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Noticias de la campaña electoral francesa
por Elizabeth Burgos
viernes, 9 marzo 2007


La orientación que ha tomando la campaña electoral francesa con la aparición de un tercer actor disputándole el primer lugar a Ségolène Royal y a Nicolas Sarkozy, ha operado un cambio radical en el panorama electoral francés. La candidatura de François Bayrou, sube cada vez más en las encuestas. La postura híbrida de este centrista que pretende personificar la síntesis entre la izquierda y la derecha, pone, a los hasta ahora dos candidatos favoritos, ante la disyuntiva de diversificar su combate entre dos contrincantes lo que no es nada fácil, pues ello significa demostrar una mayor radicalidad de Sarkozy hacia Ségolène Royal y viceversa, al mismo tiempo que ambos deberán neutralizar la postura centrista que defiende François Bayrou, cuyo programa político promete hacer la síntesis de las dos corrientes: la de izquierda y la de derecha. Postura que le abre la posibilidad de expresar esa marcada tendencia de los franceses de evitar cambios que puedan generar virajes bruscos, no por los cambios en sí, sino por las consecuencias que éstos pueden generar.

Bayrou representa el lado conservador del alma francesa. De hecho, el programa de los tres candidatos no reviste divergencias profundas: los tres son demócratas convencidos y la democracia francesa no tiene nada que temer de ninguno de ellos. El propósito de François Bayrou, y a todas luces lo está logrando, es dividir el electorado que normalmente vota por el partido socialista, en particular el personal de la educación nacional y funcionarios del Estado; unos, temerosos de que los proyectos de reforma de la candidata socialista les hagan perder ciertos privilegios adquiridos, otros porque la consideran poco apta para asumir la primera magistratura del país. Declaraciones torpes de la candidata en China y en el Líbano y ciertos errores en la conducción de la campaña por parte del PS, y seguramente la mala voluntad de los candidatos socialistas descartados de la candidatura por la de ella, y, sobre todo, la preferencia de ciertos massmedia muy influyentes, por el candidato Sarkozy, han obrado para que la candidatura de la socialista, tras el despegue inicial que la daba favorita, hoy aparezca como estancada y por un punto, detrás de Zarkozy en las intenciones de voto. Por el lado de la derecha, el propósito de Bayrou, es atraerse a la vez, los votos de los sectores más conservadores de la derecha, y de su sector más radical, los codiciados votos de todos los partidos de derecha; el representado por Jean Marie Le Pen quien aparece con un quince por ciento del electorado, lo que puede definir una elección. Un argumento de peso para obtener los favores de este sector, y quién sabe, tal vez tal vez lograr un acuerdo con el Frente Nacional, es el propósito de Bayrou de formar un gran partido de centro, e instaurar el sistema de la representación proporcional, lo que permitiría al fin al Frente Nacional contar con representantes en el Parlamento, lo que hasta ahora le ha sido impedido debido al sistema electoral francés, cuya estructura fue diseñada, precisamente, para evitar en éste la representatividad del Frente Nacional. Y por último, en una Francia, considerada por Roma en siglos pasados como la “hija predilecta de la Iglesia”, ante el reto de encontrarse hoy abrigando en su suelo el Islam como segunda religión del país, la pertenencia de François Bayrou a la corriente social-cristiana, significa una ventaja más en su haber.

Independientemente de los avatares de los candidatos, es la campaña en si misma lo que despierta el mayor interés. El nivel de los debates, la participación a los mismos de todos los sectores de la sociedad, el espacio que le otorgan los medios de comunicación, han convertido a Francia durante este período en una verdadera escuela de democracia.

Todo comenzó con la iniciativa del Partido Socialista de llevar ante las cámaras de la televisión de tres debates públicos entre los tres candidatos que se disputaban, en el seno del propio PS, la candidatura a la Presidencia de la República. Debates previos a la elección interna en la que los militantes iban a elegir al dirigente que representaría a los socialistas en la contienda electoral presidencial. Pruebas de las que salió airosa Ségolène Royal, que salió elegida en la primera vuelta por una mayoría absoluta, lo que demostró de manera rotunda, el deseo de cambio del la militancia socialista que demostraron mayoritariamente su rechazo por los líderes tradicionales. Igual experiencia vivió Sarkozy en el seno de su partido en el que tuvo que enfrentar al propio Chirac cuya oposición a la candidatura de su Ministro del Interior no era un misterio para nadie, como también enfrentar al Primer Ministro, Dominique de Villepin que pretendía ser él, el candidato de la derecha.

La manera como el Partido socialista convirtió los debates relativos a la elección del candidato a la presidencia de la República, que siempre habían revestido un carácter interno, en debates públicos, significando así de que lo que se decidía en el seno del PS concernía a todo el país, demostró la voluntad de ese partido, de operar cambios en las tradiciones políticas vigentes en esta República que algunos catalogan de “República monárquica”. De hecho el PS logró su propósito, puesto que las otras corrientes políticas se han visto obligadas a seguir los pasos de los socialistas aceptando debatir públicamente en los medios, con electores de edades y tendencias diversas.

La elección de una mujer como candidata a la Presidencia de la República significó romper un tabú mayor en un país en donde la misoginia todavía campea de lo lindo y en donde, como se dijo ayer en el mitin en la ciudad de Dijon con ocasión del día internacional de la mujer; en el país de los derechos del “hombre” (en francés no se dice “humanos” como en otras lenguas) aún no se existen plenamente los “derechos de la mujer”. Francia se cuenta entre los países con la menor presencia femenina en cargos de responsabilidad política. En España, el gobierno de Rodríguez Zapatero impuso la paridad: ochos ministros mujeres y ocho ministros hombres.

No cabe duda, que esta campaña electoral francesa ha convertido a Francia en una inmensa escuela de democracia.

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 Especializada en etnopsicoanálisis e historia, consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia" (1982).
- Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA


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