El
teniente-coronel Hugo Chávez Frías accedió a la presidencia
de la República ebrio de grandeza histórica. El deseo del
país de resolver la crisis de modernidad que lo agobiaba, le
brindaba esa oportunidad. Georges Devereux, ese gran sabio
del trasfondo psíquico de los humanos y de la cultura, solía
decir que la víctima de desarreglos psíquicos era como aquel
que posee un cofre que encerraba un tesoro y no disponía de
la llave para abrirlo.
El caso del teniente-coronel lo
ilustra a cabalidad. Sufre de un vacío de imagen de padre
que lo ha mantenido en una búsqueda angustiosa de una figura
ideal que lo sustituya, sea real o imaginaria. Desde el
profesor que le informó de algo llamado marxismo, pasando
por Luis Miquilena, Norberto Ceresole, fue usando y
desechando figuras paternas, hasta llegar a la figura
totémica de Fidel Castro, que los suplantó a todos; hasta al
propio Bolívar, el padre imaginario. Fidel Castro le entregó
la llave del tesoro, salvo que la llave no correspondía al
cofre venezolano.
Desde entonces, el teniente
coronel intenta en vano acceder al cofre que guarda el
milagro de su deseo más caro: instaurar un poder absoluto
sobre los venezolanos. Trata de aplicar con el mayor énfasis
las recetas que le prescriben los técnicos cubanos, pero
todo le sale a medias. Por más que se aplique al ejercicio
del mimetismo con el Comandante en Jefe, todo lo que
emprende termina en chapuza. Y no es porque Fidel Castro
haya sido un militar victorioso de una guerra, como muchos
suelen repetir, y el teniente-coronel sólo tenga en su haber
un golpe de Estado fallido, afirmación que hacen sin haber
indagado mucho en la que fue la verdadera historia de esa
guerra cubana en la sierra Maestra, pues no fue la guerrilla
sino el terrorismo urbano el que desgastó al régimen de
Batista. Ni tampoco, porque Fidel Castro le hubiese dado
sentido de pertenencia nacional a los cubanos, como también
afirman otros que ignoran lo más elemental de la historia de
Cuba, pues el sentimiento nacional cubano fue el más precoz
del continente por haber sido el primer reino de España en
América invadido por otra potencia europea: Inglaterra ocupó
La Habana en 1762, tras realizar la mayor movilización
militar y naval que hasta el siglo XIX conociera la historia
americana, como lo subraya el gran historiador cubano Manuel
Moreno Fraginals. La reacción de la sociedad habanera
enjuiciando al gobernador español por su errónea estrategia
militar, y los más grave, capitular ante el invasor, fue un
Memorial dirigido a Carlos III rey de España, en el que se
vertían ideas como La Habana es “nuestra patria” y exaltaban
el valor de los “paisanos”, los nacidos en la isla y hasta
alababan el comportamiento valiente de los negros esclavos.
El mimetismo con el comandante
en jefe le hizo olvidar al teniente –coronel que para
realizar un capítulo de la historia, es necesario recurrir a
la conciencia histórica del país real, a los hechos sean
estos reales o imaginarios, pero que allí ocurrieron. Al
decidir el cierre de RCTV, la cadena de televisión más
antigua del país, estaba mimando, ni más ni menos, el cierre
del Diario de la Marina, fundado en el siglo XIX, (era el
diario más antiguo de Cuba, tenía 128 años cuando ordenó su
cierre Fidel Castro en 1960, por las mismas razones que se
ordena el cierre de la cadena venezolana: por disentir de la
orientación totalitaria del régimen). La diferencia entre
Cuba y Venezuela, es que en Cuba los estudiantes, embrujados
por la figura de Fidel Castro, (al igual que lo estuvieron
los italianos con Mussolini y los alemanes con Hitler) se
prestaron a la macabra ceremonia del “entierro” de ese
diario, nada menos que en la Universidad de La Habana.
Mientras que en Venezuela, los estudiantes nacidos y criados
en la democracia, que desde la llegada al poder del
teniente-coronel, pese a la tradición de rebeldía que
siempre habían ostentado, habían permanecido a la
expectativa, el cierre de RCTV significó herir con violencia
un punto extremadamente sensible que en Venezuela marca el
límite entre la salvaguarda de la dignidad o ponerse de
rodillas, al punto de que aún aquellos que no comulgan con
el contenido de RCTV, no admiten el cierre del canal y salen
a la calle a protestar.
Se suele invocar las similitudes
que existen entre cubanos y venezolanos, que son ciertas,
pero haber ignorado las diferencias de sensibilidad que
también existen entre ambos pueblos, es lo que ha llevado al
teniente-coronel a convertir en chapuza lo que hubiera
podido ser un acierto histórico. Para el venezolano la
democracia significa no admitir que otros irrumpan en su
vida privada, ni le indiquen lo que puede ver o no, y menos
aún se ello proviene de un abuso de poder. Mientras que los
cubanos, llevan casi cincuenta años viviendo bajo un régimen
totalitario.
En un gesto muy a lo Fidel
Castro, negarle el pasaporte a una joven ciega que
necesitaba salir del país a un tratamiento médico, como
sucedió hace poco con la hija de Carlos Andrés Pérez, en
cualquier otro país, hubiese desencadenado discusiones de
tipo administrativo. En Venezuela, hasta los más fríos y
racionales analistas, reaccionaron escandalizados ante la
falta de humanidad del gesto porque los sentimientos de
solidaridad y de compasión son los principios mejor
compartidos entre la población venezolana.
Los consejeros cubanos no pueden
prever las intimidades de la sensibilidad de un pueblo, y
por eso siempre han fallado en América latina, y no porque
sean particularmente insensibles, sino porque los cubanos
castristas han sido adiestrados para cumplir ordenes y no
responden al libre albedrío.
El tendiente coronel quiso
demostrarle a su mentor que él también iba a tener entre sus
trofeos su “Diario de La Marina”; y como siempre, el
experimento termino en chapuza.
Como dice un amigo historiador canario : “A ver si América
española se anima a recorrer el duro camino de la
modernidad, y se deja de mirar al pasado caudillista, como
siempre”.
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Especializada en etnopsicoanálisis e historia,
consejera editorial de webarticulista.net,
autora de "Rigoberta Menchú
y así me nació la conciencia" (1982).
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Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA |