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Ese cadáver al revés y
la atmósfera nauseabunda

por Elizabeth Burgos
viernes, 12 octubre 2007


Ese cadáver al revés, es el título del libro que acaba de publicar Bernard Henri Lévy, (BHL, sigla con la que se le designa comúnmente) el más mediático, de los intelectuales franceses contemporáneos que se caracteriza por sus tomas de posición tajantes cuando se apasiona por un tema. Durante los años 70, fue el animador más activo del grupo  de “Los Nuevos Filósofos”, que junto a André Glucksman, Jean Paul Dollé et Alain Finkielkraut, desarrollaron una crítica de la escolástica marxista y de los totalitarismos comunistas que imperaban aún, durante los años 70-80. Procedentes ellos mismos del marxismo, su crítica tuvo un hondo  impacto en el medio intelectual, y desde entonces se dedican a la crítica de los errores de la izquierda, desde una postura de izquierda. Denuncian cuanto totalitarismo o conflicto armado o demostraciones de racismo surge en el mundo, en particular BHL, que fue el primero en denunciar a la dictadura castrista. La campaña que desarrolló por la liberación del cubano Armando Valladares, concluyó exitosamente, pues el presidente François Mitterrand, ante la vehemencia de la campaña que se desarrolló en Francia, se vio obligado a interceder ante Fidel Castro, obteniendo su liberación. También, es el único intelectual de renombre que en Francia ha hecho un llamado de atención acerca de la inclinación totalitaria del gobierno de Venezuela.

BHL se implicó de manera resuelta en la última campaña electoral apoyando a Ségolène Royal.

Hoy aparece de nuevo ocupando las primeras páginas de los medios y según su talante, de manera impactante, ejerciendo su talento de crítico radical, Ese cadáver al revés, título también impactante, tomado del prólogo de Jean Paul Sartre a la obra de Paul Nizan, Aden Arabie publicado en 1960.

Sorpresivamente, pues BHL posee todas las características del hombre de izquierda “sarkocompatible”, - como se les llama a los militantes socialistas que han aceptado formar parte del gobierno de Nicolas Sarkozy, como su amigo Bernard Kouchner, ex ministro socialista – el libro de BHL es una crítica acerba de la derecha, pero también de la izquierda, demostrando su fidelidad a la denuncia de todo oscurantismo.

De la izquierda critica su arcaísmo, su descomposición política y moral, su indigencia ideológica, inspirándose de Sartre que comparó a la izquierda hace cincuenta años, a “un gran cadáver al revés en el que ya habían gusanos”. BHL intenta aclarar cuál es la enfermedad que aqueja a la izquierda, cuáles son los síntomas, las causas de esa enfermedad. Según el autor, la izquierda francesa y en el resto del mundo durante el siglo XX, se enfrentó a una primera tentación totalitaria que fue la idea del comunismo, de la cual se ha emancipado. Pero hoy, en los comienzos del siglo XXI, esta enfrenta una nueva tentación totalitaria cuya singularidad es que su temática e inspiración proceden de la derecha, incluso de la extrema derecha. No duda en calificar la tendencia de izquierda nacionalista liderada por el ex ministro socialista, Jean-Pierre Chevenement, ferviente admirador del teniente-coronel Hugo Chávez, de “izquierda de derecha, incluso de extrema derecha, que se inspira del peor populismo de extrema derecha”.

El autor aboga por una refundación de la izquierda,  que más allá de las batallas intestinas, se percate los verdaderos retos que a nivel planetario acarrea tal postura, porque por el momento la izquierda se “deshonra cuando se opone al liberalismo siendo éste parte de su herencia, de deshonra cuando hace campaña contra la Constitución europea, cuando ostenta el peor-antiamericanismo, se deshonra cuando un ex primer ministro socialista publica un libro destinado en gran parte a destruir la imagen de Ségolène Royal”. Opuesto a la guerra de Irak, crítico acerbo del presidente Bush,  no obstante es gran admirador de la democracia y de las instituciones de Estados Unidos.

Pero no es sólo la izquierda quien sale fustigada de esta obra. Las medidas tomadas por el gobierno en su intento de controlar la inmigración clandestina, BHL las considera “odiosas”. Se rebela contra la imposición de cuotas geográficas de inmigrantes, de “hecho cuotas étnicas”. Denuncia al ministro de la Inmigración cuando convoca a los prefectos exigiéndole cuotas de expulsión de inmigrantes indocumentados, violentando los valores de la Francia republicana y de los valores humanos. Admite la necesidad de resolver el problema de la inmigración clandestina, pero recuerda que en política los símbolos pueden ser terribles. La imposición de una ley que obliga a pasar un test de ADN para probar la filiación de los familiares de inmigrantes ya residentes en Francia, acogiéndose a la política de la reunificación familiar, recuerda las leyes genéticas empleadas en momentos trágicos, todavía vivos en la memoria europea, en Alemania, pese a que ese método ha sido ya adoptado por un gran número de países europeos, en particular los nórdicos, particularmente sensibles a los derechos humanos.

Pero en donde estalló la polémica, con visos de enfrentamiento con el primer consejero del presidente francés, Henri Guaino,  - que es un hecho público, - incluso admitido por él – es autor de los discursos del presidente -  fue cuando BHL criticó y calificó de racista, el discurso pronunciado por Nicolas Sarkozy en Dakar en el que, pese a la crítica rotunda del colonialismo, se emitían opiniones “insultantes acerca de la mentalidad africana”. Según BHL, no le quedan dudas acerca del anti-racismo del presidente francés que se limitó a “leer el discurso de su consejero; discurso paternalista y racista”.  Éste último, herido en su amor propio, emitió públicamente opiniones despectivas acerca de BHL que tal vez sea la primea vez en la historia de la V República, que un personaje situado a ese nivel del Estado, se haya atrevido a hacer: “Ese pendejito pretencioso no me interesa; él no ama a Francia. La baba le pende de los labios y el odio le exuda por todas partes”. La falta de amor por Francia, es un argumento que alude, seguramente, al origen judío de BHL. Por su parte, BHL declara que “siente en el aire algo nauseabundo”.

Parece que el estado de gracia del gobierno de Nicolas Sarkozy, por lo menos en lo que se refiere al medio intelectual, está tocando a su término.

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 Especializada en etnopsicoanálisis e historia, consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia" (1982).
- Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA


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