¿Quién le tiene miedo al lobo feroz?
por Antonio Sánchez García

             El desdentado lobo cubano estará sobándose la barriga: ya pronto se engullirá otra presa de una gran zampada. Esta vez es boliviana. Allí, Evo Morales estará preparándole la mesa. Entretanto, la caperucita roja venezolana sigue coleccionándole fresas silvestres. No lo hace dentro de una coqueta canastilla, sino dentro de un barril de petróleo. El lobo estará viejo  y desdentado, pero es agalludo e insaciable: su dieta revolucionaria es pantagruélica. Devora países y sólo sacia su sed con pozos petroleros. En el menú esperan Perú, Ecuador y desde luego Venezuela, que ha salido presa dura, aunque ya la tiene a medio engullir. Que el resto ponga sus barbas en remojo.

 

            Hace nada lo vimos haciendo su show televisivo, tembloroso y abatido por los años. Flanqueado por sus dos aplicados lobitos demostró en cámara, live y vía satélite, que con uno solo de sus desmayados resoplidos caía el gobierno de Oscar Mesa. Y al soplar al micrófono para dar prueba fehaciente demostró tener cabal conocimiento de lo que decía: ese soplido asmático y desfallecido era nada, casi una agónica expiración de unos pulmones tan trajinados que apenas lo airean. Pero fue suficiente como para hacer reír al lobo menor con su cara de cochinito boliviano, hinchar los carrillos del primogénito sabanero, que comienza a soplar como papá Lobo, y a poner a temblar de terror a los impotentes demócratas bolivianos, que corrieron a abrirle la puerta. Ni siquiera protestaron.

 

            Tenía razón. El espectáculo de esa famélica familia de cochinitos congresantes cumpliendo paso a paso las exigencias del lobo Morales fue verdaderamente patético. Comenzando por el aprendiz de brujo presidencial, que inició el condumio, y terminando por el presidente de la Corte Suprema, sirviendo de provisorio instrumento de la degollina. Si ese es el reservorio de la democracia boliviana, ¿de qué servirán cartas democráticas y asambleas multilaterales? No hay peor ayuda que la que no es requerida. Pues nunca en Bolivia un congreso pisoteó sus propios derechos constitucionales como lo hiciera el reunido en Sucre la noche de este jueves. Un suicidio colectivo celebrado por todo lo alto y en nombre de los altos designios de la patria. No cabe otro adjetivo: patético. Sobre todo al escuchar las arengas de quienes se aprontaban a saltar por la ventana. Una tragicomedia estos idus de Junio: el primer golpe de estado en que se fulmina una constitución gracias a un paquete de dinamita enviada desde el exterior contra reembolso. Y pensar que el Ché Guevara, primer mensajero del Zar,  llegó a la cita con cuarenta años de adelanto.

 

            ¿Con qué cara saldrán ahora los lobos menores de la fauna venezolana, esos lobitos enanos, ya cojos y reumáticos de tanto batallar por conquistarle presas al viejo lobo feroz, a reclamar contra el intervencionismo norteamericano? ¿Con qué maquillaje encubrirán las brujitas congresantes su arrugada cara dura criticando paros y huelgas mientras aplauden los dinamiteros motines bolivianos? ¿Dónde están los golpistas? ¿En Washington, en La Habana o en Caracas?

 

            Hipócritas, caraduras, cínicos y maquiavélicos. La manada de lobos y lobeznos feroces no tiene nombre. ¿Se saldrán con la suya en Venezuela? Depende de nosotros.
 

*

 Artículo publicado en el portal webarticulista.net, 10 junio 2005
| Volver a portada | Arriba | Siguiente página

 

Evo Morales, vida y milagros.
http://donevomorales.blogspot.com/



© Copyright 2006 - WebArticulista.net - Todos los Derechos Reservados