En
ningún país el regreso de las vacaciones de verano tiene
tanto impacto como en Francia. Comienza el nuevo año
escolar, y también el gobierno debe exponer los proyectos
que determinaran el rumbo del Estado en el año a venir. Este
comienzo de septiembre cobra un significado mayor porque de
hecho, para Nicolas Sarkozy, significa el examen de admisión
ante la sociedad francesa de los planes reformadores que
prometió en su campana electoral y por los cuales fue
elegido por una mayoría absoluta. Pese a las críticas que ya
comienzan a surgir, y al pulso que ya se perfila con el
ámbito sindical, el presidente mantiene intacto su elevado
porcentaje de simpatía en la opinión pública.
Que el comienzo del nuevo año
escolar ocupe un espacio tan importante en los medios, tanto
como el primer consejo de ministros del año, se debe a que
Francia, - contrariamente a Cuba, por ejemplo, en donde han
desaparecido los valores republicanos y el poder se sustenta
en las fuerzas armadas y en los servicios de inteligencia,
modelo que Venezuela se dispone también a adoptar – la
escuela pública es el pilar de sustento por excelencia de la
República francesa. La escuela pública, otra excepción
francesa, es la vía por excelencia para el acceso a la
formación superior y a las “Grandes Escuelas” y por ende, a
la promoción profesional y no la escuela privada, como es el
caso, en particular, en la mayoría de los países
latinoamericanos, en donde la deficiencia de los servicios
públicos – en particular el sistema escolar - está en
relación directa con el sistema de castas imperante y de
pertenencia socio-económica.
Entre los proyectos prioritarios
del candidato Sarkozy, como también lo fue para los últimos
gobiernos, está, por supuesto, contemplada la reforma de la
escuela. Todo el mundo comparte la opinión de la urgencia de
adaptar la escuela a los nuevos retos que enfrenta la
sociedad francesa, en particular, la afluencia de un
porcentaje de jóvenes franceses de nacionalidad, pero de
procedencia magrebí o africana que no comparten el mismo
nivel cultural con los de cultura francesa o europea, sin
contar el tema candente del elemento religioso, como así
mismo, los problemas de tipo social, desempleo etc. Estas
circunstancias han tenido una incidencia en la calidad del
nivel escolar. Sin contar con el elemento ideológico
influenciado por las teorías del sociólogo Pierre Bourdieu
que han tenido una influencia considerable entre el personal
docente, con sus criticas acerbas a la “meritocracia, al
elitismo” que en lugar de favorecer el éxito escolar, han
generado el resultado contrario. Un porcentaje cada vez
mayor de fracaso escolar, de jóvenes que egresan de la
escuela sin poseer el dominio del idioma, incluso sin saber
escribir. La aplicación de nuevas técnicas pedagógicas y el
abandono de las tradicionales, como la lectura global, es
uno de los tantos elementos que merecen revisión. También
entre el personal docente, el mayor porcentaje de empleados
públicos del Estado – en su mayoría de izquierda – existe
malestar; consideran que su estatus se ha devaluado ante la
función pública, que no se les considera suficientemente su
papel primordial en la formación de los ciudadanos, y la
responsabilidad que ello significa para el futuro del país.
Nicolas Sakozy ha decidido
enfrentar el reto a su manera, frontal y decidida, y
espectacular. Por primera vez un presidente de la República
se dirige directamente al cuerpo de docentes, inspirándose
de la famosa circular enviada por el padre de la escuela
pública francesa, Jules Ferry en 1883 a los maestros de
escuela, Sarkozy, en una “Carta a los educadores”, “escrita
con convicción, pasión y pensando en sus hijos”, en un texto
de 32 paginas y un tiraje de un millón de ejemplares, retoma
las promesas anunciadas durante la campana electoral, y su
deseo de reafirmar y de salvaguardar los valores de la
escuela republicana, sin buscar una vuelta nostálgica de la
Escuela de la III República, afirma su voluntad de proceder
a la “refundación de la educación”, enfrentar el reto de la
economía, del conocimiento y de la revolución de la
información para formar hombres y mujeres libres. Centrar la
educación en el saber y no solo en la personalidad del niño.
La cultura general debe ser el centro de la ambición
educativa. Restablecer el respeto entre profesores y alumnos
debe ser el “fundamento de la educación, de la trasmisión
del saber y de sus valores”. Tal vez la medida mas radical,
opuesta a la condescendencia que se ha aplicado en los
últimos años, sea la de imponer un sistema de selección para
la admisión al colegio (primer ciclo del bachillerato) y al
liceo (bachillerato), pues no se “debe admitir a un
aprendizaje a alguien que no es capaz de llevarlo a cabo”,
para ello, se debe proceder a una reforma del “colegio
único” que “tome en cuenta las diferencias” para que cada
uno logre el lugar que le permita terminar con éxito sus
estudios y disponer de todas posibilidades de éxito
profesional. También se comprometió a darle prioridad a la
revaporización del oficiante de docente. También reafirmo la
voluntad laica de la escuela, sin que el “hecho religioso
sea dejado de lado en tanto que tema de estudio sociológico,
cultural e histórico”.
La reforma de la escuela
significa para Nicolas Sarkozy el verdadero reto que
enfrentará durante su mandato. Reto ante el cual todos los
gobiernos de Francia, de izquierda y de derecha, se han
estrellado. Se debe recordar la manifestación de un millón
de personas cuando François Mitterrand pretendió eliminarle
los subsidios a la escuela privada, presionado por los
comunistas y el sector radical del PS, lo que lo disuadió de
nunca más tocar el tema. Recordar el repudio masivo de su
propio partido, a las reformas de la escuela emprendidas por
Lionel Jospin que hizo de su ministro de educación el hombre
mas impopular de su gobierno, al punto de haberse creado un
servicio especial para la recepción de las cartas de
renuncia al partido socialista de los militantes que se
oponían a la reforma. Recordar el contrato de trabajo par
los jóvenes, CPE, que le costo la candidatura a la
presidencia de la Republica al popular primer ministro
Dominique de Villepin.
¿Logrará Nicolas Sakozy lo que
nadie hasta ahora ha podido? ¿Será esa su entrada a la
historia de las instituciones de la república?
* |
Especializada en etnopsicoanálisis e historia,
consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú
y así me nació la conciencia" (1982).
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Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA |