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Se busca un verdadero político - por Lucy Gómez
 sábado, 13 noviembre 2004


 
         

 

Visita la redacción un líder político de otrora, preocupado por saber como se va a hacer, "en esta nueva etapa" para conducir a la masa antichávez que en su criterio no ha hecho sino crecer, pero sin cabeza.

 

Los políticos conocidos están desesperados por ponerle la mano encima, deseo plausible en quién ha hecho de conducir a los demás una forma de vida, basada en el voluntarismo y el estudio de grandes ejemplos históricos, en la pasión por la figuración y en la práctica de ganar elecciones, pero ayuna de preocupación por la conducción de los asuntos públicos en condiciones normales.

 

El fin de semana pasado me encontré con un periodista radial exitoso, candidato a la alcaldía de una próspera ciudad venezolana. El mismo síndrome. "Yo, que me he convertido en la voz de los desposeídos, ahora aspiro a dirigirlos". Cero preocupación de cómo. Según él, en este mundo hay suficientes asesores para que limpien, mejoren el tránsito, paguen a quién se ha de pagar, abran espacios públicos, atiendan la salud, las escuelas, gestionen el presupuesto, hagan proyectos, etc. Después, cuando los tienen, si es que acaso se les ocurrió escogerlos bien, no les hacen caso. Como decían las señoras de la jai de antes ¿cómo vas a saber si el servicio lleva bien la casa, si tú no sabes barrer?

 

Y estos son los bienintencionados y los sanos. Porque viven una normal clase media, con trabajos lícitos. Solamente que están acostumbrados a pensar cómodamente: es suficiente para resolverle los problemas a los demás, el querer resolvérselos. El voluntarismo, pues.

 

Pero para manejar ciudades, organizaciones políticas, empresas, países, se necesita no solamente tener la vocación, sino formación. Y eso es lo que falta a todos y cada uno de los líderes que puedo divisar en Venezuela, empezando por el Presidente de la República, que sigue pensando después de seis años en el poder  que  las continuas defecciones, fallas y corruptelas  de quiénes lo siguen son culpas de los demás y no  suya. Cualquiera que venga de un sitio donde no se le conoce y lo oye por primera vez, piensa que es dirigente de la oposición y no el jefe de gobierno de una república coja, estafada por todos, un hombre con todo el poder que le dan los resultados de las últimas elecciones. El último espectáculo de la semana lo protagonizó la renuncia de su ministro de Salud, Roger Capella, a quién se le ocurrió que las enfermeras del Plan Barrio Adentro, eran voluntarias sin sueldo. Aún creyéndole que ese raro acuerdo existió, no se le ocurrió investigar porqué unas mujeres pobres iban a ayudar por meses en misiones como esa, sin tener que comer ni darles que comer a sus hijos. Los hambrientos no son voluntarios, sino objeto de atención por parte del estado, estimado doctor.

 

En esta semana, en predios gubernamentales hemos visto de todo. Amenazas a periodistas, discusiones de la ley que intenta regular con discrecionalidad la actividad de los medios de comunicación, el raro episodio de la desaparición del coronel Silvino Bustillos, cuya víctima visible, el periodista procesado Manuel Isidro Molina está en una situación muy parecida a la trampita que le armaron con la ayuda de Marisabel de Chávez al dirigente opositor Timoteo Zambrano. Desacredita, desacredita que algo queda, se llama el juego.

 

Inclusive hubo una huelga de camionetas en la ciudad de Caracas, protagonizada por choferes que manifestaron contra sus asesinos y gritaron contra la inutilidad de la policía, en pleno operativo de seguridad del ministro de Relaciones Interiores. Todas estas gaffes, fueron protagonizadas por el equipo de Chávez. En ese equipo reina la ineptitud, el jalabolismo y la ineficacia. Cada cierto tiempo, el Presidente se da cuenta y aparta a uno o dos. Y se busca otro novato del año a quién le dice: "límpiame eso chico (a), yo lo que quiero es que esto funcione, vale"

 

En el patio de enfrente, en la oposición, sigue desmoronándose la armazón de los partidos. Llaman a elecciones internas, como Primero Justicia, se reorganizan como AD, otros simplemente se caen, como Unión. Otros hablan y hablan sobre su historia, porque tras los resultados electorales regionales, no representan a nadie, como el MAS.

 

Los televidentes, los lectores, los radioescuchas solo escuchan el mismo discurso repetido, las mismas quejas. Ni una sola idea. Ni los choferes de Catia, ni las enfermeras de Barrio Adentro vieron a su lado a un solo político, que van a la televisión, pero no donde se les necesita para que medien, para que consigan, para que ayuden. En estos dos ejemplos, ni los de la oposición hicieron su trabajo, que lo tenían de pancita, ni los del gobierno. A Capella se le ocurrió decir que no había previsto pagarle a las enfermeras y que todo era una protesta política, en vez de sentarse a hablar con ellas. Ni se apareció a Jesse Chacón, que le chotearon la rueda de prensa semanal que da ahora para decir que la seguridad de Caracas funciona, sólo se le ocurrió echarle la culpa a su compañero Bernal, el alcalde ciudadano que se ha ocupado todos estos años de la revolución y por eso nunca le quedó tiempo para Caracas. (A confesión de parte, relevo de pruebas)

Estas realmente son las crónicas de nuestro desamparo.

 

 

 

 

 

 
 

 

 

 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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