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Sudán o la patente de corso de un país petrolero
por Elizabeth Burgos
viernes, 16 marzo 2007


Monarquías de antiguo régimen, dictaduras y gobiernos totalitarios, populismos obscenos disfrazados de democracias; si corren con la suerte de gozar del estatus de petro estados, los crímenes que sus gobiernos cometan y las violaciones a las instituciones, gozarán de impunidad. Es la triste conclusión que en Venezuela se debe tener muy en cuenta.

El caso de Sudán en relación a Darfur es una demostración fehaciente de este hecho. La situación que reina en aquella región africana, constituye lo que a todas las luces tiende a convertirse en el primer genocidio del siglo XXI. Hecho que ningún estado ignora, pero ante el cual nadie se da por aludido. Petróleo obliga.

Darfur es la región más occidental de Sudán, habitada por tribus negras de origen africano que un día decidieron alzarse contra la opresión del gobierno mayoritariamente árabe de Sudán. El gobierno sudanés, no sólo no protege a la población de Darfur de las torturas a gran escala, las violaciones sistemáticas, los incendios de cosechas y de viviendas, sino que el propio gobierno ha orquestado y participado en esos crímenes que ocurren en un territorio tan grande como Francia; situación que ha arrojado ya un cuarto de millón de personas asesinadas y mas de dos millones que han tenido que huir de la zona.

Todo ello ha sido documentado, pese a las obstrucciones sistemáticas de Jartum y del dictador presidente Omar al Bachir, que goza de la complicidad de Rusia que posee inmensos intereses económicos en ese país y de la China, por su conocida voracidad de petróleo y su agresiva política de imponerse como gran potencia tutelar en el África.

Omar al Bachir, el dictador presidente, ha vetado la presencia de los expertos de la ONU que se han visto obligados a realizar su labor desde el exterior del país con el fin de presentar su informe durante la cuarta sesión del Consejo de los Derechos Humanos que comienza esta semana sus sesiones en Ginebra. El informe divulgado al público acusa abiertamente al gobierno sudanés de haber “orquestado él mismo y haber participado” en los “crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad”. “Las fuerzas gubernamentales han actuado de concierto con las milicias janjawids”: milicias árabes que ejecutan de concierto con el Ejército sudanés las ordenes de Jartum. La misión conducida por Jody Williams, Premio Nóbel de la paz, denuncia los crímenes que “continúan en la región”, pero también agrega que “las fuerzas rebeldes son también culpables de graves violaciones de los derechos humanos”. Aboga por que Sudán cese de tomar de blanco a los civiles de Darfur y de poner un término a la ayuda que le presta a las milicias janjawids y a proceder a su desmovilización y desarme. Y a los rebeldes, de “respetar estrictamente las exigencias de la legislación internacional sobre los derechos humanos y de derecho humanitario y tomar las medidas necesarias para diferenciarse claramente de la población civil”.

Una resolución del consejo de Seguridad de hace dos años, obliga al gobierno de Sudán de cooperar con la Corte Penal Internacional (CPI) y le pide la entrega, por sospechoso de crimen contra la humanidad del que fuera ministro encargado de Darfur y a un jefe de las milicias árabes, a lo que Jartum no se ha dado por aludido y nadie reacciona ante este hecho.

Se concibe que el presidente de Venezuela se sienta preocupado por la firma del reciente convenio entre Washington y Brasilia relativo a la producción de etanol que tuvo lugar mientras el venezolano se entregaba al sensualismo de la aclamación de las masas tarifadas en su gira anti Bush por los países subvencionados por los petro dólares venezolanos. Que una gran potencia y una futura gran potencia, ambas clientes preferenciales de Venezuela, se liberen de la dependencia energética, en lo que seguramente serán seguidas por el resto de los países, no es imposible pues en materia tecnológica las cosas suelen ir a una rapidez insospechada. Este hecho, que duda cabe, tiene que preocupar al presidente comprador de revolucionarios y de anti imperialismos, pues ello significa que Venezuela deberá ponerse a trabajar para convertirse en un país productivo. Ningún país vive de regalarle petróleo a Haití y el petróleo no substituye a los alimentos. Nunca se ha visto sustituir la leche por petróleo en un biberón para alimentar a un bebé.

Los discursos del presidente venezolano profetizando el socialismo del Siglo XXI y su proyecto bolivariano, puede que en un corto plazo, aparezcan como lo que son: palabras huecas.

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 Especializada en etnopsicoanálisis e historia, consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia" (1982).
- Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA


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