideológico previo a llegar a un consenso, es indispensable. La postura de Bayrou remite a un cierto conformismo intelectual contrario a los usos del país, pues no da cabida al debate. Su postura es simple; el país está en crisis y todos los buenos, de izquierda y de derecha, debemos unirnos para sacarlo de ella. Postura que se acercaría a la de la categoría de los que comparten posturas de la izquierda en lo cultural y posturas de derecha en lo económico.

Para las dos principales fuerzas electorales, el panorama se presenta confuso. Nicolas Sakozy aparece como favorito en las encuestas, pero el Frente Nacional de Jean Marie Le Pen, le resta un porcentaje significante de votos, por lo que un acuerdo entre Sarkozy y el FN está a la orden del día, pero corriendo el riesgo de perder votos del electorado de derechas que no comulga con las posturas radicales y xenófobas de Le Pen. Luego viene la constelación de la extrema izquierda con varios candidatos trotskistas, los comunistas, los verdes, José Bové, que le sustraen a la candidata del PS un porcentaje suficiente de votos como para impedirle ir a la segunda vuelta. Fue la izquierda radical la que impidió a Lionel Jospin correr en la segunda vuelta en las elecciones del 2002 e hizo que de hecho perdiera las elecciones.

Michel Rocard, miembro del Partido socialista y ex primer ministro bajo el gobierno de François Mitterrand, lanzó ayer un propuesta pública que causó estupor en el campo socialista. Dirigida a Ségolène Royal y a François Bayrou, argumentaba que ya no existía diferencias entre los social-demócratas y la democracia social (los centristas), que separados no podrán vencer la alianza Sarkozy/Le Pen; juntos, los social-demócratas, los centristas y los verdes, constituyen una mayoría y que una “alianza sincera” de esta naturaleza, conduciría a la construcción de un “proyecto común de esperanza para Francia”.
Bayrou aplaudió la propuesta de Rocard, el Partido socialista la desechó.

Independientemente de lo bien fundado o no de la iniciativa de Rocard, no hay que descartar lo bien que semejante propuesta debe parecerle a los “elefantes” del PS que han vivido la candidatura de Ségolène Royal como una usurpación, pues siendo mujer, sin pertenecer a la jerarquía histórica del partido, sin haber ostentado el cargo de primer ministro, y sobre todo, sin ser Secretaria general del partido, logró vencer, en la primera vuelta, en las primarias internas del PS, a los que consideraban que la candidatura debía emanar del seno de la elite que ostentaba el privilegio jerárquico y la pertenencia sexual.
 

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 Especializada en etnopsicoanálisis e historia, consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia" (1982).
- Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA


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