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Bush: significado de la victoria - por Aníbal Romero
 miércoles, 17 noviembre 2004


 

 
         

                                                                            "El zorro sabe muchas cosas,
                                                 pero el puercoespín sabe una muy importante
"
                                                                                                         (Arquíloco)


Lo he dicho antes y quiero repetirlo: George W. Bush es un político con suerte, pues sus adversarios le subestiman y él les derrota una y otra vez. Ello quedó evidenciado en la reciente contienda electoral
norteamericana. La izquierda internacional, los cultores del odio a
Bush, el New York Times y CNN, Carlos Fuentes y Tomás Eloy Martínez, los fundamentalistas islámicos y la acobardada dirigencia política europea, todos los que apostaron al triunfo de John Kerry se han quedado perplejos ante la contundente victoria de un hombre cuya mejor arma siempre ha sido el torpe desdén de sus enemigos.

El odio irracional de quienes le adversan les impide ahora analizar con ponderación la raíz y el significado de su nuevo triunfo. Para empezar con su origen, Bush salió victorioso porque sabe una cosa muy importante: que Estados Unidos está en guerra y que esa guerra debe ser ganada a toda costa. Kerry fue un zorro confuso y zigzagueante, que jamás alcanzó la credibilidad necesaria para imponerse. El mundo de Kerry dejó de existir el 11 de septiembre de 2001, aunque ni él, ni el partido Demócrata, ni las élites "liberales" (de izquierda) en Nueva York y San Francisco, ni la banal dirigencia europea, se resignen a entenderlo.

Por fortuna para los Estados Unidos y Occidente, el electorado norteamericano no es el español, y le tienen sin cuidado los anacronismos de un Jacques Chirac. La izquierda internacional y la prensa "liberal" norteamericana y europea jamás han comprendido la naturaleza implacable del enemigo que enfrenta Occidente. Para estas élites arrogantes y acomodadas, el fundamentalismo islámico es apenas -las palabras son de John Kerry- un estorbo, que desaparecería si tan sólo se dejase el problema en manos de la ONU, una organización obsoleta,inoperante, y enferma de hipocresía y corrupción, una organización que considera a Yasser Arafat un "héroe".

Bush y la mayoría del electorado norteamericano -como el puercoespín de Arquíloco- saben que el enemigo es implacable y que sólo una respuesta igualmente implacable será capaz de derrotarle. Por eso fue electo Bush: porque no se dejó doblegar por las presuntas certidumbres de una etapa histórica que falleció y no retornará. La combinación del fundamentalismo islámico, los Estados forajidos, y las armas de destrucción masiva, unidos en torno a una cosmovisión fanatizada, han cambiado radicalmente el panorama internacional. En las nuevas condiciones, Estados Unidos no puede permitirse otra política que la de las acciones de fuerza preventivas, cuando las circunstancias lo exijan.

El mensaje que recibieron los Bin Laden y Saddan Hussein de este mundo, los Chirac, Shröder y Rodríguez Zapatero, es claro e inequívoco. Los Estados Unidos proseguirá la guerra contra el terrorismo hasta que sea necesario, y con la misma implacabilidad que sus enemigos. Ya Estados Unidos salvó a Europa de sí misma tres veces durante el siglo veinte (en la Primera y Segunda guerras mundiales y la Guera Fría).


Estoy convencido de que se verá obligado a salvarla nuevamente el siglo veintiuno, quizás varias veces.

En cuanto al partido Demócrata norteamericano, su deterioro es
inocultable y no hará sino acentuarse, a menos que se produzca un
profundo cambio de rumbo, y se desprendan de esa ala radical encabezada por bufones como Michael Moore y las decadentes celebridades de Hollywood, que hundieron a Kerry más aún de lo que él, por sus propias limitaciones, fue capaz de hacerlo.

Con relación a los medios de comunicación "liberales" (de izquierda) en Estados Unidos, Europa y otras partes, diarios como el New York Times y el Boston Globe, Le Monde y The Times, y cadenas de televisión como NBC, CBS y la BBC inglesa (para no hablar de la prensa venezolana), perdieron por completo cualquier semblanza de equilibrio en el tratamiento de las elecciones norteamericanas. Fue algo tan obvio que no dejaron lugar para el más mínimo intento de explicación razonable sobre la crucial derrota de John Kerry.

A esta prensa, y a buena parte de los que en ella escriben, les consume una aversión tan ciega como inútil ante la realidad de la segunda presidencia de Bush, y la decisión que la misma implica de continuar sin contemplaciones la guerra contra el terrorismo. Lo que no parecen entender es que el mundo anterior al 11 de septiembre de 2001 ha muerto definitivamente, y se abrió una nueva etapa de las relaciones geopolíticas globales. No hay forma de volver al pasado, y esa es la gran verdad que condujo a la mayoría del electorado norteamericano a respaldar al hombre que, como el puercoespín de Arquíloco, sabe algo muy importante.
   
  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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