2002 fue un
año aciago para las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC). La Unión Europea incluyó a esta veterana
guerrilla, acusada de crímenes de lesa humanidad, en su
lista de organizaciones terroristas. Y Álvaro Uribe asumió
la presidencia de Colombia con su contundente plan de
seguridad democrática.
2002 fue un
año aciago para las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC). La Unión Europea incluyó a esta veterana
guerrilla, acusada de crímenes de lesa humanidad, en su
lista de organizaciones terroristas. Y Álvaro Uribe asumió
la presidencia de Colombia con su contundente plan de
seguridad democrática. Acorralado, el grupo armado puso en
marcha una "ofensiva diplomática" para abrirse espacios de
apoyo en Latinoamérica y contó con un aliado providencial:
el presidente venezolano, Hugo Chávez.
A caballo
del expansionismo bolivariano, las FARC han diseñado una
estrategia que incluye desde grupos legales a células
clandestinas, pasando por la creación de nuevas
guerrillas.
Así se
desprende de los documentos que guardaban los ordenadores
de Raúl Reyes, número dos de las FARC, muerto en un
ataque de la aviación colombiana, el pasado 1 de marzo, en
su campamento en Ecuador. "Pese a su supuesto perfil
rural, tienen una capacidad operativa internacional
sorprendente", dice el director de la policía colombiana,
Óscar Naranjo.
El eje es
la Coordinadora Continental Bolivariana (CCB), integrada
por movimientos de la izquierda radical. Tiene
delegaciones en 17 países, entre ellos Alemania y Suiza.
Oficialmente, las FARC forman parte de la organización. De
hecho, y a la luz de los documentos, la guerrilla creó la
Coordinadora en 2003 y la controla al detalle. Así, en un
correo del 7 de febrero de 2007, Iván Márquez, uno de sus
máximos dirigentes, perfilaba el lugar y el programa para
el segundo congreso de la CCB, celebrado en Quito el
pasado 24 de febrero.
Las FARC
aprovechan ése y otros foros públicos, como el Encuentro
de los Pueblos, para crear núcleos de apoyo y células
clandestinas. En México, de donde los representantes de la
guerrilla fueron expulsados en 2002, existen hoy cuatro
organizaciones abiertas, pero manejadas por dos células
secretas financiadas por el Secretariado, máximo órgano
del grupo armado.
"Tratan de
hacer la guerra de fuera adentro, para debilitar las
posiciones del Gobierno colombiano", afirma un analista de
inteligencia. Y al parecer no sólo el colombiano. Bajo el
curioso epígrafe de "Foros de la Biodiversidad", las FARC
y otros grupos de República Dominicana, Nicaragua,
Ecuador, Bolivia y Venezuela impulsan la formación de
guerrillas en el continente.
"En países
con Gobiernos alternativos, estos grupos se constituyen
como guerrilla de defensa ante el imperio. En los
países donde no hay Gobiernos alternativos, se trata de
formar o consolidar movimientos armados para
desestabilizar, como el Ejército Popular Revolucionario (EPR)
en México", explica el analista.
Los
criterios para catalogar a los Gobiernos son muy
permeables. En un mensaje del 13 de marzo de 2005, el jefe
de las FARC, Pedro Antonio Marín, alias Manuel
Marulanda o Tirofijo, se lamentaba de la
insolidaridad de quienes al llegar al poder y se olvidan
de "otros luchadores revolucionarios". "Coinciden con la
tesis de no exportar la revolución" y no tienen "interés
político y comercial de armas", decía Tirofijo. Se refiere
a esos "socialdemócratas" brasileños, uruguayos o
mexicanos que pretenden expulsarlos del Foro de São Paulo,
que agrupa a las formaciones de la izquierda
latinoamericana.
Y es que
"las relaciones oficiales político-diplomáticas" de las
FARC, en palabras de Raúl Reyes, se circunscriben a la
mayoría de los partidos comunistas y a tres Gobiernos:
Venezuela, Nicaragua y Ecuador, que han enviado a
emisarios en diferentes oportunidades. En recientes
declaraciones, el presidente ecuatoriano, Rafael Correa,
se ha desmarcado de la guerrilla, pero los mensajes
interceptados a los dirigentes de las FARC dan cuenta de
reuniones con algunos funcionarios, como el ministro del
Interior, Gustavo Larrea; el general retirado René Vargas,
embajador en Caracas, y un "coronel Brito" al que
presentan en 2007 como "emisario del presidente".
El objetivo
último de la campaña internacional de las FARC es el
cumplimiento de su Plan Estratégico: "Crear", escribe
Tirofijo, "un gran Ejército revolucionario con el apoyo de
masas para derrocar el sistema capitalista e instalar el
socialismo".
Lista de
espera para entrenarse
Hay lista
de espera para entrenarse con las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC). Toda una pléyade de
organizaciones de Latinoamérica han tocado a las puertas
de la guerrilla para recibir formación militar.
Un
informe de Raúl Reyes al Secretariado, datado el 2 de
septiembre de 2003, es ilustrativo. Ese verano les llegó
el dirigente indígena boliviano Felipe Quispe, que
solicitaba "cursos militares de tres a seis meses para
10 ó 20 compañeros". "También el secretario general del
Partido Comunista Boliviano y el jefe de los Sin Miedo
piden cursos militares", explica Reyes. No faltaron
tampoco delegaciones ecuatorianas, en ese entonces
opuestas al presidente Lucio Gutiérrez, que querían
"cursos militares" para sacarlo "por la fuerza de la
lucha de masas". Dos representantes del salvadoreño
Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional, además de
pedirles dinero para su campaña, les ofrecen a sus
cuadros "formados en Vietnam como combatientes
internacionalistas".
No solo
los movimientos radicales se han aproximado a las FARC.
Acerca del ministro del Interior de Venezuela, Ramón
Rodríguez Chacín, los documentos indican: "Se interesó
sobre posibilidades de que les transmitamos nuestra
experiencia en guerra de guerrillas, la cual ellos
llaman guerra asimétrica", explica Iván Márquez, miembro
del secretariado, en un mensaje del 14 de noviembre de
2007.
Alguna
vez los centros de entrenamiento han llegado a estar
saturados. Así ocurrió, por ejemplo, en marzo de 2007,
cuando Márquez le escribe a Reyes que no puede recibir a
los estudiantes del Partido Comunista Venezolano porque
"el cupo de la escuela Efraín Guzmán está completo". Y
es que los demandantes más asiduos de formación armada
son los grupos afines al chavismo, que acuden
regularmente a los campamentos de las FARC en suelo
venezolano. A ellos se están uniendo ahora
internacionalistas de todo el continente, para formar el
llamado Frente Bolivariano de Liberación, la futura
guerrilla continental.